Capitalinos consiguen oxígeno... en Durango

Luis García, vecino de la colonia Coapa, en la alcaldía Tlalpan, comenzó tener fuertes problemas intestinales el pasado 19 de diciembre, por lo que acudió a un hospital en el que el médico confirmó que había dado positivo a Covid-19. Convaleció durante 17 días, en los que sus familiares recorrieron la capital en búsqueda de un tanque de oxígeno, que encontraron hasta Durango.

A partir del diagnóstico, Luis, de 62 años, quien fue entrenador de futbol americano del equipo Leopardos de la Prepa 8, se aisló en una habitación de su casa; dos días después comenzó a necesitar oxígeno para respirar, lo que se convirtió en un viacrucis para su familia: largas filas que transpiran urgencia por lograr una recarga y que, luego de varias horas, en muchas ocasiones provocan gran desesperación porque la demanda superó la oferta.

“Hasta con las personas formadas pides apoyo para completar una recarga. Palpas la tristeza e impotencia”, narró Sergio, hermano de Luis, a La Razón.

Con el alza de costos en tanques de oxígeno, la familia del paciente optó por hacer una colecta y acudir a una sucursal de Infra, donde los tanques de 632 litros cuestan alrededor de cinco mil 999 pesos, pero sólo sirven para un par de horas. “No había de otros, nos dijeron”, relató el familiar del paciente.

Usuarios han denunciado que, un tanque portátil con esa capacidad adquirido con intermediarios alcanza un valor de hasta 20 mil pesos, y un cilindro de tres mil 450 litros, de unos 19 mil pesos, se revende hasta en 60 mil.

Los García adquirieron cuatro tanques y sus insumos con un costo de 30 mil pesos en la Ciudad de México. “Era insuficiente, también mi hermana contagiada necesitaba oxígeno”. Ella se contagió después y se mantiene en recuperación, pero con oxígeno.

La escasez en la capital propició que la familia buscara otras opciones, cada vez más lejos del centro del país, que la llevó hasta el estado de Durango a comprar dos concentradores de oxígeno. Esto, luego de más de once horas de un viaje de ida en auto, y otras más de regreso. En sí, un día en carretera, sin contar las obligadas escalas para recorrer mil 800 kilómetros y un gasto de unos 70 mil pesos.

De acuerdo con proveedores de equipos de respiración, un concentrador es un artefacto que toma el aire del ambiente, lo filtra y luego lo comprime de forma continuada, por lo que el suministro de aire nunca se agota, a diferencia de lo que sí sucede con los tanques de oxígeno.

Pese a los esfuerzos de la familia García, Luis murió en su casa el 5 de enero pasado; sin embargo, ahí no concluyó el suplicio. Ningún médico quería ir a certificar la muerte a domicilio, requisito indispensable para contratar una funeraria.

No fue sino hasta ocho horas después que un médico externo hizo el trámite a cambio de cuatro mil pesos. De ahí, al anfiteatro para esperar otras 17 horas para que los familiares recuperaran el cuerpo. Un trámite más, éste de 20 mil pesos, se dio porque su plan funerario no contemplaba la cremación.

“No pudimos velarlo, ni verlo por última vez, no pudimos darle el adiós que merecía y dejó un hijo en la orfandad. También nos dejó a nosotros, sus hermanos y amigos, huérfanos, huérfanos de él y de su buen humor, de su solidaridad y de su amor por la familia”, lamentó Sergio García.