Zao Wou-Ki un fuego diáfano

Zao Wou-Ki un fuego diáfano
Por:
  • alejandro pescador

Con respeto y admiración para

Lucía García Noriega y Nieto,

pionera de Zao Wou-Ki en México 1

El artista nacido en Beijing en 1920 y fallecido en Suiza en 2013 (al final de su vida se nacionalizó francés) se ha convertido en la última década en el pintor chino mejor vendido en subastas en todo el mundo. Museos, galerías y coleccionistas privados buscan sus obras. El 30 de septiembre pasado, en una subasta de Sotheby’s en Hong Kong, una pintura grande suya se vendió por 65 millones de dólares. Esto establece el mayor precio pagado hasta ahora por la obra de un pintor chino contemporáneo. Pero, ¿quién es Zao Wou-Ki y por qué sus obras han alcanzado decenas de millones de dólares? ¿Por qué museos y galerías de Estados Unidos, Europa, Japón, Singapur, Hong Kong y Taiwán compiten entre sí para obtener al menos una obra suya? ¿El solo parámetro del precio basta para apreciar una obra de arte? Las siguientes líneas intentarán responder estas preguntas.

EN EL PRINCIPIO ERA EL CAOS

Un poco de historia: Wou-Ki pasó la infancia y los años de juventud en un periodo muy caótico en la historia de China. Tras la caída de la dinastía Qing, en 1911, China se hundió en el caos. Siguió la crisis política y económica de la década de 1920 y a fines de los años treinta se desató la invasión japonesa en territorio chino. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se produjo el conflicto entre nacionalistas y comunistas. Se trató de un momento difícil para pensar en las artes como vocación y medio de vida, pero el padre de Zao, un banquero prominente, apoyó las aspiraciones de su hijo. A fines de los años treinta lo envió a la Academia de Bellas Artes de Hangzhou, donde se halla el más bello lago de China, y en 1948, cuando la victoria comunista parecía inevitable, lo envió a París para que pudiera estudiar pintura. Zao nunca volvió a vivir en China, si bien visitó Beijing en 1982, en un momento de gran apertura gracias a las políticas de Deng Xiaoping, quien favoreció un ambiente cultural dinámico y abierto. Además, en mayo de 1985 Zao impartió un seminario magistral de tres semanas en la Academia de Bellas Artes de Zhejiang.

PINTURAS SIN FRONTERAS

Con su llegada a París apareció ante el joven un mundo nuevo.2 Se familiarizó con el arte contemporáneo europeo (la obra de Paul Klee amplió su comprensión de la pintura) y con disciplina monástica buscó su propio estilo. A fines de la década de los cincuenta, después de unos meses en Nueva Jersey y frecuentes visitas a museos y galerías de Nueva York, Zao se convirtió en un pintor abstracto. Décadas más tarde, explicó: “Quería pintar lo que no podía ver: el aliento de la vida, el viento, el movimiento de la energía, la fuerza vital de la forma, el despliegue y la fusión del color”.3 A partir de 1958, sus pinturas al óleo se enfocaron en los colores básicos, pero gracias a la combinación de pinceladas fluidas y a las capas dejadas por la espátula, sus telas parecían un universo en movimiento, con una profundidad asombrosa y una luz intensa, como si de cada pincelada emergiera una galaxia entera.

Es importante recordar que en la Academia de Bellas Artes de Hangzhou, Zao aprendió las artes visuales chinas tradicionales: caligrafía, pintura de paisajes ascendentes y grabado antiguo. Sus obras abarcan pinturas al óleo, litografías y trabajos en tinta; a menudo sus pinturas al óleo son grandes lienzos, mientras las litografías y tintas suelen ser más pequeñas.4 Un giro nuevo de la obra de Wou-Ki comienza a manifestarse a finales de los años cincuenta, cuando su pintura aparenta identificarse aún más con los artistas contemporáneos occidentales, tanto de Europa como de Estados Unidos. Sin embargo, en el corazón del trabajo de artista plástico es posible notar indicios de la pintura tradicional china. Él mismo dijo al respecto:

