“No quería entrar a la Normal, pero ahí hallé mi vocación”

“No quería entrar a la Normal, pero ahí hallé mi vocación”
Por:
  • larazon

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Juan Díaz de la Torre llegó en 1973 recién titulado de la Escuela Normal, a una comunidad rural de Jalisco a impartir por primera vez clases: con el pelo largo y un blazer azul marino. Seis años después, en la escuela primaria Emiliano Zapata, en Zapopan, lo eligieron representante en el Comité Delegacional, fue su primer puesto en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que ahora dirige. En entrevista dice que aunque dejó la docencia para “servir a sus compañeros”, ahora sería un “extraordinario maestro".

Bibiana Belsasso: Naciste en Santa Gertrudis, un pueblo de Jalisco, ¿cómo fueron tus primeros años?

Juan Díaz de la Torre: Nací ahí, en el municipio de Huejuquilla, El Alto, en Jalisco, pero no en el pueblo. En un caserío donde vivían los familiares; pero, no tengo un recuerdo porque a los tres años nos salimos de ahí. Mi padre, campesino, entendió que ahí no había destino, siempre muy rebelde. Nos fuimos para poder estudiar. Esa migración trajo como consecuencia la política pública educativa más antigua de México, la de los libros de texto gratuitos, soy de los mexicanos que los recibieron, el primer año.

Belsasso: Cuando sales de Santa Gertrudis, ¿a dónde se van?

Díaz de la Torre: A Mexicali, pero por poco tiempo porque mi papá identificó que el ambiente social y moral de aquel entonces no era el más adecuado, migramos de manera definitiva a Guadalajara, donde cursé mi primaria y la secundaria.

Belsasso: Un padre campesino, pero visionario, siempre buscando las mejores oportunidades para sus hijos.

Díaz de la Torre: Sí, muy visionario, a pesar de que estudió la primaria tuvo una visión social y participativa.

Belsasso: ¿Estudió sólo la primaria?

Díaz de la Torre: Sí, solamente.

Belsasso: ¿Y tu mamá?

Díaz de la Torre: Mi mamá, también, nada más estudió la primaria. En el caso de ella, fui marcado, todo mi desarrollo lo debo fundamentalmente a las mujeres, mi madre, mi maestra de primaria, la Escuela Normal de Jalisco.

Belsasso: ¿Te acuerdas de la primera gran maestra que tuviste?

Díaz de la Torre: Sí, cómo no, Socorro, una maestra que traía muchas pulseras y sus joyas, bien vestida siempre, peinada, estricta. Tuve el privilegio de ser “el consentido de la profesora”.

Belsasso: ¿Qué te enseñó?

Díaz de la Torre: Primero, mucha disciplina. Imposible que a pesar del aprecio que me expresaba, me permitiera hacer cosas que no estuvieran marcadas en ser responsable.

Belsasso: Se dice que en la educación a los jóvenes y a los niños, los límites les dan mucha seguridad.

Díaz de la Torre: Creo que eso y el amor con el que creces, con el que naces. Tengo el privilegio, lo digo muy seguido, de que toda mi vida he sido querido por mi madre, mis maestros, la gente con la que he convivido, eso me dio una autoestima muy alta, está muy mal hablar en primera persona, pero yo siempre me he sentido muy seguro de lo que soy.

Belsasso: No importa si eres hijo de un campesino que sólo terminó la primaria, si tu mamá tampoco tiene mucha instrucción escolar, pero te dan tanto amor, que te da seguridad y te dan la posibilidad de ir a la escuela, para que hoy seas el presidente del sindicato magisterial más grande de toda América.

Díaz de la Torre: Ya lo dijo Freud, no sólo lo dijo, lo estudió: “Infancia es destino”. En el evento que tuvimos con la líder de los Maestros de América, ella nos decía: “Somos mucho más que nuestros derechos y nuestras reivindicaciones, tenemos la posibilidad de poner a millones de niños en una condición de un futuro que les permita salir adelante”. Yo soy un privilegiado de eso, salí de ahí donde nací y no tengo mucho que decir de eso, pero a los 24 años regresé cuando ya no vivía nadie de mi familia ahí, de hecho, es como la mayoría de muchos pueblos de Jalisco en que hay una diáspora permanente a Estados Unidos.

Belsasso: ¿Qué pasó con esos niños que no tuvieron la oportunidad salir?

Díaz de la Torre: Si antes era un caserío, ya no era nada: todo derrumbado, caído, no vive gente ahí ya. Estuve un día ahí, dormimos en una casa de campaña y no he vuelto. Son situaciones muy emblemáticas de lo que uno es.

Belsasso: En Jalisco estudias Pedagogía?

Díaz de la Torre: Estudié la primaria y la secundaria en Guadalajara. Un hermano mayor que yo, estudiaba en la Escuela Normal de Jalisco, yo la verdad no tenía esa vocación. Cuando terminé la secundaria me sugirió que ingresara a la Normal.

