"Tenía diez años y escribía sobre la muerte"

Louise Glück

La poeta Louise Glück, en una foto de archivo.
La poeta Louise Glück, en una foto de archivo.Especial
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TRADUCCIÓN • JULIA SANTIBÁÑEZ

Me siento pasmada de que hayan elegido [dar el Nobel] a una poeta lírica estadunidense, de raza blanca. No tiene sentido. Ahora mi calle está llena de periodistas. La gente me repite qué humilde soy, yo no soy humilde, pero pensé: provengo de un país que hoy no cuenta con las simpatías de muchos, y soy blanca, y he recibido todos los premios.

Me parecía muy improbable que alguna vez tuviera que lidiar con este hecho.

Asumo que mis luchas y mis alegrías no son particulares. No me interesa poner el foco de atención sobre mí o mi vida individual, sino sobre las luchas y alegrías de los seres humanos, que nacen y luego son obligados a irse. Creo que escribo sobre la mortalidad porque para mí fue un golpe tremendo descubrir, cuando era niña, que la vida no nos es dada para siempre.

Suelo escribir erráticamente, sin disciplina fija. Durante unos cuatro años trabajé en un libro que me atormentaba. [Con la pandemia], a fines de julio y durante agosto, sin esperarlo, escribí poemas nuevos y de pronto me di cuenta de que podía darle forma a ese manuscrito para terminarlo. Fue un milagro. Las emociones habituales de euforia y alivio se vieron comprometidas por el Covid, porque debí lidiar con mi terror diario y las limitaciones impuestas a mi vida cotidiana.

He escrito sobre la muerte desde que empecé a escribir. Literalmente tenía diez años y ya escribía sobre ello. Sí, claro, era una niña alegre; envejecer es más complicado. No implica solamente que estás más cerca de morir, sino que las facultades con las que contabas —gracia y fortaleza del cuerpo, agilidad mental— están en riesgo y bajo amenaza. Es muy interesante pensarlo y ponerlo por escrito.

Quien escribe toma sustancia y combustible de sus primeras memorias, de lo que le cambió, cimbró o emocionó durante la infancia. Mis padres eran visionarios y me leían los mitos griegos; cuando pude leer por mi cuenta seguí frecuentándolos. Esos dioses y héroes eran más vívidos para mí que los demás niños pequeños de la cuadra en Long Island.

Cuando una da clases está sumergida constantemente en lo nuevo, lo inesperado. Debe reacomodar sus ideas para extraer de sus alumnos lo que les emociona. Mis estudiantes me asombran, me deslumbran. Aunque no siempre puedo escribir, siempre puedo leer lo que otros han escrito.

Fuente: The New York Times, 10 de octubre, 2020.

https://www.nytimes.com/2020/10/08/books/louise-gluck-nobel-prize-literature.html