Otra de porros

Otra de porros
Por:
  • alejandro_de_la_garza

El alacrán ha estado pendiente de la investigación sobre el ataque de los porros a la marcha estudiantil del pasado 3 de septiembre frente a la rectoría de la UNAM, así como de la consignación de los agresores y las reacciones de condena a estas jaurías de ataque, por lo general auspiciadas desde oficinas burocrático-universitarias, tal como lo prueba la historia, pues los porros existen al menos desde los años cincuenta, cuando se inauguró la Ciudad Universitaria.

Para muestra, el escorpión revive en plan vintage un episodio ocurrido el 14 de marzo de 1975, cuando el venenoso reptaba por los terrenos de la vieja Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, un edificio pequeño en contraste con las moles arquitectónicas de las facultades de Derecho, Economía y Ciencias, entre las cuales se encontraba enclavado antes de la apertura de la nueva facultad, ubicada desde los noventa sobre el Circuito Exterior Universitario.

Aquel 14 de marzo, el presidente Echeverría quiso inaugurar los cursos universitarios de 1975. El contingente de guardaespaldas, porros, miembros del Estado Mayor Presidencial, funcionarios universitarios y de la presidencia llegó a la Facultad de Medicina en medio de una genuina revuelta. El Estado Mayor, al mando de Jorge Carrillo Olea, ya había reconocido el terreno y ubicado grupos de porros e integrantes de ese cuerpo militar para controlar el acceso y los alrededores de la facultad y del Auditorio Salvador Allende, adonde llegó la caravana abriéndose paso a golpes y, literalmente, a latigazos y fuetazos.

"Los estudiantes gritábamos ¡Fuera asesino de la UNAM!, ante las miradas gélidas del entonces rector Soberón".

Los estudiantes gritábamos “¡Fuera asesino de la UNAM!”, ante las miradas gélidas del entonces rector Guillermo Soberón (“soberbión”, le decíamos) y del secretario de Educación Pública, Víctor Bravo Ahuja (¿y José Narro?). El numerazo no duró ni quince minutos ante la presión de la revuelta estudiantil, ya a punto de vencer la resistencia de los grupos de porros y soldados. Crispado, Echeverría pronunció su discurso plagado de críticas a “la gritería anónima” y de acusaciones de “jóvenes del coro fácil”, “así gritaban las juventudes fascistas”.

Desbordadas las líneas de contención por el estudiantado, vino la graciosa huida por alguna de las puertas traseras ya identificadas por Carrillo Olea. En la estampida se pudo ver al rector saltar las jardineras del estacionamiento mientras el presidente recibía la famosa pedrada en la frente. Este aquelarre es visible en YouTube.

Años después, Carrillo Olea relataría aquella incursión y aseguraría que Echeverría se carcajeaba mientras lo sacaban a escondidas de CU en un vehículo particular. Pero en la batida contra los porros no hubo risas para los estudiantes, recuerda el venenoso.