Pet Sounds, la loca sinfonía que se agiganta con el tiempo

Pet Sounds, la loca sinfonía que se agiganta con el tiempo
Por:
  • alberto_bravo

“¡Voy a hacer el disco más grande jamás creado!”, anunció un exultante Brian Wilson a Marilyn, su mujer, a finales de 1965. El gran talento de los Beach Boys hablaba de lo que sería Pet Sounds y ahora, 50 años después de su publicación, ya se puede decir que no estaba equivocado.

Para conmemorar la creación de este álbum se publica una edición especial que contiene cuatro discos y un Blu-ray con remezclas en estéreo y mono del disco original junto con versiones alternativas, mezclas vocales y una nueva recopilación de grabaciones en vivo con material de diferentes épocas de la historia de la banda.

Brian Wilson tuvo la visión y el talento para crear una de esas obras que no hacen otra cosa que agigantarse con el paso de los años. De tal forma que hoy Pet Sounds es visto como uno de los mejores discos de la historia de la música.

Cuando comenzaron a concebirlo a finales de 1965, los Beach Boys eran un grupo de éxito con numerosas canciones ya clásicas: “Surfin’ Safari”, “Surfin’ USA”, “California Girls” y “Barbara Ann”. Pero, como tantos otros grupos de la época, sus álbumes consistían en varias temas importantes y otros tantos de relleno. Y en estos llegó un material que cambió la forma de ver la música, y prácticamente su vida, para Brian Wilson. Fue Rubber Soul, una gran obra maestra de los Beatles que caló en el músico de 23 años: “No estaba preparado para algo así. Fue todo un desafío para intentar hacer algo mejor”.

Brian no pretendía hacer un álbum conceptual. Pero sí quería que todo sonara como una unidad, como una sinfonía, donde nada estuviera prohibido. Así comenzó a escribir sus nuevas canciones.

También fue en aquella época cuando Wilson comenzó a sufrir los primeros conflictos con su propio cerebro y en un avión padeció un ataque de ansiedad. Renunció a las giras con el grupo y prefirió quedarse en casa para componer el álbum que había apalabrado con Capitol.

Wilson compuso una primera tanda de canciones que no provocó ningún entusiasmo en sus compañeros una vez que éstos llegaron de gira. Advirtieron que su compañero comenzaba a ofrecer detalles de chico obsesivo, casi maníaco, empeñado en alcanzar la perfección. Lo que valía para otros discos, para el nuevo ya no servía. Mientras, el estudio se llenaba de músicos que entendían poco, partituras que caían de un piano desvencijado, instrumentos rarísimos, humo y paranoia. Brian Wilson completó 13 canciones —dos de ellas instrumentales— llenas de grandeza. El disco se abría ya con una de las mejores piezas de Beach Boys, “Wouldn’t it be nice”, una canción que definía perfectamente lo que se iba a encontrar el intimidado oyente durante los siguientes 35 minutos: riesgo, ambición, voces, magia, talento, belleza... Todo esto, era Pet Sounds, un álbum que contenía cumbres como “You still believe in me”, “Sloop John B”, “Caroline, No” o la inmortal “God only knows”, compuesta en apenas 45 minutos y una de esas composiciones por las que valdría la pena morir.

Sin embargo, como en tantas obras geniales, pocos entendieron entonces la grandeza real del disco. Comenzando por sus propios compañeros, que vieron en las composiciones, tan “adultas”, un peligro para su estatus, el de estrellas del pop acosadas por adolescentes. Tampoco tuvo el respaldo de la disquera . Para cuando salió el álbum, Capitol ya estaba harta de las extravagancias de Wilson, de sus retrasos en la entrega y de la ausencia de “canciones con tirón comercial”.

Como disco, Pet Sounds apenas alcanzó el décimo puesto en las listas estadounidenses, aunque en Inglaterra sí disfrutó de un apoyo que le permitió ascender hasta la segunda posición. Tampoco consiguió un número uno con los diferentes singles que se lanzaron. Sólo hasta 2000 el disco recibió la certificación de oro y platino por sus ventas.

Wilson no estaba preparado para aquello. Sabía que había hecho algo brillante, único. Había soñado una respuesta a la altura de su titánico esfuerzo emocional, pero sólo encontró cierta tibieza. Se encadenó depresiones y se entregó a la desenfrenada experimentación con las drogas.

Lo que sí tuvo fue la entusiasta recepción de sus colegas. Los músicos sí comprendieron el valor de aquel álbum. “Fue un disco realmente impresionante. Me encantó desde el primer momento. Nadie puede tener una educación musical si no lo ha escuchado. Me gusta la orquesta, sus arreglos y tal vez pueda parecer exagerado si digo que es el clásico del siglo, pero para mí sin duda lo es. Es inmejorable. Realmente fue la influencia que me hizo grabar el Sgt. Pepper’s, sin duda”, reconocería más tarde Paul McCartney.