Jack Reacher sin regreso, Tom Cruise vuelve a vestirse de justiciero

Jack Reacher sin regreso, Tom Cruise vuelve a vestirse de justiciero
Por:
  • jesus_chavarria

Dos son las franquicias con las que se hizo Tom Cruise, para asegurar su lugar como matizado héroe de acción, al llegar a la edad madura. La primera de ellas y la más longeva y espectacular, es Misión Imposible. La otra, mucho menos glamurosa y sofisticada, más bien todo lo contrario, es Jack Reacher. En ambas es amo y señor, están manufacturadas a modo y para su lucimiento, sin que esto vaya en detrimento de los estándares de calidad necesarios para que este tipo de vehículos de entretenimiento funcionen. Por desgracia eso no asegura que la dirección cumpla con su cometido, tal es el caso de esta secuela que representa un fallido y poco alentador episodio dentro de la adaptación del personaje gestado por el británico Lee Child, en la literatura con reminiscencias al pulp.

Adaptada por Richard Wenk y Edward Zwick –quien también es el director-, sobre la segunda novela del personaje -Never go back o Sin regreso, por su título en español-, la película nos cuenta cómo luego de que Jack Reacher, ex miembro de las fuerzas especiales estadounidenses, se ha dedicado a seguir haciendo justicia en las calles -esto según su propia interpretación y por supuesto al margen de la ley-, tiene que ir en auxilio de la comandante Susan Turner -con quien mantiene el contacto desde aquel caso que vimos en la película previa-, quien ha sido suspendida y acusada de espionaje. Esto lo llevará a iniciar una nueva batalla contra el sistema, intentar un escape imposible, y de paso descubrir algunos detalles sobre su pasado, mismos que no harán sino complicar las cosas.

Teniendo esta historia como principal materia prima, es de llamar la atención que Zwick –responsable de El Último Samurai, y la reciente En el corazón del mar- no fuera capaz, ya no digamos de enriquecer la fórmula planteada con la primera entrega por el director Christopher McQuarrie -escritor de The Usual Suspects-, sino de menos darle continuidad. Y es que si algo funcionó en aquella ocasión, fue el desenfado con que delineó una estilizada variante del antihéroe, ese que pertenece a la tradición de los justiciero urbanos tipo Harry el Sucio y Vengador Anónimo, sumergido en una trama con precisos giros de tuerca que sostenían a la perfección las secuencias de violencia y mantenían un ritmo intenso. En lugar de eso, en esta ocasión nos encontramos con un innecesario intento de profundizar en la relaciones de los personajes. La crudeza y el tono oscuro de aquel tratamiento, aquí se desdibuja en pro de humanizar a un protagonista que no lo requiere, rayando por momentos en una involuntaria autoparodia, y en una serie de situaciones sin justificación que crean huecos argumentarles.

Por su parte, Tom Cruise saca a relucir el oficio y se desenvuelve con aplomo, tanto en los momentos de exigencia dramática, como a la hora de tirar puñetazos y patadas, lo que aunado a que el director al menos sabe llevar con verticalidad la trama y desarrollar las secuencias de acción, termina por hacer más llevadera una película –cuyo costo fue de 60 millones de dólares- que puede resultar entretenida, pero que decepciona en relación a su predecesora, y deja pocas ganas de ver más de las andanzas de Jack Reacher. Por suerte, aún hay más novelas que pueden adaptarse a la pantalla grande y darle la oportunidad de la redención.