Kús

Kús
Por:
  • karen villeda

“Las Montañas Rocosas buscaron a aquel niño en su décimo cumpleaños”

Su madre Winona lo vistió con un apretado taparrabos Mi querido Coyote, es una ocasión especial repleto de estrellas De cuatro picos bordadas con terciopelo azul cielo Mi querido Coyote, divide tu melena en dos Mi querido Coyote Le trenzó el cabello Era un vestigio Aquel niño tardó una madrugada entera en tener un nombre La Montaña de Agua Limpia le veía cara de Ferocidad

Le veía cara de

“Una de las estrellas tenía un poco de negro”

Le veía cara de

“Un polluelo con un penacho” 1

Hasta que lo nombró Destino.

Destino se llama también tu hermana decía enfurecido Leotis Mackenzie. Nuestra princesa india. ¿Qué va a pasar con ella? Le coseré sus facciones a una muñeca de trapo vestida con un traje ceremonial en miniatura.

Leotis Mackenzie le cortó el fleco a Destino Mackenzie, la mujer

y cuando lo supo

la Montaña de Agua Limpia,

le envió un castigo a Leotis Mackenzie por su altivez.

Destino Mackenzie, la mujer, se esfumó.2 A partir de entonces, mi Destino Mackenzie fue conocido como Destino Mackenzie, el hombre.

Supieron que Destino Mackenzie, la mujer, fue renombrada “Vuelta de

un País Lejano” porque conoció al hombre blanco3 y salió de los Grandes Lagos.

“Curaba con la niebla”

“Tuvo bastardos”

Leotis Mackenzie mataba a sus noventa y nueve apalusas. Uno a uno. De un solo tiro. Destino Mackenzie, el hombre, confundía los disparos de su padre con los relámpagos.4 Una yegua (una de las tres que había) estaba preñada y, al caer muerta, alumbró a un potrillo.

“Se le soltaron las partes”

“Solamente salió la testuz y el resto murió dentro de la panza salida entre las ancas”

Pilas de caballos muertos.

Destino Mackenzie, el hombre, lloriqueaba cuando su padre le decía Saca el estiércol de los corrales y llévalo a las faldas de la Montaña de Agua Limpio. Dile que eres el Niño del Excremento y que te tome como su hijo. Eres mi ofrenda. Tú y yo no nos parecemos en nada, ni siquiera en los orificios.

Destino Mackenzie, el hombre, ensordeció durante noventa y nueve segundos. Sacó al potrillo de las entrañas madres y lo montó desnudo. Trotaron débilmente. Por ti reanudaré la matanza, gritó Leotis Mackenzie. Pero

salieron ilesos.

“Así llegó el oro”

Destino Mackenzie, el hombre, tuvo la misma visión que llenó los ojos del Jefe Joseph antes de caer rendido a solo 40 millas de la frontera de Canadá.5

Debe de haber diez mil cabezas de caballo en ese refulgente prado.

Destino Mackenzie, el hombre,

son más de las que tenía Leotis Mackenzie

quiso beber agua

ellos tienen los pies negros porque el oro les hizo perder la cabeza.

El Jefe Joseph, entrelazando sus manos, le decía a Destino Mackenzie, el hombre Hice mi mejor esfuerzo, lo maté El Jefe Joseph formó un ovalo con sus manos y sopló sobre él Se convirtió en un turpial gorjeador Destino Mackenzie, el hombre, se vendaba los ojos con sus propias palmas

“No aparecería la primavera”6

“Se Fueron con el Espíritu Que Te Espera”.

Notas

1 Probablemente se refiera a un Pollo de las Praderas de Attwater.

2 El segundo ciclo del agua continúa hasta la fecha.

3 Era 1877 cuando la raptó el coronel del 7° Regimiento de Caballería, quien desarmó a los Lakota

en la Masacre de Rodilla Herida.

4 Desde entonces, el castigo viene disfrazado de relámpagos. Deben ser más de noventa.

5 En las Montañas Garras de Oso.

6 Lo evidenciaba un mechón suelto del cabello del Jefe Joseph.