El sargento McCartney: Egypt Station

El sargento McCartney: Egypt Station
Por:
  • rogelio_garza

Después de los Bitles, don Pol me inspiraba una profunda hueva, salvo un par de canciones de los Wings me parecía un tibio. Mera ignorancia supina. Empecé a desentrañar su música y su figura hasta que leí El sonido de los Beatles de Geoff Emerick, el ingeniero del cuarteto que siguió con McCartney en la década de los setenta y documentó su trabajo en el estudio. Qué iba yo a saber sobre su producción electrónica, sinfónica, experimental e incidental, de sus charlas psiconautas con Dios y de su macicez recién abandonada.

Músico, compositor, productor y multinstrumentista sin poses extravagantes, a los 76 años acaba de lanzar Egypt Station, su disco solista #18. Simultáneamente se transmitió su Carpool Karaoke en el programa de televisión The Late Late Show de James Corden y, con remate orquestal, apareció el libro Paul McCartney: The Biography, una investigación de Philip Norman traducida al español por Malpaso, considerada entre la bitlemanía como la última Biblia del rock y el pop por sus casi mil páginas.

"Si algo sabe hacer Pol Macarnei es escribir melodías que se impregnan en la mente con amor, sexo y humor".

Egypt Station es un disco conceptual como le laten al Sargento McCartney, el viaje en un tren cósmico que partió de un cuadro suyo. La vuelta al Planeta McCa en dieciséis canciones producidas por Greg Kurstin, poseedor de lo mejor de dos mundos: el pop rosa de Adele y el rock alucinante de Flaming Lips, Devo y Beck. Lograron un mural de sonidos bordados con paciencia y sabiduría mccartiana, el entramado se nutre del bagaje musical empacado a lo largo de seis décadas de tour mágico y misterioso. Aquí se entretejen estilos, influencias e instrumentaciones, arreglos y trucos de grabación, como sus famosos overdubs al revés, en los que resulta imposible separar cada fibra del panorama sonoro. Cada canción es un destino en la ruta marcada por el bajo Höfner/Rickenbacker que se oye imponente en demasiadas ocasiones. Si algo sabe hacer Pol Macarnei es escribir melodías que se impregnan en la mente con amor, sexo y humor, como las bellísimas “Happy With You” y “Dominoes”, y con su política planetaria soft en “People Want Peace” y “Despite Repeated Warnings”.

Suele tocar todos los instrumentos en el estudio y es considerado un revólver en vivo, por eso carga con un grupo de calibre mayor: Rusty Anderson y Brian Ray en las guitarras, Abe Laboriel Jr. en la batería y Paul “Wix” Wickens en las teclas. El final del viaje es espectacular desde “Station II” que se disuelve a través de una guitarra potente y feroz en la minisuite “Hunt You Down/Naked/C-Link”, y atraviesa fronteras de estados emocionales. “C-Link” es la cima eléctrica del Himalaya sin Lennon gritando como el Dalai Lama. En las manos de McCartney la música es magia pura.