"Retorno" y otros poemas

La poesía venezolana suma autores de primer orden, como José Antonio Ramos Sucre y Rafael Cadenas; también ha contado con poetas mujeres, como María Calcaño (1906-1956). Por versos que desafiaron
las convenciones, como “Ni tú, ni el cielo / ni nada / podrán con mi grito indomable”, se le llamó
“escandalosa” con su primer libro, Alas fatales (1935). Publicamos un adelanto del Material de Lectura
—con nuevo diseño— que Libros UNAM le dedica en la Colección Vindictas y será presentado en la FIL Guadalajara.

"Retorno" y otros poemas
"Retorno" y otros poemas
Por:

RETORNO

NO ME BESES, madre!...

Hoy traigo los labios manchados con otros.

No son como antes

dos pétalos blancos;

hoy los tengo rojos.

No me riñas, madre!

si pena te traje,

que estoy deliciosa...

Si no quieres verme

morir de bochorno,

no me beses, madre!

Ya no es jugo sano

lo que mis labios dan.

DE CANCIONES QUE OYERON MIS ÚLTIMAS MUÑECAS 

HABÍA OLVIDADO las muñecas 

por venirme con él.

De puntillas,

conteniendo el aliento

me alejé de mis niñas de trapo 

por no despertarlas...

Ya me iba a colgar de su brazo, 

a cantar y a bailar

y a sentirme ceñida con él: 

como si a la vida

le nacieran ensueños!

Yo no llevaba corona,

pero iban mis manos colmadas 

de bejucos floridos de campo, 

de alegría, de amor, de fragancias.

Muchas noches pasaron encima 

de aquella honda pureza sagrada. 

Todo el cielo volcado en nosotros!

Había olvidado las muñecas.

Ahora él se ha ido.

Lo mismo.

Despacito, por no despertarme...

PERDIÓ LA MUERTE

SUS BUENOS DÍAS

TENER QUE morirme

en esta época

con una muerte

tan desacreditada.

Antes llegaba ella

con su paso natural

y nos desvanecía...

Cómo no fui de aquellos tiempos.

Morir era simple: 

apagarse tranquilos, 

y reposar

sin más ni más.

Sin haberla ahuyentado 

con el corte de un seno, 

de una garganta...

con el tropel de alambre

del electrocardiograma 

sobre el corazón vencido.

Oyéndola

roer su media presa

¡qué deseo loco

de ir por fin con ella!

Y tocarme a mí ahora 

esta muerte sabihonda, 

muerte de clínica y de

 laboratorio,

metida en cámara

de oxígeno,

entre penicilina

y radioterapia...

Irme con esta muerte 

tan antipática

y con tantos siglos encima, 

me da pena...