Fui y presenté el examen, pero no lo aprobé; sin embargo, con la fortaleza que tengo me presenté improvisadamente con la directora de la escuela, otra de mis grandes maestras, la esperé tres o cuatro días, afuera de su oficina y por fin me recibió —¿qué quieres niño?—, yo era un niño, francamente, muy chaparrito. “Maestra, necesito que me dé la oportunidad de ingresar”, le dije, —¿cómo te llamas?— me preguntó y sacó el expediente, creo que se requerían 120 puntos, —tienes 119—, dijo. “Tengo la vocación, la necesidad y el deseo de estudiar, aquí estudia mi hermano”. — No, estás muy chiquito, vete y el próximo año vienes y te garantizo que te ingreso—, "no maestra, quiero ingresar y usted tiene la posibilidad de ayudarme". Y ahí estuve.

Belsasso: Terminante.

Díaz de la Torre: Sí. Me dijo: “No tienes remedio, vente”, y me ingresó.

Belsasso: Es cuando necesitamos el amor, la disciplina y la determinación.

Díaz de la Torre: Pero dijo: “Voy a estar al tanto de ti, ¿eh?”. Y efectivamente, de esas maestras de antes que ve si vas a la escuela, si tienes buena conducta.

Belsasso: Y en cierto modo tenías ese compromiso de ser mejor.

Díaz de la Torre: Sí por supuesto, pero además, la Normal de Jalisco, cuando ingresé en 1969 era un edificio, para las escuelas donde yo había estudiado, maravilloso. Lo veía como una verdadera obra de arte arquitectónica, como una maravilla. Empiezo a conocer a mis maestros de la Normal, que fueron extraordinarios con vocación y disciplina. Mi admiración profunda por ellos.

Belsasso: Recuerdas mucho más a los maestros duros, a los que te exigen, que a los que te decían ya pasaste.

Díaz de la Torre: Los que pasan sin trascendencia no te marcan. Yo tuve el privilegio de recibir de esos maestros una formación que me abrió a la vocación, entonces, sí me apasioné, al punto que cuando terminé la Normal Superior, no había concurso para las plazas y me otorgaron una de maestro de primaria en la zona metropolitana pero voluntariamente dije: “yo quiero ir al rancho”.

Estudié en una escuela urbana, me la pasé en las canchas deportivas, era un joven que hasta el primer año de servicio traje el pelo largo, era la moda, pero se requería mucho valor porque pocos se animaban, era muy señalado.

Cuando terminé la Normal, renuncié a esa plaza y vine a México a conseguir una plaza federal, dónde, y me mandaron a la región cañera en Jalisco.

Recuerdo muy bien que llegué con el pelo largo a una comunidad en 1973, cuando había terminado, con un blazer azul marino, muy propio yo. Empecé a vivir en la casa de otro maestro, los adultos se burlaban un poco de mí, este niño qué hace aquí, pero los alumnos…

Belsasso: Te admiraban.

Díaz de la Torre: Que llegara un chavo, un profe así, con el pelo largo, muy diferente a lo que uno puede ver de un maestro rural, me hice su ídolo.

Belsasso: ¿Eras muy duro con ellos?

Díaz de la Torre: No, al contrario, ahí aprendí lo primero. Terminas la Normal y recibes el título de Maestro, pero tu escuela de profesor inicia el día que llegas a la escuela, los alumnos me hicieron maestro.

Belsasso: ¿Recuerdas a algún alumno específico?

Díaz de la Torre: Un alumno ahí, después también los fue en la Normal Superior de Jalisco. Nombrando lista un día, al puro nombre me acordaba muy bien de él porque el día que lo dejó su padre en la escuela, llegó y me dijo: "Maestro, se lo dejo, nomás le encargo los ojos, pero bájele vara".

Los padres te los entregaban y se disciplina o se disciplina. Ese muchacho fue muy buen alumno, no hubo necesidad nunca de reprenderlo. Cuando era maestro de la Normal Superior y nuevamente me sentí orgullosísimo, porque ahí seguía, y luego, para rematar, cuando llegué a ser secretario General del Sindicato en Jalisco, el día que me eligieron, lo nombraron en una Comisión del Sindicato. Esas son historias que te dicen que ha habido congruencia.

Belsasso: ¿Cuándo entras en el Sindicato?

Díaz de la Torre: Ingresé desde el día en que entré en el servicio, en términos de cómo es la relación laboral aquí.

Belsasso: ¿Cómo pudiste escalar de maestro rural hasta arriba?

