La fundación y la obra Laura García Lorca

La fundación y la obra Laura García Lorca
Por:
  • alicia_quinones

El 15 de marzo de 1985, Laura García Lorca (Nueva York, 1953) salía al escenario para representar La zapatera prodigiosa, una pieza en tono de farsa. En ese momento, la joven actriz regresaba de Nueva York a España

con el propósito de montar el teatro de Sam Shepard, pero se encontró con esta obra. “Este apellido me ayuda y me pesa”, decía Laura en sus años de juventud, mientras que hoy se encuentra al frente de la Fundación García Lorca, donde, entre otras cosas, se promueve la obra del poeta,

y se encarga de asuntos políticos y públicos, como la búsqueda del cuerpo de Lorca en las fosas de España. Laura, hispanista graduada en Cambridge, inaugurará en los próximos días el Centro García Lorca, un proyecto que inició

en 2002, y apenas este año abre sus puertas con apoyo

de creadores como Lou Reed, Patti Smith, Hanz Magnus

Enzensberger y Paul Auster.

¿Cuál es la obra más buscada o leída de Federico García Lorca en estos tiempos?

Es difícil contestar porque tiene muchos públicos; su obra tiene todas esas capas de la cebolla. Quizás ha habido un interés mayor o más reciente en el teatro que dejó sin estrenar o sin terminar, obras como Comedia sin título o Así que pasen cinco años. Sin duda hay un interés en esas piezas en las que él tenía tanta esperanza. Lorca estaba consciente de que escribía cosas adelantadas a su tiempo y por esa razón no las estrenó, porque pensaba que iba a tener dificultades para llevarlas a escena, entre otras cosas porque hablan abiertamente de la homosexualidad y porque era un teatro absolutamente fuera de la estructura convencional, aunque también estaba muy consciente de la importancia del tema. Estas obras sin duda se están viendo más que el resto de su obra, aunque no dejen de aparecer montajes en todo el mundo de piezas como La casa de Bernarda Alba, Bodas de sangre o Yerma. En la poesía, creo que Poeta en Nueva York atrae a los más jóvenes, y los Sonetos del amor oscuro están siempre en manos de los lectores.

¿Alguna obra ha sido incomprendida?

El Romancero ha sido mal entendido durante mucho tiempo, o durante tiempos personales de los lectores. Es una obra de la que se ha hecho una lectura superficial, como la hicieron Salvador Dalí o Luis Buñuel, quienes —poco menos— le dijeron a Federico que había hecho una porquería vendida a los más conservadores, a lo peor de la poesía española y que era un traidor de la modernidad. Después, ellos mismos, Dalí y Buñuel, contaban que Federico era muy bruto, que no era consciente de lo que tenía entre manos.

¿Cuál es tu idea del mundo femenino en la obra de Lorca?

Hay un tema que está en toda su obra (en la poesía y el teatro), y sobre todo en los personajes de las mujeres, que es la imposibilidad de cumplir el deseo, de encontrarse como el agua que no tiene cauce. Ahí está en Yerma la imposibilidad de tener el hijo que para ella representa la alegría, la creación en una única forma, porque ella no tiene entre sus manos otra forma de creación, o Doña Rosita, la soltera a quien se le va el amor y vive su propio engaño. Creo que en sus personajes hay un tema: lo que no pudo ser.

La obra de Lorca ha forjado una relación estrecha con México.

En primer lugar, Federico tenía que estar aquí en el verano de 1936, porque Margarita Xirgu Subirá estaba estrenando sus obras en el Palacio de Bellas Artes, y de hecho hace poco se supo que él tenía el boleto para venir a México. Como sabemos, a José Bergamín le dejó en julio del 36 el manuscrito de Poeta en Nueva York, con una nota: “Pepe, he estado a verte, creo que volveré mañana, un abrazo, Federico”, pero nunca volvió. El libro se publicó, gracias a Bergamín, en México y en Estados Unidos, simultáneamente, en 1940. Entonces, en el 36, Margarita presentaba a Lorca cuando llega la noticia del asesinato, y el primer homenaje que se le hace fue aquí, en México, con una maravillosa obra breve de Silvestre Revueltas (“Homenaje a García Lorca”). Para nosotros, en la Fundación, era muy claro después de hacer

la exposición de Poeta en Nueva York en la

propia ciudad de Nueva York, que tenía que hacerse en México; hemos tenido retrasos tanto en España como en México por recortes presupuestales en la cultura, pero este proyecto lo vamos a retomar para el siguiente año, porque debemos celebrar ese libro en esta ciudad.

En un par de semanas se inaugura el Centro García Lorca. ¿En qué consiste?

Es un proyecto que la Fundación lleva trabajando desde hace muchos años, casi desde 2002. Arrancó en 2004 como resultado de la experiencia de la Huerta de San Vicente, y desde el año 95 me pidieron que dirigiera la Huerta, que fue la casa de verano de la familia hasta el principios de la guerra y el asesinato de Lorca. Extrañamente, en el año 95 no había ninguna institución o lugar dedicado a la obra y figura de García Lorca. Difícil de entender después de diez años de democracia. Era una casita con un jardín en el que podíamos hacer solamente actividades cuando hacía buen tiempo y con un público muy limitado. Para mí era claro que si se hacía un proyecto cultural en torno a la figura de Lorca tenía que ser internacional, y tenía que responder al alcance que tiene la obra de Lorca en todas partes.

¿Cómo te convertiste en la defensora de su obra?

Yo nunca me lo había planteado. Mi tía Isabel me pidió que fuera a Granada a dirigir la Huerta y entré en pánico, pensando en que no iba a ser capaz de hacerlo por no ser una estudiosa de la obra de Federico García Lorca, o que me venía muy grande, pero no podía decir que no. Al llegar me encontré con una labor muy importante que habían realizado mi madre y mis tías desde el exilio. En 1982 creamos la Fundación y lo primero que hicimos fue donar nuestro legado y archivos a los investigadores. Parte de ese legado fue obra de sus contemporáneos, como Dalí, y ahora se encuentra en el museo Reina Sofía. Después, ya en la Huerta, aceptaron nuestra invitación para visitarnos grandes figuras como Derek Walcott, Patti Smith, Hanz Magnus Enzensberger, Paul Auster, Patti Smith o Lou Reed.