Lecciones de molusco

Lecciones de molusco
Por:
  • jesus_ramirez-bermudez

En el año 2006, un científico llamado Eric Kandel publicó un libro titulado En busca de la memoria, que narra una historia de vida que tuvo como eje principal la investigación acerca de los cambios que sobrevienen en el sistema nervioso durante los procesos de aprendizaje. Sin temor a exagerar, podríamos decir que la ciencia de la memoria puede dividirse en dos etapas: antes y después de Kandel. En justicia diré que también escribió el gran clásico académico de las neurociencias: me refiero al libro Principios de neurociencia.

En su autobiografía, Eric Kandel relata que su nacimiento sucedió en 1929 en el seno de una familia judía askenazi, en Viena. La capital austriaca era una de las capitales de la tradición neuropsiquiátrica debido, entre otras cosas, a la estela de enigmas, controversias y maravillas dejadas por otro gran médico judío: Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Años después, Kandel decidió seguir los pasos de Freud para convertirse en psicoanalista. Según los psicoanalistas de corte clásico, la formación de múltiples síntomas psiquiátricos, las ensoñaciones, el significado de las obras de arte, los actos fallidos cotidianos, los famosos lapsus linguae y, en fin, los mecanismos psicológicos de defensa, están todos vinculados por el famoso inconsciente freudiano. Su autor Freud pensaba que el estrato inconsciente de la mente está formado, a su vez, por mecanismos de represión, los cuales resultan del conflicto entre la cultura (con todas sus leyes y normas morales), y la naturaleza instintiva y biológica del ser humano. En fin: para Eric Kandel, todo este “inconsciente freudiano” puede entenderse como un arreglo particular de la memoria. Entre otros motivos, la pasión por el psicoanálisis (considerado en los círculos científicos norteamericanos como una disciplina sin validez científica) llevó a Kandel a investigar la biología molecular de la memoria.

En 1938, cuando los nazis decidieron anexar Austria a su zona de control, los ataques racistas contra judíos se volvieron realmente peligrosos. Entre otros factores, se hizo oficial la política de confiscar los bienes materiales de estos grupos humanos. Esto llevó a Sigmund Freud a dejar Viena con su familia, rumbo a Londres. De la misma manera, la familia de Eric Kandel dejó la ciudad de manera gradual: en 1939, Eric, de nueve años, y su hermano Ludwig, de catorce, tomaron un barco hacia Nueva York, donde los esperaba su tío. Tiempo después, sus padres siguieron el mismo trayecto.

En Estados Unidos, Kandel hizo estudios de pregrado en el área de las humanidades. Escribió un ensayo sobre las actitudes de varios escritores alemanes hacia el movimiento nazi, entre ellos el famoso escritor Ernst Jünger, un opositor temprano de las políticas de Hitler. Allí, en la universidad de Harvard, los intereses de Kandel quedaron atrapados entre dos polos aparentemente irreconciliables: por una parte, su amistad con la hija de un matrimonio de psicoanalistas reforzó su interés en las complejidades de la subjetividad humana. Por otra parte, la universidad estaba dominada por el conductismo de B. F. Skinner, centrado en la investigación experimental del aprendizaje. De alguna manera, el trabajo neurocientífico de Kandel aparece como una salida a la tensión belicosa entre esos dos grupos: retiene todos los estándares rigurosos del conductismo, con su énfasis en el diseño experimental, las mediciones precisas y el análisis matemático de los datos, pero sin devaluar o evadir la compleja problemática que aparece en campos del saber como el psicoanálisis, la literatura y las humanidades. En este sentido, Kandel aparece como un heredero de la tradición inaugurada por el filósofo Demócrito, el bisabuelo del materialismo científico, quien mostraba una actitud alegre y despreocupada frente a los enigmas de la naturaleza, y los abordaba con sensatez, pero sin perder de vista la complejidad de la existencia.

Es posible aislar un ganglio nervioso de Aplysia Californica para estudiar con detalle los cambios observados en las estructuras sinápticas.

Tras estudiar la carrera de medicina y de completar su residencia en psiquiatría, Kandel se enfocó en el estudio de la psicofisiología animal: es decir, el entendimiento de

la conducta en correlación con el estudio del funcionamiento nervioso. Tras leer los reportes de Brenda Milner, en torno a un paciente que perdió la memoria anterógrada tras una lesión quirúrgica, Kandel se interesó ¡por el estudio de una estructura cerebral: el hipocampo. Comenzó a hacer registros electrofisiológicos en neuronas piramidales de la corteza hipocampal. Sin embargo, comprendió que la organización celular del hipocampo era demasiado compleja, y que el estudio psicofisiológico de la memoria requería de manera inicial un modelo mucho más sencillo, al menos para establecer los cimientos sobre los cuales se podría generar una neurociencia de la misma.

Kandel pensaba que el aprendizaje podía asociarse a cambios en la conectividad entre neuronas, específicamente en lo que se conoce como “espacios sinápticos”, es decir, zonas microscópicas donde los impulsos nerviosos se transmiten de una neurona a otra, mediante moléculas conocidas como neurotransmisores. Para demostrarlo se dirigió a París, con el propósito de aprender con un investigador francés, Ladislav Tauc, los secretos electrofisiológicos del animal más sencillo que podría ser útil para la investigación: el famoso molusco Aplysia Californica. Kandel observó claras ventajas con el estudio de este animal. Desde el punto de vista conductual, es posible realizar experimentos de aprendizaje en el molusco, a la manera del conductismo clásico, para conocer fenómenos de habituación, sensibilización y condicionamiento. Desde el punto de vista neurobiológico, es posible aislar un ganglio nervioso de Aplysia Californica para estudiar con detalle los cambios observados en las estructuras sinápticas.

El doctor Kandel logró darnos claves indispensables para conocer la dimensión física, química y biológica de los procesos de aprendizaje, que en última instancia permiten la formación de nuevos recuerdos. En la terminología científica se dice que estos procesos son necesarios para la consolidación de las huellas mnésicas, es decir, los engramas, cuando estos pasan desde la memoria de corto plazo hacia la memoria de largo plazo. Al mostrar los cambios físicos que emergen como resultado del aprendizaje, Kandel contribuyó a establecer un puente sólido y transitable entre las ciencias de la mente y el comportamiento, por una parte, y las ciencias químicas y por la otra. Y así hemos empezado a comprender la materialidad que subyace a los procesos mentales, pero también los posibles caminos para modificar nuestra propia estructura cerebral a través del conocimiento. Sus investigaciones son los cimientos para conocer la plasticidad cerebral. Le valieron el Premio Nobel de Medicina del año 2000. Quienes lo conocen personalmente, saben que Kandel ha sido un ejemplo de creatividad y resiliencia, y en particular, de una capacidad inusual para enfrentar los problemas de la naturaleza con una risa franca y abierta, como lo hiciera el filósofo Demócrito veinticinco siglos antes.