Resistencia a las pérdidas

Resistencia a las pérdidas
Por:
  • jesus_ramirez-bermudez

¿Existen realmente personas capaces de sobreponerse a cualquier adversidad? Una de las cosas que aprendemos como científicos al estudiar grandes grupos humanos de cientos o miles de individuos, es que hay toda clase de adversidades y desenlaces. Algunas personas pueden desarrollar depresión mayor, aun sin haber padecido adversidades familiares o sociales. En estas personas existen factores genéticos más prominentes o enfermedades neurológicas que lesionan en forma directa las estructuras de lo que se llama a veces el cerebro emocional. La historia ofrece biografías de mujeres y hombres con una enorme resiliencia, capaces de encontrar la salida frente a graves problemas de vida, que llevan a otros hacia las adicciones, la ansiedad y la depresión, o definitivamente hacia el suicidio. Una de estas historias que muestran los caminos de la resiliencia pertenece al escritor inglés Aldous Huxley, quien nació en 1894, en una familia de escritores y científicos. Heredó una tradición intelectual familiar de enorme riqueza y hay que aceptar que sus hermanos fueron aún más exitosos que él en vida; su hermano mayor, Julian, fue el primer director general de la UNESCO y la monarquía británica le otorgó el título de Caballero. El hermano menor, Andrew, recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1963.

Al parecer, la infancia de Aldous fue casi idílica: “Había una firme amistad con sus hermanos. Aldous adoraba a su madre, quien aparentemente tenía una integridad resplandeciente, una profunda simpatía humana y una gran autoridad”. Su vida dio un giro trágico al entrar en la adolescencia. Cuando Aldous tenía catorce años, su madre contrajo cáncer. La muerte provocó la separación de la familia, a pesar de lo cual Huxley pudo concentrarse en sus estudios. Sin embargo, cuando tenía quince años, su vida académica fue interrumpida en forma abrupta por una enfermedad. Sus ojos lucían enrojecidos y muy pronto perdió agudeza visual casi por completo. Lo más probable es que hubiera contraído una keratitis punctata, la cual produce una opacidad de la córnea que limita la vista. Sus estudios quedaron interrumpidos y su preciada colección de libros (entonces inútil) fue enviada a la casa de su padre.

Aldous se adaptó con una actitud estoica a la discapacidad visual. Aprendió a leer mediante el sistema Braille, que tiene una ventaja, según él: es posible leer en la noche sin que la mano se enfríe, ya que es posible mantener el libro bajo las cobijas. También usó esa situación para aprender a tocar el piano, algo que puede llegar a aprenderse con base en la memoria espacial, a pesar de sufrir serias limitaciones de la vista. La temporada de discapacidad visual duró dieciocho meses y la mejoría fue gradual, aunque nunca completa. Esta discapacidad le impidió participar en las maniobras bélicas de la Primera Guerra Mundial, si bien prestó sus servicios como voluntario, impartiendo clases y cortando leña. En vez de lamentarse, Aldous buscó por todos los medios recuperar la vista. Al empezar la recuperación, insistió en andar en bicicleta, aunque debía hacerlo siguiendo el trayecto de otra persona ya que la falta de una visión panorámica le impedía tomar decisiones para desplazarse por las calles. Lo más sorprendente es que en ese periodo usó una máquina de escribir para redactar una novela de 80 mil palabras que nunca pudo ver, y que ahora resulta imposible conseguir.

"Otro factor significativo en las capacidades resilientes de Huxley fue el descubrimiento de una forma de espiritualidad orientalista conocida como Vedanta”.

Algunas décadas después, Huxley dedicó unas páginas a la narración de esta experiencia de pérdida visual. Lo hizo en el prólogo del libro titulado, precisamente, El arte de ver, que publicó a los 48 años y donde se puede comprobar que su visión nunca se recuperó de forma total. De hecho, afectaba uno de los temas más sensibles para un escritor: la capacidad para la lectura. Debía usar un lente de aumento, así como unas gotas de una solución con atropina. Mediante este medicamento la pupila se mantiene dilatada por más tiempo, garantizando una mayor entrada de luz a la retina. De esta manera, Aldous Huxley lograba que el más eficiente de sus ojos lograra distinguir los signos de la escritura.

Cuando Aldous tenía veinte años, su hermano Trev cayó en una profunda depresión. Al parecer, se trataba de un joven sensible, generoso, pero con una tendencia a la ansiedad, todo lo cual lo llevó a una hospitalización psiquiátrica, en el mismo lugar donde su hermano Julian Huxley había estado unos años antes. Con esto quiero enfatizar que, si bien la herencia cultural de la familia Huxley era formidable, no podemos decir lo mismo de la herencia neuropsiquiátrica: por lo menos dos hermanos de Aldous sufrieron cuadros psiquiátricos, quizá de tipo depresivo, suficientemente graves como para llevarlos a ser hospitalizados. Un sábado de verano, aunque parecía encontrarse de buen ánimo, Trev salió a dar una caminata y nunca regresó. Una semana después su cuerpo fue encontrado: se había ahorcado. El cadáver colgaba de un árbol. A pesar de esas pérdidas y las limitaciones en su salud, sobre todo el cáncer en su etapa final, Huxley desarrolló una carrera ambiciosa dedicada a las letras, y ciertamente muy prolífica: en vida publicó 24 volúmenes de ensayo, diez novelas, seis libros de relatos y seis volúmenes de poesía.

Según sus propias palabras, además de la cultura y la creación literaria, otro factor significativo en sus capacidades resilientes fue el descubrimiento de una forma de espiritualidad orientalista conocida como Vedanta, según puede apreciarse en su obra La filosofía perenne. Cuando su esposa murió de cáncer, el sufrimiento no derrotó a Huxley.

¿Por qué razón no cayó en un estado de improductividad y depresión mayor tras la muerte de su madre, el suicidio de su hermano, su evento prolongado de ceguera, el cáncer de su mujer y el suyo propio? Sin duda, su creatividad literaria y sus capacidades de reflexión filosófica fueron recursos muy útiles al servicio de la resiliencia. También es muy probable que el ambiente de gran riqueza intelectual y artística en que fue educado durante la infancia haya contribuido a tener una mayor fortaleza intelectual frente a los eventos adversos. El asunto de la espiritualidad no puede descartarse como herramienta eficaz para luchar frente a la adversidad en un entorno de incertidumbre.

Cuando él mismo padeció cáncer de garganta, todavía tuvo la claridad de ánimo suficiente para escribir su última novela y para rechazar el título de Caballero de la orden británica, por sus profundos desacuerdos con la monarquía y el gobierno de Inglaterra, a los que consideraba agentes hipócritas. Decía que por una parte actuaban como héroes de la civilización tras el desastre de las guerras mundiales, pero por otro lado mantenían su sistema de explotación laboral y comercial sobre países del Tercer Mundo.