Creo que la pintura no es un problema chino, un problema europeo o un problema estadunidense, sino un asunto internacional. Por lo tanto, para mí la pintura china y la pintura occidental no deberían separarse, sino ser consideradas como un todo. Para los extranjeros [es decir, cualquier persona que no sea china], dibujar es una habilidad básica; para los chinos, la pincelada de caligrafía es una habilidad básica. Estas son habilidades básicas de la pintura, pero una persona también puede usar las dos de manera conjunta. Creo que el arte chino y el arte occidental no tienen conflicto, solamente pueden ayudarse uno al otro. No se puede decir que uno hace pinturas chinas y que yo hago pinturas occidentales, no tiene sentido separar ambos conceptos.5

Tras el fallecimiento de su esposa, May Zao, en 1972, la obra de Wou-Ki registra un cambio importante: se distancia de la tradición occidental y se dedica a buscar una experiencia espiritual oriental. Así retoma la filosofía taoísta presente en la pintura china tradicional, donde lo vacío y lo lleno forman una totalidad, una imagen del yin yang, en la que la divinidad es nuestra existencia misma.

"En esta construcción se aprecia equilibrio, aunque no simetría, fórmula ajena al artista. Capas sobrepuestas de pintura permiten escapar de los límites bidimensionales".

LOS COLECCIONISTAS CHINOS LO DESCUBREN

En comparación con algunos pintores actuales de la República Popular China, quienes producen sus pinturas con fórmulas repetitivas y alusiones fatigantes a cualquier chinoiserie, resulta obligado valorar la creatividad única de Wou-Ki para así entender la razón por la cual coleccionistas chinos anónimos invierten millones en sus obras. Un ejemplo de su revaloración en la actualidad es el magno tríptico Juin-Octobre 1985, subastado el pasado mes de septiembre de 2018 por 65 millones de dólares. La pintura es la de mayores dimensiones realizada por Zao: se trata de un tríptico de 2.80 x 10 metros. El amplio espacio está dominado por el uso expresionista de los colores, es decir, estos poseen un valor intrínseco: son el fondo y la forma de la obra. En la base y en los extremos de la pieza dominan los azules oscuros en proceso de diluirse, con varios huecos semejantes a las rocas decorativas de los gabinetes de los literati chinos de otra época. En el amplio centro, desde los paneles laterales hacia el central, la paleta es diversa, sutil, llena de oposiciones. Tonos ocres dominantes se combinan con discretos verdes, morados y rosados, aunque también hay minúsculas huellas de otros colores, incluidas algunas breves líneas rojas.6 En esta construcción se aprecia equilibrio, aunque no simetría, fórmula ajena al artista. Capas sobrepuestas de pintura permiten escapar de los límites bidimensionales y conjuntan una tendencia, sobre todo en el centro de la obra, aunque no solamente ahí, de tonos diáfanos. Esto resulta una proeza si se toma en cuenta que el tríptico es un óleo. Esta diluida gama de colores se asemeja al manejo de la tinta del gran renovador de la pintura china tradicional, Zhang Daqian (1899-1983), a quien Zao conoció en Taipei en 1981. Juin-Octobre 1985 rebasa su luz más allá del borde superior.