Díaz de la Torre: Estuve seis años en muchas comunidades dando clases. El Sindicato me ayudó a obtener mi cambio a la escuela primaria, Emiliano Zapata, en Zapopan, Jalisco, ahí la directora, María Jesús Navarro, de una profunda convicción sindicalista, me dijo: "Maestro, no sé qué le parezca, pero quisiera que pudiéramos trabajar con el resto de los compañeros y que usted sea el representante sindical de la escuela", —Maestra, pero de eso yo no conozco—, "no, no, usted tiene con qué", me dijo.

Me dijeron que fuera el representante de nuestra escuela en el Comité Delegacional, y lo fui, cuando terminó esa gestión, me propusieron mis compañeros: "Ahora, tú tienes que ser el secretario general de la Delegación"

—No, no, son muchas escuelas y maestros— .

Hicieron el cabildeo y fui el candidato contendiendo contra el de la autoridad, gané por un voto, y ahí empezó todo: Me empezaron a llamar de la Sección Sindical para dar el curso del Reglamento de Promociones, y empecé a machetear, es decir, me preparé. Como me llamaban de la Sección empecé a faltar a la escuela o luego no regresaba a tiempo.

Belsasso: Estabas en la disyuntiva.

Díaz de la Torre: La maestra me llamó y le digo: "Maestra, tengo esta comisión que me dieron, pero el sábado termina todo eso y le prometo que el lunes ya no hay ningún… —Ay, maestro, usted no tiene ni idea de donde está parado, usted no va a regresar nunca a esto—.

Belsasso: ¿Extrañas dar clases?

Díaz de la Torre: Sí, si hoy diera clases sería un extraordinario maestro, por lo que he aprendido en el camino. Me fui a la Sección, a ayudar sin ningún cargo, se vino luego un congreso para elegir a los dirigentes de la Sección y me pusieron como presidente de la Sección Juvenil y ahí estuve haciendo mi trabajo, se vino otra ocasión y me hicieron coordinador de una Región.

Belsasso: ¿Te imaginaste algún día ser presidente del SNTE?

Díaz de la Torre: Jamás, ni como objetivo, desde todas esas comisiones lo que siempre he hecho es servir a mis compañeros, tengo acreditada mi conducta y mi trabajo. Si me dices, ¿cómo llegaste a ser secretario general de Jalisco y después, lo otro, a nadie se lo pedí, jamás?

Belsasso: Pero sí hay que estar atentos para tomar las oportunidades.

Díaz de la Torre: Eso sí, estar haciendo y cumpliendo tu responsabilidad.

Belsasso: Ahora preguntas cortas ¿Cuál es tu libro favorito?

Díaz de la Torre: Varios, pero de un mismo autor, me apasioné con Emil Cioran. Tengo toda su obra y toda la he leído y sigo aprendido de él, lamentablemente su obra, sólo por decir los títulos me vas a entender qué contienen: Memorias de Podredumbre, En las Cumbres de la Desesperación, Adiós a la Filosofía, una visión catastrofista de la condición humana, pero me ha servido para entender el otro lado, el lado que te permite conocer las miserias humanas.

Besasso: ¿Tu música favorita?

Díaz de la Torre: Los Beatles.

Belsasso: ¿Alguna película?

Díaz de la Torre: Me gustaron durante mucho tiempo las de personajes atormentados internamente: Al Pacino.

Belsasso: Hay que conocer la oscuridad para llegar a la luz.

Díaz de la Torre: Taxi driver, pero no dejo admirar Lo que el viento se llevó.

Belsasso: ¿Qué te gusta comer?

Díaz de la Torre: Comida japonesa, no me gustan los antojitos mexicanos.

Belsasso: ¿Qué haces en los pocos tiempos libres que te quedan?

Díaz de la Torre: Toda mi vida he hecho deporte, juego raquetbol.

Belsasso: ¿Todos los días?

Díaz de la Torre: No, qué esperanzas, nada más cuando voy a Guadalajara, que es donde viven mis hermanos y mi familia, tenemos una canchita de raquetbol.

Belsasso: ¿Hay algo que hagas diario?

Díaz de la Torre: Camino, voy al gimnasio, diario hago 160 abdominales, hago media hora de caminadora, media hora de elíptica, 15 minutos de bicicleta.

Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?

Díaz de la Torre: Cuando estoy con mi familia porque ahí todos me tratan como lo que soy, un hermano, un hijo, no permito, ni nunca nadie hace nada para verme como una persona que tiene una función pública importante. Cuando puedo conseguir eso, estoy pleno.

Belsasso: ¿El más triste de tu vida?

Díaz de la Torre: Cuando murió mi padre, no lo vi morir, estaba en una comisión, hasta que falleció entendí muchas de sus enseñanzas: cuando estaba en la primaria nos hacía poemas para recitarlos, el Día de la Independencia. Era un pensador.

Besasso: Complétame esta frase, Juan Díaz es…

Díaz de la Torre: ¡Es un profesor, sin duda alguna!