La carrera más larga de Steve McQueen

La carrera más larga de Steve McQueen
Por:
  • gonzalo_nunez

Steve McQueen sólo recordaba haber leído un libro en su vida, uno sobre Alejandro Magno. “He conquistado el mundo, pero no me he conquistado a mí mismo”, decía el macedonio. A la megaestrella aquello le impresionó, se le quedó grabado y, precisamente, le vino a la memoria durante el largo y peligroso rodaje de Las 24 horas de Le Mans, su proyecto más ambicioso y personal y, a la postre, su gran fiasco en taquilla.

Una odisea que rememora el documental El hombre y Le Mans, con material inédito del rodaje y la participación de numerosos implicados a 45 años de su estreno. Aunque la película no se rodó hasta 1970, es posible que su origen se remonte a cuatro años antes, cuando Grand Prix arrasa en la taquilla norteamericana.

Ambientada en el mundo de la Fórmula-1 y dirigida por John Frankenheimer, y McQueen nunca perdonó a James Garner haberle “robado” aquel papel. Si había en la meca del cine un actor loco por la velocidad, ése era Steve. Casualmente, ambos actores eran vecinos y cada noche

McQueen se vengaba orinando en las flores de la terraza de Garner, que vivía un piso por debajo: “Tú te measte en mi película y yo me meo en ti”, decía.

Pero en 1970, McQueen ya estaba en disposición de hacer la cinta que él quería, ell filme definitivo sobre la velocidad, el riesgo, la adrenalina... Un proyecto de dimensiones faraónicas que debía ser su canto de amor al motor y su testamento para todos los pilotos del mundo. “Quería hacer la cinta de todos los tiempos y todas las generaciones que capturara los olores, el ruido y las sensaciones de las carreras de coches como nunca antes se había hecho en cine”, explica Chad

McQueen, el hijo del actor.

Las 24 horas de Le Mans huele a negocio seguro. “Tienes carreras de coches y a Steve McQueen. ¿Qué tienes? ¡Lo tienes todo!”, señala en el documental Les Sheldon, asistente del director. Pero la de Le Mans es la historia de una cinta fallida, al menos dentro de los cánones de Hollywood.

El rodaje se alargó hasta lo indecible, unos cuatro meses, y el presupuesto se disparó a 7.5 millones de dólares. Sturges, harto del ego de McQueen, más atento a rodar ad infinitum el rugir de los motores rechazando los guiones y guionistas que se le proponían, abandona a su vez la película: “Soy demasiado viejo y rico como para soportar esta mierda”, dice.

Paralelamente, el matrimonio del actor con la artista de Broadway Neile Adams naufraga ante las incesantes infidelidades de McQueen y su creciente paranoia tras aparecer en la lista de señalados por Charles Manson, que acaba de matar a Sharon Tate, la novia de Polanski. Por último, dos accidentes graves ponen el proyecto en la picota.

La cuerda, finalmente, se rompe. Cinema Center manda a sus ejecutivos de Hollywood y McQueen se ve obligado a firmar un vergonzoso documento en el que asume que su papel se reducirá a la interpretación, abandonando las atribuciones de productor ejecutivo.

Hasta la fecha, McQueen sólo ha rodado un carísimo documental y Cinema Center quiere un filme, una trama... Para Les Sheldon, la estrella, como Ícaro, se acercó demasiado al sol en su intento de “romper la barrera del cine” y sentar al espectador junto al piloto o, mejor aún, en el mismísimo asiento del conductor.

Con el tiempo, Las 24 horas de Le Mans se convirtió en una cinta de culto para los amantes del motor. Antes de las modernas transmisiones televisadas de la Fórmula-1, plagadas de cámaras subjetivas y ángulos insospechados, o las recreaciones fastuosas a la par que irreales de Hollywood con sagas como Fast and Furious, McQueen logró colocar la cámara en la misma pista, atrapar un poco de aquella magia de la adrenalina en estado químicamente puro.

Sin embargo, el actor no conoció esa nueva vida, el éxito retardado, de su proyecto más personal, “el más difícil que he hecho nunca”, pues en 1980 falleció de cáncer por envenamiento de amianto ligado al material de las carreras. Como él mismo decía, “se me acabó la gasolina”. Y le ocurrió, además, a media pista, con sólo 50 años.