“Ansina habla de la infancia que late dentro de mí”

“Ansina habla de la infancia que late dentro de mí”
Por:
  • carlos_olivares_baro

El vocablo ansina significa en ladino (judeo-español) así o así es. Asimismo, ampesó cobra equivalencia en castellano con “empezó”. Un “dulcecito” es un bomboniko. La expresión “tienes diarrea” sería en ladino: tenesh chuchurela. Kordela: cinta, inyeve: nieve, korolado: rojo, shaká: broma, kombinezon: camisón, trujeron: trajeron, infkakese: adelgaza, cayentando: calentando, biervo: palabra, preto: negro... Vaya riqueza de un habla casi olvidada. Vaya cadencia que nos sustenta en los ecos de la reminiscencia.

La poeta, narradora y periodista de origen búlgaro-sefardí Myriam Moscona (Ciudad de México, 1955) ha decidido entregarnos un poemario escrito totalmente en ladino, Ansina (Editorial Vaso Roto, 2015): “biervo i lingua alumbrando” (Javier Taboada). Espejismos irrumpidos, nombres resucitados, contemplación de lo que parecía innombrable. Folios con huellas de otras lenguas: el castellano, el francés y el italiano con la kordela conductora de la acentuación del ladino.

“Voz espiritual que habla desde los orígenes del mundo, la familia, el cuerpo: en esta lengua se puede ‘eskrivir de amor y sensya’. Quise demostrar la presencia de un habla secreta, latente en los ecos de mi infancia, adentro de mí. Lenguaje perdido: abandono de un cosmos. Ansina es el camino que me propuse para redescubrirlo, para recuperarlo en su cadencia”, expresó en entrevista con La Razón la ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2012 por Tela de Sevoya, su primera incursión literaria en el judeo-español.

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Qué relación hay con sus libros anteriores, suscritos en el universo judeo-español, Tela de sevoya y Por mi boka? Me tardé mucho en escribirlo, este libro fue proyectado hace diez años. Yo pedí el apoyo de la Fundación Guggenheim para realizar un libro en ladino, en judeo-español. Con el dinero del subsidio me fui a Bulgaria: pensé desde un principio en un poemario; sin embargo, las cosas tomaron otro derrotero: terminé escribiendo mi primer libro de narrativa, Tela de Sevoya. A Ansina se le atravesó, primero, Tela de sevoya, y después, Por mi boka —en colaboración con Jacobo Sefamí—, que sin quererlo conforman una suerte de trilogía, los veo como un tríptico de distintos géneros: narrativa, ensayo y poesía, respectivamente, con el hilo lingüístico conductor del judeo-español.

¿Reivindicación de una lengua casi olvidada, sin un corpus académico y con hablantes dispersos? No me atrevo a decir que he reivindicado el ladino, prefiero afirmar que es una lengua que he reavivado. Hace una década no se me hubiera ocurrido escribir un libro de versos en judeo-español. Hoy estoy mucho más informada: con Dibaxu, de Juan Gelman, toqué tierra, consulté a hablantes originarios y de ahí nació la determinación de escribirlo. No quiero ser la escritora ‘oficial’ del judeo-español. Lo único que pretendo es dejar una memoria de una lengua que está muriendo. Al escribir poesía en ladino me brota otro ritmo, me arriesgo a un léxico más limitado, me sumerjo en una lengua sin academia, sin un diccionario, reto que me enfrentó a diferentes obstáculos, pero también a muchas libertades. Tuve que tomar diversas decisiones. Tuve dudas de traducir o no los poemas. Al final preferí no hacer versión en castellano e incluir un glosario.