Lo transgénero según David Ebershoff

Lo transgénero según David Ebershoff
Por:
  • alicia_quinones

Hace más de quince años, David Ebershoff (California, 1969) publicó por primera vez La chica danesa, un libro que en su primera oportunidad pasó “sin pena ni gloria”por los estantes de las librerías estadunidenses. Fue hasta 2015 que, tras ser llevada con éxito al cine, su historia tomó nuevas dimensiones y lectores, convirtiéndose en uno de los libros más vendidos.

Profesor de la Universidad de Columbia, Ebershoff es también autor de La Ciudad de Rosa, nominado como uno de los mejores libros del año porLos Ángeles Times; Pasadena, inspirada en su ciudad natal, y La 19a mujer, novela que aborda la historia de Ann Eliza Young, acusada de poligamia en el siglo XIX. En su larga trayectoria como editor en Random House, de su mano han sido publicados autores como Diane Keaton, Davit Mitchell, Billy Collins, entre otros. También fue editor de Norman Mailer y Jane

Jacobs en sus últimos años de vida. Ebershoff tiene poco tiempo, así que la entrevista comienza en un pasillo. ¿Cuál es el verdadero valor de un

editor? “La intuición”, responde mientras recuerda que trabajar con la obra póstuma de Truman Capote fue una de sus grandes aventuras. ¿Volverías a ser editor? “Quizá sólo de mi propia obra”, responde antes de sentarse a conversar sobre La chica danesa y los derechos humanos.

¿Cómo vives las ciudades y los destinos a los que tu obra te ha llevado? Para tu obra, las ciudades son personajes incluso antagónicos.

Un gran ejemplo de cómo habitar las ciudades es México, que tiene sitios hermosos. Disfruto del hecho de caminar por sus calles, porque es como viajar en el tiempo, siglos atrás. Por supuesto, también están los colores, la luz del sol; el hecho de que los artistas y la creatividad son reverenciados aquí (en San Miguel de Allende), lo convierte en un lugar acogedor con gente de todas partes del mundo. México (y sus ciudades) pertenece tanto al pasado como al presente: eso es algo que me fascina.

Otro de tus grandes personajes es la condición LGBT en hombres y mujeres.

De la literatura aprendí sobre lo poco que se conocía del tema. Yo sabía y sé que, aún hoy en día, salir del clóset como transgénero, reconocer quién eres, decírselo a tu familia y amigos, a tus colegas en el trabajo, a tu comunidad, es un reto mayúsculo que necesita mucha fuerza interior y valor; mucha gente tiene dificultades con eso.

¿Qué ha cambiado?

Creo que esa es la situación. Cuando estuve trabajando en La chica danesa (en los años noventa), pensé: “Si eso es tan difícil ahora, imagínate lo difícil que debió ser en los años veinte cuando nadie, o la mayoría de las personas, no había escuchado hablar ni estaba en su imaginario la idea de ser transgénero. Era algo totalmente nuevo.

¿Qué significó en tu vida personal La chica danesa?

Yo creo que la manera en la que concibo el legado de La chica danesa no es tanto para mi vida, sino para la de Lili Elbe: ella es “la chica danesa”, el personaje principal del libro y de la película, y es significativo porque ahora su vida es mucho más conocida de lo que ella consiguió. Se sabe quién fue y lo valiente y pionera que fue. Puedo decir que hoy la historia es muy distinta a cuando empecé a escribir este libro, hace veinte años.

¿Fue uno de tus primeros libros?

Fue mi primer libro, salió a la venta en el año 2000. Tuvo una corta vida.

Como editor, una segunda vida puede parecer una especie de suerte.

Así es. Durante casi veinte años tuve dos profesiones de tiempo completo. Trabajé como editor para Random House, edité muchos, muchos libros, y escribí solo cuatro. Pasaron muchos años para que apareciera la película basada en La chica danesa, así que tuvo una segunda vida junto con la cinta, y una vida más larga gracias a eso. Obviamente hoy muchas personas saben del libro por la película y premios como el Óscar, y yo estoy muy agradecido por ello. Así que, para mí, ese es el legado más importante. Lili Elbe es una mujer que hizo algo muy valiente, miró dentro de sí misma y dijo: “Ésta es quien soy yo. El mundo no me mira como soy en realidad, y yo voy a convertirme en quien de verdad soy”. ¡Imagínate hacer eso hace casi cien años! Es muy valiente e inspirador. Lili no solamente tuvo que mirar dentro de sí misma y entender quién era, ella no podía mirar al exterior y mirar alguna versión de ella, de verdad, no había nada en línea, nadie en los medios de comunicación. Ella fue una pionera. Tuvo que inventarse a sí misma, por así decirlo, sin modelos a seguir o gente que hablara, sin organizaciones que defendieran sus derechos, sin una comunidad. Y yo pensé: “¡Esa es una cosa muy, muy difícil de hacer! Y sólo un individuo extraordinario pudo enfrentarla y salir victorioso”.

Los derechos humanos han sido ejes

literarios, ¿cómo los evalúas hoy en día, en Estados Unidos y frente a la administración de Trump?

Hubo muchos avances durante la presidencia de Obama. Los matrimonios del mismo sexo se podían realizar como trámite a nivel federal, se alcanzó la igualdad de matrimonio en todos los estados del país durante su mandato. Se creó conciencia con respecto a la igualdad LGBT y, además, en los últimos años ha habido mucha toma de conciencia sobre los problemas de los transgénero en particular, pues se había vivido bajo mucha ignorancia y fanatismo. Los derechos gay han progresado un poco más que los derechos transgénero, pero desafortunadamente, con la ignorancia y el fanatismo se derrumban en algunos casos. Con Trump estamos en un punto en que hay muchas preguntas sobre qué va a pasar en el futuro y no me gusta que en diversas comunidades de Estados Unidos muchas personas tengan motivos para temer que ese progreso se revierta.

¿Cuál es la verdadera tarea de un escritor frente a otras artes tan populares como la música?

Soy aficionado a la ópera: me gustan las historias y su carácter. Me encanta esta idea de que eso es lo que hacemos como escritores: encontrar un lenguaje que muestre las experiencias de una persona y sus emociones.

Tenemos que encontrar un lenguaje que describa lo que hagan, digan, piensen y sientan, y la ópera presenta el mismo reto: diferentes maneras de usar el lenguaje. Ése es el lenguaje de las letras y también el de la música. Es una especie de búsqueda de cuál es el lenguaje más puro para representar el momento o la emoción de estos personajes en particular, o de esta gente. Me gusta la música antigua, cuando las letras tenían un significado, eran inseparables de la música y eran creadas por escritores.