El empanamiento

El empanamiento
Por:
  • carlos_velazquez

Según la tercera ley termodinámica el empelotamiento dio origen al enculamiento, y este a su vez engendró el empanamiento. Existe una diferencia radical entre estos tres estados cognoscitivos del ser. El empelotamiento es el embelesamiento causado por el amor más puro y casto. Se encuentra en el plano platónico. La víctima puede empelotarse incluso sin jamás tocar a su objeto del deseo. El enculamiento obedece al placer carnal. Es cuando la presa cae debido al contacto sexual. Pero el empanamiento es una práctica mortal. Es lo que en lenguaje callejero se conoce como té de calzón. Cuando al incauto le hierven un calzón y se lo dan a beber sin azúcar.

El empanamiento tiene su raíz etimológica en la empanada. Es decir, cuando el sujeto, en este caso el varón, es tragado por la relación y es almacenado al interior de ésta como el relleno de una empanada de piña o de fresa o salada.

Por supuesto que los ingredientes incumben al empelotamiento y al enculamiento. De los cuales es posible escapar. Pero del empanamiento no se sale indemne. En relaciones extremas termina en un divorcio que deja en la calle a la víctima. Se han documentado casos en que el empanado tarda en reponerse hasta diez años. Existe quien no lo supera nunca. Pero quien ha sido victimado una vez puede serlo otra y otra y otra.

No es imposible calcular quién tiene el potencial de ser un empanado. Y todo esta explicación obedece a que uno de mis mejores amigos está sufriendo un proceso de empanamiento. Ojalá se lo estuvieran chambeando. Sería más fácil sacarlo del atolladero. Tengo meses sin verlo, por culpa de una susodicha. Y todo apunta que esos meses se convertirán en años. O en décadas. Ya no responde el whatsapp. No vamos más a la cantina. Ni salimos de viaje. No estoy celoso. Sé que cada año habrá bajas. Lo que me llama la atención es mi incapacidad para el empanamiento. Mientras mi amigo comenzaba su empanamiento yo terminé una relación de meses. Sin dramas. Di media vuelta y me fui con el sol cuando murió la tarde.

Lo dijo Renton en Trainspotting: con novia peleas un chingo y sin novia no tienes sexo. En mi caso sí continuó mi vida sexual. Estoy en una edad en la que sé separar el amor del sexo. No como mi amigo, para quien el empanamiento no tiene horario ni fecha en el calendario. Mientras redacto estas palabras me encuentro en una cantina, solo. Un soltero empedernido puede empelotarse.

De la cajera del Oxxo. Puede encular-

se. De la milf en turno. Pero sabe mantenerse a salvo. La independencia es de quien la trabaja. No tiene el complejo de cachorro. Ni necesita estar arañando la puerta del amor. Ser un empanado no está en su adn.

Hace unos días alguien me acusó de querer ser eternamente soltero. Falso.

Como dice Pappo: “Si me encuentran en los bares es porque no estoy con vos”. Traducción: si duermo solo, si voy al cine solo, si hago el amor solo, es porque no ha llegado la papas fritas. Y cuando se presente el momento quiero una vida, no un empanamiento. Existe una diferencia radical entre el empanado y el mandilón. Por ejemplo, mi compa Prosa Bonita es un mandil. A muerte. Pero en la calle es un farol. Sale a convivir determinados días a la semana. El empanado no. El empanado está secuestrado. Sin opción a rescate. Está preso de su propio embelesamiento.

Los hechizos se rompen. El empanamiento no. Y en esta especie de encantamiento no existe enemigo mayor que los amigos. Sí, ese cabrón que te trataba como tu hermano, con más cariño a veces que los de tu propia sangre, ahora te mira como una amenaza. Como un peligro para su relación.

Como si uno le deseara el mal. El empanado no puede tener morra y amigos.

Tiene que decidirse. Y la amistad para un empanado siempre sale sobrando.

He visto a las mentes más brillantes de mi generación caer en el empanamiento. Pero también las he visto volver con la cola entre las patas, de arrastrados, fingiendo que no pasó nada. Que en esos dos o tres años sin vernos nada cambió. Si antes no podías sacarlos de tu casa. En ocasiones hasta se llevaban prestada tu ropa sin tu permiso. Pero un día te conviertes en el demonio. Y hay que evitarte a toda costa. Algo que no les hiciste tú cuando estabas casado. Y todos los rounds que tuviste que aventarte con tu pareja para no perder el contacto con la banda.

El empanado no es la representación del amor, es la ingratitud en persona.

Este texto está dedicado a ti, amigo empanado, no voy a decir tu nombre, pero bien sabes quién eres.