Fake news vs ciencia

Fake news vs ciencia
Por:
  • alicia_quinones

Las herramientas científicas, comenta Fedro Carlos Guillén, resaltan valores esenciales en la formación de cualquier ser humano: escepticismo razonado, diligencia, honestidad y, sobre todo, curiosidad para comprender los procesos naturales. Esto, a simple vista, suena muy bien, pero la realidad es que la ciencia ha quedado relegada del interés general; de ahí que la divulgación científica tenga un papel fundamental en el entendimiento de la vida cotidiana. A su vez, la expansión de las fake news en redes sociales forma parte de ese desinterés, y aquí lo explica el investigador y divulgador Fedro Carlos Guillén, doctor por la Facultad de Ciencias de la UNAM y egresado del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente de El Colegio de México. Guillén es responsable de la sección de ciencia en el Instituto Mexicano de la Radio y autor de, al menos, treinta libros publicados de diversos géneros. De ese mundo que cabalga entre el método y la invención, la ficción y la ciencia, habla en esta entrevista y en su más reciente libro, Ciencia, anticiencia y sus alrededores. Ensayos para alimentar la curiosidad (Debate, 2018).

¿Qué sucede con la ciencia y su divulgación en el México actual?

Creo que vivimos tiempos de riesgo, de peligro, de una cantidad de información apabullante y en muchos casos falsa. Creo que la gente no ha generado el hábito de ir a las fuentes, de usar algo que yo defiendo mucho: el escepticismo razonado, es decir, que uno tenga dudas acerca de las cosas. La ciencia es justo eso, la respuesta a las dudas que tenemos los seres humanos y, en ese sentido, lo que me interesa es ofrecer un trabajo documentado con hechos y en el que también doy muestras de lo que no son hechos pero que la gente tiende a creer como tales.

¿Cuál es la verdad científica en la que se siente cómodo?

Me interesa la agenda ambiental y he sido ecólogo de la conducta. La agenda ambiental me parece de lo más vigente que tenemos en ciencia; sin ella, el siglo XXI no tiene futuro, pero es algo que afortunadamente ya está en boca de todos. En un estudio que desarrollé se veía que la generación de los baby boomers y la generación X no cultivaron esta conciencia ambiental, mientras que los milenials sí, lo cual es una de las pocas cosas que se les reconoce.

¿Es ésta una consecuencia de la desinformación o

el desinterés por la ciencia?

Tenemos ahí un problema de comunicación, de hacer legible la información y hacer despertar cosas que la ciudadanía no conoce. Por ejemplo: el 58 por ciento de la Ciudad de México es suelo de conservación, milpa, bosque, humedad, zona de cultivo. Prácticamente nadie en la ciudad lo sabe, pero ese suelo de conservación que está al sur de la ciudad provee servicios ambientales invaluables al resto de los capitalinos, que suma el 42 por ciento. Me parece muy importante hacer un esfuerzo para cuidar y difundir este hecho: no sólo somos una ciudad de concreto, contaminación y ruido.

Algo que yo defiendo mucho es el escepticismo razonado, es decir, que uno tenga dudas acerca de las cosas.

¿Cómo se puede divulgar la ciencia, en medio de la confusión  que generan las redes sociales?

Vuelvo al tema del escepticismo razonado. Umberto Eco lo dijo con cierta rabia, pero lo dijo: “Las redes sociales le han dado voz a la idiotez humana”, y es una generalización quizá peligrosa, pero, ¿qué pasa? Que si alguien lee: “Enrique Peña Nieto privatizó el agua mientras la selección de México jugaba” puede creerlo o no, pero lo mejor es no creerlo e ir a la fuente original. Ese hábito lo tenemos y permite que existan espacios dedicados a propagar noticias falsas, porque la gente está dispuesta a creer pero poco dispuesta a investigar o a determinar si lo que se dice es o no correcto. Uno de los atributos de la ciencia es dudar. De eso trata Ciencia, anticiencia y sus alrededores: de dar un contexto de limitantes más humano y evidencial.

¿Cuál es la relación entre ciencia y creación, entre método, verdad y ficción?

Me parece que uno de los atributos más importantes del ser humano es la creatividad, y ésta se forma entre la mente familiar —es decir, hay gente que nace dotada— y la otra mente, aquella que ayuda a pensar la ciencia. Pensar es la clave de todo y los científicos deben ser creativos. Uno de los avances más importantes en la ciencia del siglo XX fue el descubrimiento de la estructura del ADN, y los científicos tuvieron que ser muy creativos para lograrlo. Así que la ciencia no es una cosa mecánica, como pensaba Newton, sino un asunto donde la creatividad, el ingenio, la curiosidad, la honestidad, son también atributos muy importantes.

¿En qué momento la ciencia y la ficción le juegan una trampa a la verdad?

Los científicos tienen una dosis de vanidad, como todos los seres humanos. Quieren ser los primeros en hacer algo o recibir un reconocimiento y eso, en algunos casos, los lleva a cometer fraude científico; se han documentado algunos que son peligrosísimos. Por ejemplo, el fraude del hombre de Tildan provocó que un cráneo que era una composición de un simio y un ser humano pasara por un fósil humano, y esa información perduró en los libros de texto durante unos incómodos cuarenta años. Los científicos son seres humanos, algunos son buenos y otros no tan buenos. Afortunadamente, los que no cometen fraudes son mayoría.

¿Cómo articula la creación y la ciencia?

Soy enemigo del especialismo. Uno de los grandes males de nuestro tiempo es esta gente que se dedica a investigar la partícula de la partícula de la partícula, y carece de un contexto cultural, social. Me considero un generalista, es decir, tengo muchos intereses, muchas historias e intento producir historias de ficción desde la ciencia.

¿Qué sucede con la ciencia ficción del siglo XXI?

En este caso, me parece que se mezclan dos elementos a veces difíciles de combinar: una narrativa correcta y una ficción correcta. Ambas deben contener deben contener el bagaje intelectual suficiente para que los datos que ahí aparezcan sean, por lo menos, plausibles, y no son ciertos sino plausibles porque tienen una sólida formación en ese sentido.