Restauradores y poseedores de Vochos se reunirán en el Azteca

Restauradores y poseedores de Vochos se reunirán en el Azteca
Por:
  • larazon

Fotos: AP

Integrantes de “Xochivolks”, que son personas poseedoras y restauradoras de automóviles Volkswagen, cuyas licencias para su operación fueron descontinuadas en su totalidad en el año de 2012, se reunirán el 25 de octubre en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, al que se espera acudan cerca de 4 mil aficionados con 1.500 vochos personalizados.

Mario Anaya restauró el auto de su padre y lo bautizó como “Pejelagarto”. "Sí, tiene una segunda vida", dijo Anaya, que empezó a renovar el auto en 2007, instalando interiores de cuero bronceados, un nuevo odómetro, guardafangos y llantas cromadas estilo Porsche.

Actualmente, el amigo cercano de Anaya, Arturo Díaz, conduce un Beetle convertible restaurado azul marino 1965 y es presidente de Xochivolks, un club que fundó hace 11 años en la delegación Xochimilco de la capital.

"Es algo familiar", dijo Díaz, que lleva a su hija de 9 años, Amiel, a las reuniones del club. "El coche es mío, pero todos participan, todos cuidan, todos ayudan".

Su compañero en el club, Christian Franco, personalizó su Beetle 1991 amarillo brillante con pollos de juguete para su esposa, quien trabaja en una rosticería. Tres pollos de hule de 30 centímetros (un pie) de largo están pegados en la parte trasera del carro, y uno más está pegado debajo del parachoques trasero.

Descontinuado

"Está resurgiendo el gusto por los vochitos", dijo Mario Gamboa, un mecánico especialista de Volkswagen y corredor de autos por 35 años. "La gente quiere revivir los sueños de su juventud a reacondicionar su Volkswagen".

Díaz dijo que los coleccionistas a veces compran Beetles usados en un portal de internet de artículos de segunda mano, o compran uno usado de un pariente, amigo o vecino.

No se venden

Cerca de 40 taxis vochos originales todavía sobreviven en el vertedero de chatarra El Coyol, en el barrio San Juan de Aragón de la capital del país.

"Somos como un museo del taxi", dijo Miguel Ángel Campos, un empleado del lugar. Dentro del lote amurallado, detrás de una puerta verde de metal, los vochos sobrevivientes están alineados en tres largas filas, pero afirma que los automóviles no se venden.