Maradona

Del genio como futbolista

Otra noción que desde luego transgrede las normas y además las transforma es la del genio, asociada
a la creación artística desde los griegos hasta el Renacimiento. Sin embargo, al revisar
su desarrollo histórico, este ensayo plantea un giro de la genialidad hacia la estética, tal vez más
inclusiva. En esa cancha, a la luz de la filosofía, pero también de la sociedad del espectáculo,
la figura del 10 argentino aparece bajo una luz heroica, tocada por la inspiración del artista y el ídolo. 

Domenico Sepe, estatua de tamaño real en honor a Maradona, 2020.
Domenico Sepe, estatua de tamaño real en honor a Maradona, 2020.Fuente: ruptly.tv
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Vivimos obsesionados con la idea del genio, aun cuando este término conserve poco de su concepción y perviva como una suerte de caricatura. No sorprende por ello que para Jacques Derrida sea una “palabra insostenible, que nadie en estos días admitiría seguir usando... Este sustantivo ‘genio’... nos hace retorcer”, y agregó que “conceder la menor legitimidad a la palabra ‘genio’, significa renunciar a cualquier tipo de conocimiento”.1

Al morir Diego Armando Maradona, la prensa y las redes sociales no vacilaron en denominarlo genio; para la mayoría de los aficionados al futbol, dicho epíteto era preciso. Una voz disidente fue, sin embargo, la de la escritora Margo Glantz, quien el 25 de noviembre, posiblemente sorprendida por la manifestación mediática de duelo, publicó el siguiente tuit: “Parece que no hay nada más importante en el @mundo que el futbol”.2

Como siguiendo con su reflexión, anotó al día siguiente, 26 de noviembre: “Tengo terror de perder a mis queridos seguidores porque no pienso como muchos de ellos que la gloria está en los pies”.3

Así articulaba el porqué de su pasmo ante el duelo universal que la muerte de Maradona había suscitado, al tiempo que resumía lo que sin duda varias personas pensaban: ¿De verdad esta muerte propicia una conmoción planetaria? ¿Marcará indeleblemente 2020, un año pródigo en defunciones? No sólo eso, al expresar su disenso de “que la gloria está en los pies”, la escritora implicaba su asociación de la excelsitud a la creación intelectual y acaso la presunción de que genio es únicamente quien crea y que, por ende, este don es atributo de los artistas.

GÉNESIS Y TEORÍA

Pocas ideas han resultado tan genésicas para la modernidad como la teoría del genio de Immanuel Kant.4 A diferencia de los juicios en torno al artista y al artífice en la Antigüedad clásica y en el Renacimiento, lo notable y distintivo en Kant es constreñir la cualidad de genial a la creatividad, antes que a la mediación, la recepción, el juicio o a la mera disciplina en el oficio. Igualmente aísla dicha aptitud de cualquier otra esfera, por lo que su concepto nada tiene que ver con las dudosas mediciones del coeficiente intelectual. Crear e inspirarse resultan indisociables del genio, atributos que le confieren una cualidad hipostática de la creación divina. Esa fuerza genésica incluye su rebelión contra las leyes. El genio crea como la naturaleza pero, en contraste, sus creaciones son originales: únicas, irrepetibles. Este circuito semántico —creación, inspiración, originalidad— determinó la ideología del Romanticismo, cuyos coletazos estremecieron hasta la modernidad tardía, que denominamos posmodernidad. Por ello, si bien todavía encontramos guijarros de la carga romántica sedimentados en nuestra apreciación, el genio contemporáneo trasciende la esfera artística y plantea que su naturaleza es más bien estética.

Para quienes enarbolan la antorcha de la iluminación, los seres portentosos, dotados de un talento que trasciende las meras cualidades físicas y lo proyecta a dimensiones sobrenaturales, cambian el rumbo de la humanidad. A menudo dicha naturaleza se asocia con la locura. Si bien podríamos rastrear dicha vía hasta las fuentes de Cesare Lombroso, para quien el genio, como el criminal, resulta una “de las formas teratológicas de la mente humana” y “una de las variedades de la locura”,5 lo cierto es que la dualidad se encuentra en la semilla —o en el sedimento— de la concepción del genio. Así, el misterioso autor del "Problema XXX" —atribuido a Aristóteles pero más probablemente escrito por uno de sus epígonos— observaba ya: “¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres de excepción, bien en lo que respecta a la filosofía, o bien a la ciencia del Estado, la poesía o las artes, han sido manifiestamente melancólicos?”.6

Más aún, en la época moderna, el genio mostrará simpatía por los asesinos y criminales; de ahí surge el provocativo ensayo de Thomas de Quincey, Del asesinato como una de las bellas artes, también la proclamación eufórica de Arthur Rimbaud sobre el advenimiento del tiempo de los asesinos y la intrínseca relación entre bastardo e intelectual estudiada por Jean-Paul Sartre.

