Vicios homo-patriarcales

Vicios homo-patriarcales
Por:
  • alejandro_de_la_garza

Pendiente de una viga del techo, el alacrán revisa los textos de varios intelectuales y columnistas de prensa donde se burlan sin recato de las organizaciones de mujeres feministas —calificándolas de feminazis— por denunciar los patrones homo-patriarcales imperantes en la sociedad mexicana.

Y no es sólo la ignorancia de las bases teóricas del pensamiento feminista, de su desarrollo y periodización en al menos tres momentos históricos (su surgimiento, el avance de los años sesenta y setenta, y el post-feminismo actual) lo que inquieta al arácnido, sino la negación consuetudinaria de la realidad practicada por la mentalidad misógina.

Para muestra, el escorpión acude a los resultados recientes de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), donde la Ciudad de México se distingue en primer lugar por los mayores índices de violencia de género. En nuestra “progresista urbe de avanzada”, 79.8 por ciento de las mujeres ha sufrido violencia de tipo emocional, económica, física o sexual, o ha padecido discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario, familiar o de pareja. Cifra por encima de la ya elevada media nacional de 66.1 por ciento.

Esta capital es también la primera en violencia contra las mujeres en espacios públicos o comunitarios, con 38.7 por ciento. Una violencia sobre todo de índole sexual, consistente en frases ofensivas, acecho callejero, el exhibicionismo obsceno y la agresión física del manoseo. Estos hechos ocurren mayormente en calles y parques (65.3 por ciento) y en el transporte público (13.2 por ciento en autobuses y microbuses y 6.5 por ciento en el Metro).

Cómo, entonces, insiste el artrópodo, hay quienes defienden la banalidad del piropo y las miradas sugerentes o lascivas, y aun califican de “problemas de pareja” la violencia emocional o económica (tan dañinas como los golpes), en una ciudad donde 43.9 de las mujeres (cerca de la mitad) ha sido violentada alguna vez por su pareja y la tercera parte de éstas víctimas presentó daños físicos como moretones, hemorragias; incluso, algunas debieron ser hospitalizadas y operadas por esa razón.

Al venenoso le dirán exagerado y lo enviarán de regreso a su nido en la hendidura del muro, pero jamás le harán rechazar los avances de un feminismo cuya radicalización no es espontánea o gratuita, sino producto de nuestros vicios homo-patriarcales.