Mantequilla Nápoles: Los vestigios de una leyenda

Mantequilla Nápoles: Los vestigios de una leyenda
Por:
  • maricarmen-sanchezambriz

Cuenta Julio Cortázar que, con un libro bajo el brazo, entraba a las diferentes funciones de boxeo. En París no perdió la oportunidad de ver la pelea de Carlos Monzón vs. Mantequilla Nápoles, en una carpa improvisada por Alain Delon, y sus recuerdos giraban en una espiral por todo lo que había leído cuando era niño. En  Alguien que anda por ahí (1977), el narrador argentino incluye el relato “La noche de Mantequilla”, donde describe el ajetreo de los aficionados mexicanos por apoyar a Nápoles contra la solidaridad irreverente de los argentinos por Monzón. En ese texto Cortázar realizó un ajedrez de un cuento político y gangsteril que trascendió a la sorpresa cuando muchos se enteraron que fue testigo de esa noche triste de Mantequilla Nápoles y la lluvia de sombreros de charro que lo acompañaron.

La pelea, pactada a doce rounds, terminó antes de comenzar el séptimo asalto. La esquina de Mantequilla Nápoles lanzó la toalla para evitarle más castigo de los puños de Monzón.

De Mantequilla Nápoles decían que sus movimientos sobre la lona se parecían a los de una pantera negra. José Ángel Nápoles Colombat, boxeador cubano naturalizado mexicano, asombraba por la elegancia y precisión que imponía a cada golpe, certero, contundente. Era un habilidoso en el llamado arte de la defensa y el ataque; se calcula que este grande del boxeo, ex campeón de peso welter, sostuvo más de quinientas peleas a lo largo de su vida.

Hace cuatro años, por iniciativa de la Compañía de Teatro Línea de Sombra, fue remodelado el gimnasio donde Mantequilla Nápoles entrenaba jóvenes en Ciudad Juárez, Chihuahua. A partir de ese momento, a sus 73 años, la leyenda del pugilismo cobró vida de nueva cuenta y volvería a guiar a las nuevas generaciones. La idea de darle un aire distinto al gimnasio fue porque estaba en completo abandono. De forma paralela a las labores de reconstrucción, la compañía de teatro se propuso contar su experiencia a partir este proyecto que se llamó Baños Roma, el nombre del gimnasio.

Como las ciudades invisibles de Italo Calvino, Ciudad Juárez es casi una metrópoli imaginaria, cuya historia más que palparse se adivina por una serie de conjeturas. Aquí había esto, colocaron algo de este lado, cerró tal sitio, ya no existe ese restaurante. El paisaje agreste se enfatiza con los perros sin dueño que deambulan de un sitio a otro. Ciudad Juárez duele en la conciencia de sus ciudadanos, acaso como otras ciudades del país que viven inmersas en la inseguridad y el narcotráfico.

Jorge Vargas, director de Teatro Línea de Sombra y su equipo encontraron los Baños Roma en total abandono. Figuraba todavía la colección de veladoras que el boxeador cubanomexicano acostumbraba encender antes de un combate para encomendarse a la Virgen de Guadalupe; además de las credenciales olvidadas de algunos jóvenes que quisieron seguir los pasos de Mantequilla en el cuadrilátero, pero también había polvo y olvido, los vestigios de una leyenda.

Como otras personas que quieren conocer a Mantequilla, pensó que sólo querían entrevistarlo, tomarse fotos con él y ver sus cinturones de varios campeonatos. Pero le sorprendió que la gente de teatro en realidad quería reactivar su gimnasio y que volviera a ser asesor de nuevos rostros.

Tanto para el director de escena como para los actores fue muy revelador descubrir historias alrededor de Mantequilla y saber, por ejemplo, que perteneció a una agrupación de música guapachosa, realizó un par de fotonovelas y participó en la película El Santo y Mantequilla Nápoles contra La Llorona (1974), dirigida por Miguel M. Delgado.

El 14 de marzo de 2013 se reinauguró el gimnasio Baños Roma, así como un memorial dedicado al ídolo, espacio que fomenta el deporte y la cultura local; en ese año se presentó la obra de teatro Baños Roma en varias ciudades del país.

Cuando peleaba el boxeador de origen cubano, los campeonatos mundiales eran de quince rounds, hoy son de doce. José Ángel Mantequilla Nápoles tiene ahora casi 80 años, vive con su esposa Bertha y cada que su memoria se lo permite habla del pasado o permanece en un estado de completa lasitud. Le han diagnosticado demencia senil, enfisema pulmonar, diabetes y Parkinson.

En las últimas semanas, el estado de salud del ex campeón de peso welter se ha deteriorado. Mantequilla Nápoles, como otros grandes del cuadrilátero, sabe del silencio de un cuerpo que lucha por transformar sus pensamientos en palabras.