A partir del autorretrato con familia de Adriaen van der Werff, óleo, 1699, Rijksmuseum, Ámsterdam.
A partir del autorretrato con familia de Adriaen van der Werff, óleo, 1699, Rijksmuseum, Ámsterdam.Foto: Especial

UN ARTISTA LLAMADO DIEGO

Con esta recapitulación podemos considerar si efectivamente Maradona admite parangón con los grandes artistas románticos y modernos. Por principio, no es ocioso insistir —o recordar— que toda categorización es indisociable de su época. El juicio es histórico. En tanto el concepto absorbe —y rezuma— la mentalidad de una época y por ello resguarda sus ideales, contradicciones y ambigüedades, no se puede aislar de los contextos sociales en los que surge; de ahí que Edgar Zilsel7 descarte la posibilidad de una definición transhistórica. El genio no trasciende su tiempo, lo encarna. Gottfried Benn, por su parte, añadiría la recepción social. Genio será quien así es reconocido por una comunidad:

No son suficientes ni la disposición biológica ni el talento, ni siquiera el éxito, para convertirse en genio, sino que, por el contrario, es necesario agregar algo más, y ese algo más es la recepción en un grupo humano, el pueblo, la época, y muy a menudo en una época subsecuente. El genio debe ser vivido. Entonces se debería hablar no tanto de genio como de un devenir genio, pues es un proceso totalmente sociológico... un fenómeno colectivo de transformación, pues al principio está la figura histórica y al final el genio.8

Podríamos responder entonces que efectivamente Maradona es un genio, en tanto su comunidad así lo consideró. Por si fuera poco, otras naciones lo reconocen y aclaman universalmente, no sólo como un futbolista habilidoso sino irrepetible. Pero comparte también otros rasgos. Agobiado por la melancolía, víctima de sus excesos y flaquezas, ejemplifica la observación de Aristóteles, la que coincide, además, con la iconografía popular: un coloso incapaz de dominar su temperamento y sus vicios. La ausencia de sentido moral —o locura moral—, listada por Lombroso, sería otra característica. Al punto que si hay manchas en la posteridad con que se le ha investido, éstas provienen de sus adicciones, arrebatos y abusos. Si antaño el desprecio a la moral se consideraba otra cualidad del tipo excepcional, hoy se admite en cambio como argumento para negar la genialidad. Los genios del siglo XXI serán primordialmente virtuosos. La vara de medir es, ahora, la ética; la genialidad deberá ajustarse —o encarnar— los ideales de una sociedad que persigue la igualdad, así como la abolición de la violencia y del abuso.

Previendo que la calificación de genio a Maradona sería objetada, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) publicó en su cuenta de Instagram el 25 de noviembre: “Diego Armando Maradona. Artista argentino (1960-2020)”.

Otros museos recogieron la audacia de este mensaje. El Rijksmuseum de Ámsterdam publicó un meme con Maradona y Lionel Messi, paráfrasis de un retrato de Adriaen van der Werff, que ratificaba la valoración. El Museo de Arte Contemporáneo Donnaregina de Nápoles comparó a Diego con Picasso y Caravaggio: “Con Picasso, Maradona compartió la sabiduría de romper las acciones, anulando sus reglas y principios. Como por arte de magia, empezaba a bailar. O se encendía”.9

Tales laudos no fueron únicos. Artistas, curadores y comerciantes del gremio artístico argentino coincidieron en la cualidad artística del futbol. Uno de los comentarios es de Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes de aquel país:

Un artista es alguien capaz de crear mundos a los cuales poder asomarnos y ampliar nuestra percepción de la realidad. Algunas de sus jugadas y de sus goles exceden nuestra imaginación y nos provocan verdaderas experiencias sensibles, algo que va más allá de la razón, y ese fenómeno está muy ligado a lo que nos sucede [cuando estamos] delante de una obra de arte.10

Las declaraciones de los personajes de la cultura argentina, además de las virtudes estrictamente deportivas, exaltan en Diego atributos como la capacidad interpretativa —performer es un calificativo que se repite—, o la creación de una nueva regla para su arte —con lo que se ajustaría a la definición kantiana: artista es quien da una nueva regla al arte. Además se resaltó en él haberse convertido en genio gracias a su disciplina —como querría Benn.

