Preguntas y respuestas

Preguntas y respuestas
Por:
  • francisco_hinojosa

Con frecuencia tengo contacto con estudiantes, desde niños de edad preescolar hasta jóvenes universitarios, tanto de escuelas públicas como privadas. Por lo general leo, según el grado, La peor señora del mundo o A los pinches chamacos, y a partir de la lectura desato una charla. Al final, siempre hay preguntas que inevitablemente se repiten: “¿En qué te inspiraste, por qué eres escritor, cuántos libros has escrito, cuál es el más ‘gordo’, vas a escribir una segunda parte, eres famoso?” A veces también me piden que les diga qué sigue después del final, y la respuesta es la misma: yo conozco el mismo libro que tú.

En fechas recientes estuve en varios colegios públicos de Iztapalapa dentro de un programa titulado El Fondo visita tu escuela, que incluye la participación de autores, ilustradores y cuentacuentos. A pesar de encontrarse en zonas muy marginadas, el entusiasmo de alumnos, maestros y autoridades escolares ha sido muy impactante. Una de las escuelas fue eliminada del programa a pesar de haber sido seleccionada previamente por ser muy combativa. Como ya nos esperaban y se habían preparado para recibirnos, uno de los maestros consiguió nuestros teléfonos y nos pidió, a El Fisgón y a mí, que fuéramos por nuestra cuenta. Aceptamos, por supuesto, aunque al final volvieron a incluir a la escuela. Hubiera sido inaceptable dejar a tantos niños con sus preguntas en la boca.

El pasado octubre fui invitado a un programa del Instituto Distrital de las Artes llamado “Bogotá contada”, que consiste en llevar a escritores de distintas partes de Hispanoamérica (incluidos algunos colombianos) y España para que escriban sobre la ciudad. Los textos resultantes se publican en una colección llamada Libro al viento, de distribución gratuita. Han pasado por allí Alberto Barrera, Bef, Fernanda Trías, Fabio Morábito, Gabriela Wiener, Élmer Mendoza, Wendy Guerra, Rodrigo Rey Rosa e Ivan Thays, entre otros. Mi agenda, bastante nutrida, incluía conversatorios, visitas a escuelas, encuentros con madres de familia con bebés en brazos, entrevistas, la exhibición de una película y la presentación de una obra de títeres, estas dos últimas basadas en libros míos. Una de esas actividades se llevó a cabo en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, del Fondo de Cultura Económica, situado en el viejo barrio de La Candelaria. Se trató de una conversación con un autor colombiano de libros para niños, además de pediatra: Francisco Leal Quevedo, y una treintena de colegiales. Las preguntas y las respuestas fueron las mismas que siempre me formulan y que contesto de manera muy similar, salvo la que me formuló una niña que se mostró tímida para hacerme la pregunta que tenía en mente. Al fin Francisco Leal, que también podría ser psicólogo infantil, logró que la formulara: “¿Estás loco?” No sé qué hice que provocara en ella esa sensación de que quien estaba al frente le fallaba un tornillo. Por supuesto tuve que admitir que algo tenía de razón.

Días después me llevaron a un “encuentro con la comunidad educativa del proyecto pedagógico Chilenka” en la escuela Liceo Nuevo Chile. Pasé por cada una de las aulas para escuchar por boca de sus autores cuentos y otros textos de carácter ecológico y personal. Al final hubo un concierto de la orquesta escolar, de corte andino, con guitarras, zampoñas y tambores. Y como despedida una sesión de preguntas. Más que un cuestionamiento, un niño me hizo una solicitud: “¿Podrías escribir un libro que se llame Mi papá tiene muchas deudas?” Hubiera querido escuchar dudas y no deudas. Mi carácter empático me habría llevado a darle un abrazo y quizás a prometerle pensarlo, pero su invitación a escribir sobre algo que ciertamente sufría me dejó paralizado. Si en un cuento como La peor señora del mundo, la encarnación del mal es combatida con imaginación, por qué no solucionar, así sea de manera ficticia, el problema que enfrenta no uno, sino millones de niños en el país, cuyos padres están desesperados por los apuros económicos que enfrentan a diario. Por supuesto que voy a escribir un cuento basado en esa petición.