Alejandro Martí y Javier Sicilia

Alejandro Martí y Javier Sicilia
Por:
  • larazon

Foto Cuartoscuro

mghuacuja@prodigy.net.mx

Dice la experiencia que el dolor, como la amistad, son llamas que funden y hermanan a los hombres. Durante muchos años, pensé que no había dolor más grande que la muerte de un hijo. Ahora me doy cuenta que sí lo hay: es peor, mucho peor, que asesinen a un hijo.

Los héroes de nuestro tiempo son hijos del dolor.

A Eduardo Gallo le mataron a su hija. Al acudir a las autoridades, éstas le dieron la espalda. Entonces decidió buscarla por sus propios medios. No tenía ninguna experiencia en eso, pero una voluntad equiparable a su dolor lo llevó hasta encontrar al asesino. (Me imagino la rabia que ha de haber sentido al verlo). Y en lugar de estrangularlo, lo entregó a las mismas autoridades que le dieron la espalda. Increíble. Un hombre que, ante la impotencia frente al crimen, hizo de la ley su causa.

Lo mismo hizo una mujer admirable: Isabel Miranda de Wallace.

Coraje, determinación, perseverancia: la pasta de los héroes.

Alejandro Martí es un empresario que se dedicó desde hace décadas a la venta de artículos deportivos, y que logró asociar su apellido al futbol, el ciclismo, el tenis, la natación, el box, el campismo y la ropa deportiva.

En 1995, su firma se diversificó y además de tiendas deportivas abrió gimnasios. En una década logró más de 45 mil socios.

Años más tarde, al vender su emporio, Martí pudo dedicarle más tiempo a una pasión no redituable: la pintura.

En 2007, la tromba de violencia que recorre el país le arrebató a su hijo.

“Ahora es hijo de México”, dijo el empresario.

Javier Sicilia es un poeta que vive de sus clases de literatura en la Universidad Lasalle de Cuernavaca, y de la publicación de sus artículos periodísticos, sus ensayos, sus novelas y sus revistas. Es un hombre de izquierda, con el espíritu arraigado en las lecturas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa. A principios de los años setenta conoció a Ivan Ilich, un ensayista austríaco que sacudió al mundo de su época al profetizar una educación sin escuelas, y con todo entusiasmo se unió a su causa.

Hace más de un mes, Javier Sicilia perdió a su hijo a manos de unos narcotraficantes en Temixco.

Desde su dolor, Alejandro Martí no ha cejado en sus intentos por cambiar a México. Lo hace aprovechando las instituciones, difundiendo ideas en reuniones y seminarios, impulsando leyes, exigiendo la profesionalización de la policía, apoyando a las víctimas de la violencia, buscando denodadamente multiplicar los casos de éxito en el apego a la ley.

Como buen empresario, Martí es hombre ejecutivo. Busca la eficacia. Se reúne con la gente que toma decisiones. Apuesta por metas alcanzables.

Javier Sicilia, con su halo místico, terminó su caminata desde Cuernavaca al Zócalo de la capital de la República. Llevaba el semblante cansado y una bandera de México en la mano. Su grito de dolor fue el silencio.

El empresario y el poeta quieren cambiar a México.

Ambos tienen la certeza, como Jesús y Ghandi, que la voluntad hace milagros.