A la pregunta sobre el genio, Jacques Derrida
responde: es un individuo que puede reclamar un sitio para alterar el orden de las cosas. Nadie como el Pelusa subvirtió ese orden

Y por supuesto hay apostillas a la consideración estética: se comunicó con el pueblo, su despliegue fue emocionante, representa un modelo de inspiración. La narradora Mariana Enriquez lo expresa fielmente:

Un artista popular sofisticado, alguien que hacía posible lo imposible pero que nunca hacía que pareciera fácil, nadie diría que eso que pasaba entre Diego y la pelota era normal, como no es normal el Requiem de Mozart.11

Pero sería otro futbolista, Marcelo Bielsa, ahora reputado entrenador con arrebatos geniales y un insólito ingenio verbal, quien declaró en una conferencia de prensa en Inglaterra:

Fue, para nosotros, y va a seguir siendo, un ídolo. Que ya no esté nos da muchísima pena. La pérdida de un ídolo es una sensación de debilidad para todos nosotros. Maradona fue un artista, la dimensión de la repercusión de su arte tiene infinidad de reconocimientos... de lo que él les dio a los espectadores en forma de belleza. En cuanto a lo que significa para nosotros en particular, Diego nos hizo sentir que es la fantasía que genera el ídolo. El ídolo, el mito, la leyenda, hace que un pueblo crea y que lo que hace esa persona somos capaces de hacerlo todos. Por eso la pérdida de un ídolo golpea tanto a los más excluidos, a los más indefensos, porque son los que más necesitan creer que es posible triunfar.12

Transformador del lenguaje de su disciplina, será a partir de Maradona que el futbol devenga una forma de arte, al tiempo que paradojalmente se impone como espectáculo por excelencia de la hipermodernidad. Además, el Diego es un intérprete político que da una dimensión y una medida a su sociedad. Ha añadido a su identidad la vinculación social, en contraste con el aislamiento e incomprensión distintivos de las lumbreras románticas —Rimbaud y Van Gogh como paradigmas. Es cierto que desde las lucubraciones de Ralph Waldo Emerson el genio se encauzó hacia los campos populares. Las frases de Bielsa, que he resaltado mediante itálicas, reconocen ese modelo.

A la pregunta sobre el genio, Derrida responde: es un individuo que puede reclamar un sitio para alterar el orden de las cosas. Nadie como el Pelusa subvirtió ese orden e indicó a tantos seres humanos que un mundo más allá de la cotidianidad era posible. Ilustra también lo que dijo Julia Kristeva: el genio es una invención “que nos impide morir de igualdad en un mundo sin más allá”.13 Y con esa consagración de Maradona, con esa investidura metafísica, se corrobora que el concepto es indisociable de una religión; Geniereligion (religión del genio), fue el término que acuñó Edgar Zilsel.

En el idiolecto rioplatense, pelusa se refiere a la abundancia de pelo; en México, el sustantivo remite a la insignificancia, el pelillo que se desprende de un animal o de una chaqueta de piel. Sería éste el sentido más idóneo para la entronización de Maradona, un nuevo cuento de hadas que reelabora la historia de la doncella de las cenizas: cómo un niño considerado pelusa se elevó desde un nivel terreno hasta las excelsitudes de la creación, en un campo de futbol convertido en escenario cósmico. Ése es su genio.

Notas

1 Citado por Darrin M. McMahon, Genealogies of Genius, Palgrave MacMillan, Nueva York, 2016, p. 1.

2 https://twitter.com/Margo_Glantz/status/1331956610890084360?s=19

3 https://twitter.com/Margo_Glantz/status/1331977834882068482?s=20

4 Immanuel Kant, “Crítica de la facultad de juzgar estética”, en Crítica del juicio, traducción de Manuel García Morente, Editorial Porrúa, Ciudad de México, 1997.

5 Cesare Lombroso, Arte, genio y locura, traducción de Inés Bértolo, selección de R. M. Minerva. Revista del Círculo de Bellas Artes, núm. 11, IV época, Madrid, 2009.

6 Aristóteles, El hombre de genio y la melancolía (problema XXX), traducción de Cristina Serna, Barcelona, Acantilado, 2007, p. 79.

7 Edgar Zilsel, El genio. Génesis de un concepto, Asociación Española de Neuropsiquiatría, Madrid, 2008.

8 “El problema del genio”, en Gottfried Benn, Un peregrinar sin nombre / Ein Wallen, namenlos. Obra selecta, edición y traducción de José Manuel Recillas, tomo II, La Cabra Ediciones, Durango, 2009, pp. 384-396.

9 Celina Chatruc, “El Malba la dejó picando: ¿Diego Maradona fue un artista?”, La Nación, 26 de noviembre, 2020, www.lanacion.com.ar/cultura/el-malba-dejo-picando-diego-maradona-fue-nid2521785/

10 Ibidem.

11 Ibidem.

12 “Bielsa y la muerte de Maradona: ‘La pérdida de un ídolo es una sensación de debilidad para todos’”, 26 de noviembre,2020. www.infobae.com/america/deportes/2020/11/26/bielsa-y-la-muerte-de-maradona-la-perdida-de-un-idolo-es-una-sensacion-de-debilidad-para-todos/

13 Julia Kristeva, El genio femenino, Paidós, Barcelona, 2001, p. 8.