“Solamente vi los ojos llorosos de mi padre”

“Solamente vi los ojos llorosos de mi padre”
Por:
  • fernando_nava

Guillermo Buenaventura es teniente del Ejército, durante el sismo del 7 de septiembre al filo de la medianoche estaba de guardia en la Base Aérea Número 2 de Juchitán, Oaxaca, el pueblo donde nació hace 45 años.

Como buen militar, tras la emergencia no abandonó su puesto, aunque vivió horas en vilo por saber en qué condiciones se encontraba su familia.

En entrevista con La Razón desde la base ubicada en Ixtepec, cuenta que nunca le había tocado ayudar a tanta gente en un plan DN-III.

“Este terremoto nos pegó más fuerte que el del 85, yo estaba en servicio y cada que nos hablaban por radio me ponía a pensar en cómo estaría mi papá, mis hermanos, mi esposa, mis hijos”, narra.

“Y aquí estoy, defendiendo a mi pueblo, a mi México, porque, aunque la zona sea un tanto difícil de tratar, cuando son momentos de ayuda no hay quien nos detenga, y esa es nuestra labor”, expresa.

“Vi compañeros de la primaria saliendo a las calles, vi cómo sus casas estaban tiradas, es un dolor muy fuerte”. Guillermo Buanaventura, Teniente del Ejército

Buenaventura afirma que durante el servicio no pudo hablar con su familia, fue casi 24 horas después del terremoto cuando llegó a su casa, a unos cuantos kilómetros de la base militar, y pudo verlos.

“El techo de la casa se cayó por completo, gracias a Dios no pasó a mayores porque mi papá, que también fue militar, empezó a sacar a todos, pero si no imagínese, ya no tendría familia, no tendría casa, no tendría nada... así como mi familia, había muchas”, recuerda.

“Cuando salí de servicio llegué (a casa) y todos estaban afuera, yo sólo vi los ojos llorosos de mi padre, pero él se mantuvo firme como siempre lo ha hecho, sólo me decía, pues ya veremos cómo echamos el techo de nuevo”.

Posteriormente lo llamaron de la base para que se integrara a las labores de patrullaje y auxilio, labor donde le tocó rescatar a amigos y conocidos.