Este manejo en algún momento recuerda la obsesión por la luz de Turner (1775-1851) en obras como Snow Storm: Steam Boat off a Harbour’s Mouth o Sunrise with Sea Monsters. Pero Zao es menos tímido que Turner. El artista oriental propone un acento más abstracto, que elimina cualquier pretexto figurativo y arriba a una conflagración silenciosa de color. Las formas irregulares ascienden en jirones casi al azar: trazos semejantes a la caligrafía china y a racimos minúsculos de un mismo color parecidos al goteo utilizado por Jackson Pollock (1912-1956). En la base de la obra escurren sutiles líneas de pintura que invitan a pensar en una superficie con su propia vida interna y que refuerzan la sensación de movimiento en el lienzo. Esto se advierte a partir de los bordes difusos que abandonan los azules intensos de la base y los dos extremos laterales y señalan un momento de transformación, un titubeo de los acentos, hacia un fuego diáfano que amalgama colores en una ligereza de vapor. El conjunto, por su tributo a la luz, podría señalar el nacimiento de una estrella o, como aseveró Zao, describir la lenta creación del universo.

PROMINENCIA DE WOU-KI

Como ha dicho Dominique de Villepane, en la obra del creador chino Oriente y Occidente se encuentran mutuamente y de este descubrimiento brotan paisajes espirituales, donde el artista opera como el chamán de una metamorfosis.7 Pese a todo, el debate sobre si Zao es un artista chino u occidental no ha terminado. Por ejemplo, en el número de septiembre-octubre de 2016 de la revista Arts of Asia, el artículo “Zao Wou-Ki and Avant-Garde Callygraphy”, de Ankeney Weitz, abre con esta observación: “Es difícil resistir la tentación de clasificar a Zao Wou-Ki como un artista chino o un artista francés, o incluso un artista sino-francés. En muchos aspectos, Zao era sólo un artista, o tal vez podríamos llamarlo un Artista del Mundo” (traducción mía). Una opinión diferente (porque el silencio también implica tomar postura) proviene del profesor Craig Clunas —experto en arte de la dinastía Ming—, quien en su libro más reciente8 no toma en cuenta a Zao Wou-Ki; sin embargo, para los medios chinos, sobre todo tras la subasta muy reciente de Juin-Octobre 1985, él es un gran artista chino y siempre lo ha sido. Lo mejor es dejar que por Zao Wou-Ki hable el espíritu de su pintura.

 

Notas

1 En 1994 tuvo lugar en México la primera exhibición de este artista en países de habla hispana: Zao Wou-Ki. Retrospectiva, Cuarenta años de pintura (1954-1994), Fundación Cultural Televisa, Centro Cultural Televisa, Centro Cultural Arte Contemporáneo.

2 París ha sido un imán para los artistas chinos. Además de Wou-Ki, también hicieron carrera ahí los artistas San Yu (1901-1966), Lin Fengmian (1900-1991), Pan Yuliang (1895-1977), Chen Zhen (1955-2000) y, más recientemente, Yan Peiming (1960-).

3 Celebrating Zao Wou-ki, catálogo, presentación de Alice King, Asian Fine Arts, p. 12.

4 Las litografías van de 25 x 18.5 cm a 93 x 77 cm. Zao Wou-Ki, Graphic Works, catálogo, Asian Fine Arts, Hong Kong, 8 páginas, s/f. Incluye fotos de catorce litografías realizadas entre 1968 y 2000.

5 Ankeney Weitz, “Zao Wou-Ki and the Split-Space of Enunciation”, en Melissa Walt, Ankeney Weitz, Michelle Yun, No Limits: Zao Wou-Ki, Asian Society Museum, New York City, Colby College Museum of Art, Waterville, Maine, Yale University Press, New Haven and London, 2016.

6 En el catálogo Sotheby´s Modern Art Evening Sale, 30 September 2018, Hong Kong, Zao confirma su fascinación por el color azul desde que vio un cuadro de Giotto donde la Virgen María está envuelta en un manto de ese tono, símbolo de lo divino, lo sublime y puro. En cuanto a los ocres, en la cultura china el amarillo simboliza nobleza y prosperidad. Los colores dominantes en el tríptico reúnen, pues, símbolos importantes de dos culturas contrastantes.

7 www.zaowouki.org

8 Craig Clunas, Chinese Painting and its Audiences, Princeton University, New Jersey, 2017.