Nado con delfines, vivencia única atacada con el cliché del maltrato

Nado con delfines, vivencia única atacada con el cliché del maltrato
Por:
  • karen_rodriguez

Bajo el agua azul turquesa una silueta oscura se pinta en la superficie. Desde el muelle una fila de personas la observan acercarse a gran velocidad. Por fin se asoma, saca su alargada nariz gris. Es como una espera impaciente que llega a su fin. Es el preludio de una experiencia, incluso en ocasiones con fines terapéuticos, descrita por quienes la viven, como única en la vida: nadar con delfines.

Sin embargo es también una vivencia que nadie podrá tener jamás en México si el Senado de la República aprueba la reforma al artículo 60 bis de la Ley General de Vida Silvestre, promovida por el Partido Verde Ecologista de México, que busca prohibir el funcionamiento de los delfinarios, así como la reproducción de los mamíferos marinos en cautiverio.

El argumento para acabar con esta actividad es que existe un maltrato animal: “Llevan un sufrimiento, no es la naturaleza de los delfines vivir en cautiverio solamente para poder garantizarle sonrisas a la gente”, señala Jesús Sesma, coordinador de la bancada de ese instituto político en la Cámara de Diputados, en entrevista con La Razón.

El Dato: Nadar con delfines en Dolphin Discovery tiene un costo que va de mil 500 a tres mil 800 pesos

Pero existen sitios donde señalamientos como los del legislador parecen no encontrar soporte. Y uno de esos es Dolphin Discovery, donde Brenda y Lizbeth esperan un anhelado encuentro con dos simpáticos delfines: Latika y Simbad.

En este lugar, ubicado en Isla Mujeres, Quintana Roo, una de las locaciones de la empresa certificada por la Alianza de Parques y Acuarios de Mamíferos Marinos (AMMPA por sus siglas en inglés), son minuciosos los cuidados y la delicadeza con que tratan a los 23 delfines que habitan ahí.

“Llegamos desde las siete de la mañana para revisar a todos nuestros mamíferos (en el delfinario también hay manatíes y lobos marinos). Empezamos por los dientes, seguimos en el espiráculo, que es el orificio por el que respiran, que no tenga mal olor”, dice Rosi Cerrillos, gerente de especialistas de mamíferos marinos, al tiempo que Latika saca aire de éste y emite un silbido.

“Les revisamos las marcas que se hacen entre ellos semejantes a rasguños, ya que éstas son parte de su interacción social con otros delfines”, dice la experta.

Sin embargo, para su convivencia con los humanos los delfines aprenden comportamientos a través del condicionamiento operante, que de acuerdo con Arturo Alba, supervisor de especialistas de mamíferos marinos de Dolphin Discovery, se trata de dar un refuerzo positivo tras aprender una conducta, método avalado por la Asociación Internacional de Entrenadores de Animales Marinos (IMATA) que garantiza que los mamíferos no sufran maltrato.

[caption id="attachment_674586" align="aligncenter" width="1434"] Son los más populares y queridos en Dolphin Discovery. Foto: Karen Rodríguez[/caption]

Por ello, Latika y Simbad reciben caricias, abrazos o alimento como recompensa cada vez que saludan, besan o se dejan mimar por los turistas. En ese sentido cada uno de los pescados que perciben los delfines de Dolphin Discovery, en sus 20 habitats para mamíferos marinos, es parte de un plan de dieta estrictamente diseñado por un grupo de 15 veterinarios especialistas en cetáceos, en el que se contempla el peso, edad, tamaño y hasta personalidad de cada animal.

La Razón visitó el lugar y recorrió el área de selección de alimentos de la empresa líder en el sector, en donde pudo constatar que cumple con un protocolo de higiene que comienza en la entrada, los zapatos deben pasar por un desinfectante para poder ingresar.

Además, las personas que realizan esta tarea entran en un cuarto blanco con planchas de metal, en donde se coloca el pescado que va a ser revisado. “Verificamos el olor, color, que sea un pescado adecuado. Tenemos una política: si te lo comes tú, se lo come el delfín”, explica Arturo Alba.

Los especialistas se basan en una pizarra blanca en donde viene la información alimenticia de cada delfín. Colocan el alimento, 11 kilos para cada animal en promedio, en recipientes rojos y azules que los distribuyen en cuatro o cinco sesiones a lo largo del día.

Es mediodía y Brenda y Lizbeth observan ya con ansia cómo los mamíferos han asomado las cabezas y las mueven de arriba abajo.

No pueden esperar más para meterse a la enorme piscina del complejo de 10 mil metros cuadrados de superficie acuática. Descienden por una escalera de metal.

El agua está fría, pero a ellas parece no importarles, pues su mirada está fija en el delfín de piel brillante que ya las espera al pie de la escalera. Latika, de siete años, se acerca para que ellas, con las manos a ras del agua puedan sentir su delicada, suave y resbalosa piel, que al contacto, provoca una ligera cosquilla en las yemas de los dedos.

Simbad, de más de 20 años, es otro delfín que se agrega, se acerca a los rostros y besa las mejillas.

En el borde de la piscina, la veterinaria María Renee señala que para cuidar la salud de los cetáceos también controlan la calidad del agua, la cual se manda analizar a un laboratorio que determina que el líquido en el que viven los animales es el adecuado para su hábitat.

El líquido es monitoreado cada hora manual y automáticamente. “Necesitamos que el agua esté en óptimas condiciones para los delfines que viven en ella, para los entrenadores que pasan ahí también muchas horas y para los visitantes”, comenta Renee.

Después de 60 minutos, que parecieron 10, es momento de la despedida. Brenda y Lizbeth tienen que decirles adiós a Latika y Simbad, con un abrazo, pero las jóvenes turistas se van felices y emocionadas, pues esta experiencia les hizo apreciar aún más a los cetáceos y comprender la importancia de su preservación.

Sin embargo otro tiempo que corre es el legislativo: la reforma que acabaría con los delfinarios está actualmente en la Comisión de Estudios Legislativos en espera de ser debatida y eventualmente aprobada.