Insurgentes sirios irrumpieron el viernes en Alepo, la ciudad más grande de Siria, y se enfrentaron con las fuerzas gubernamentales por primera vez desde 2016, según un observador de guerra y combatientes, en un ataque sorpresa que hizo huir a los residentes y añadió nueva incertidumbre a una región sacudida por múltiples guerras.
La avanzada sobre Alepo se produjo después de una ofensiva sorpresa lanzada el miércoles por los insurgentes, mientras miles de combatientes recorrían pueblos y aldeas en la zona rural del noroeste de Siria. Los residentes huyeron de los barrios en las orillas de la ciudad debido a los misiles y disparos. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que monitorea la guerra civil no resuelta del país, dijo que decenas de combatientes de ambos bandos murieron.
El ataque inyectó nueva violencia en una región con guerras en Gaza y Líbano, en las que participa Israel, además de otros conflictos, entre ellos, la guerra civil siria que comenzó en 2011.
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Alepo no había sido atacada por fuerzas de oposición desde que éstas fueron expulsadas de los barrios orientales en 2016, después de una desgastante campaña militar en la que fuerzas gubernamentales sirias tuvieron el apoyo de Rusia, Irán y sus grupos aliados.
Pero esta vez, no hubo señales de una resistencia importante por parte de las fuerzas gubernamentales o sus aliados. En cambio, surgieron informes de que las fuerzas gubernamentales se desvanecían ante los avances, y los insurgentes publicaron mensajes en redes sociales pidiendo a las tropas que se rindieran.
Robert Ford, último embajador de EU en Siria, dijo que el ataque mostró que las fuerzas gubernamentales sirias son “extremadamente débiles”. En algunos casos, dijo, parecen haber sido “casi derrotadas”.