Las Claves

Las Claves
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  • carlos_olivares_baro

Edward Simon (Punta Cardón, Venezuela, 1969): pianista de jazz y compositor. Formación de concertino clásico en la Universidad de las Artes de Filadelfia bajo la tutela de Susan Starr, y en Manhattan School of Music con Harold Danko. En su juventud empezó tocando con el guitarrista Kevin Eubanks y el saxofonista Greg Osby. Colaborador de Paquito D’Rivera, Jerry González, John Patitucci, Arturo Sandoval y Don Byron, entre otros. Simon es un cotizado instrumentista en Estados Unidos. Actualmente imparte clases en la Nueva Escuela de Jazz y Música Contemporánea de Nueva York.

Latin American Songbook (Sunnyside Records, 2016): álbum con siete canciones del repertorio latinoamericano trasladadas a los bemoles del jazz latino. Formato de trío: Edward Simon (piano), Joe Martin (contrabajo), Adam Cruz (batería). Piezas de Argentina: “Libertango” (Astor Piazzola) / “Volver” (Carlos Gardel) / “Alfonsina y el mar” (Ariel Ramírez), Puerto Rico: “Capullito” (Rafael Hernández), Chile: “Gracias a la vida” (Violeta Parra), Brasil: “Chega de Saudade” (Antonio Carlos Jobim) y Cuba: “En la orilla del mundo” (Martin Rojas). Todos los arreglos de Edward Simon.

“Libertango”: el contrabajo suscribe los signos rioplatenses mientras el piano glosa la melodía y la batería reitera las proporciones de la cadencia. “Alfonsina y el mar”: piano empinado que se regodea en el motivo melódico y contrabajo que deletrea dibujos de zamba. “Capullito”: prólogo de rumba que desemboca en hiladas de danzón-cha para regresar a la cumbancha en montuno monkiano del piano, que batería y contrabajo respaldan. “Volver”: tempo tango/funk en recreación de la melodía desde sugerentes dibujos rítmicos/armónicos. “Gracias a la vida”: nostálgicos clústeres del pianista venezolano en la enjundia melódica que el contrabajo pulsa en el centro del silencio. “Chega de Saudades”: refulgente concepción consonante (armónica) de los tres instrumentistas. “En la orilla del mundo”: bolero filin cubano que Simon colorea con febril repaso desde transidas evocaciones.

El jazz latino es un cosmos de amagos y también una aventurada incursión, no sólo por los espacios rítmicos, sino también por los signos de propuestas armónicas en sugestivo pañuelo. Cuando Thelonious Monk, desde el bebop, conforma las primeras señas de la vanguardia ya estaba dibujando los parámetros de lo que sería pocos años después el cubop (Machito, Bauza, O’Farrill). “Manteca” (Chano Pozo/Gilliespie): secuela de las improntas de grandes pianistas. Horace Silver, Bud Powell, McCoy Tyner, Oscar Peterson, Ahmad Jamal, Bill Evans, Chick Corea o Herbie Hancock han trazado coordenadas entre lo afrocubano y las síncopas de New Orleans. No olvidar esas dos obras maestras: Rumba para Monk (Jerry González, 1988) y PanaMonk (Danilo Pérez, 1996). / Zurrón de cánticos entrañables: ventura que los certificados del jazz latino enaltecen desde el secreto de la pureza y la sinceridad instrumental de tres virtuosos. El venezolano Edward Simon regala un álbum memorable cuya acentuación se queda bramando en las invocaciones de los melómanos.