En una escena que recordó su polémica reunión con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagonizó ayer una confrontación directa con el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, a quien acusó falsamente de permitir un supuesto “genocidio blanco” y de confiscar tierras a granjeros afrikáneres.
La tensa reunión se llevó a cabo en la Casa Blanca, donde Trump pareció haber preparado una embestida cuidadosamente escenificada. A pesar de que Ramaphosa acudió con una agenda centrada en el comercio bilateral, acompañado por figuras públicas sudafricanas como los golfistas Ernie Els y Retief Goosen, y el magnate Johann Rupert, el mandatario estadounidense desvió rápidamente la conversación hacia el tema racial, impulsado por una narrativa desmentida por expertos y organismos internacionales.
- El Dato: La reunión marcó uno de los puntos más bajos en la relación bilateral entre Estados Unidos y Sudáfrica desde el fin del apartheid en 1994.
Trump no sólo reprodujo un video controvertido dentro de la Oficina Oval, con las luces apagadas, sino que también hojeó un conjunto de artículos impresos para sustentar su denuncia. En la grabación se mostraban cruces blancas, que Trump presentó como tumbas de agricultores blancos asesinados, así como discursos incendiarios de líderes opositores sudafricanos, entre ellos Julius Malema, a quien el presidente sugirió arrestar.

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“Tenemos muchas personas que se sienten perseguidas y vienen a Estados Unidos”, afirmó Trump. “La gente huye de Sudáfrica por su propia seguridad. Les confiscan sus tierras y, en muchos casos, los asesinan”, insistió, refiriéndose específicamente a los agricultores blancos.
Sudáfrica, sin embargo, niega rotundamente estas acusaciones. Ramaphosa, sentado junto al mandatario estadounidense, refutó cada una con calma: “Si hubiera habido un genocidio de agricultores afrikáneres, puedo apostar que estos tres caballeros no estarían aquí”, dijo el presidente sudafricano, en referencia a los miembros blancos de su delegación.
Las tasas de asesinato en Sudáfrica son elevadas, pero la mayoría de las víctimas son negras. Expertos y observadores internacionales han reiterado que no existe evidencia de que los blancos sean atacados por su raza. La reforma agraria impulsada por el gobierno de Pretoria busca corregir décadas de desigualdad heredadas del apartheid, permitiendo expropiaciones sin compensación sólo en casos de interés público, como terrenos abandonados.
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A pesar de las explicaciones de Ramaphosa, Trump persistió. “Los agricultores no son negros”, interrumpió al presidente sudafricano cuando este intentaba matizar el contexto de la criminalidad en su país. El jefe de Estado africano insistió: “Estas son preocupaciones sobre las que estamos dispuestos a hablar con usted”.
Johann Rupert respaldó la posición de Ramaphosa y señaló que el crimen afecta a todos los sectores del país. Incluso aludió a Elon Musk, al sugerir que los servicios de su empresa Starlink podrían mejorar la seguridad pública en Sudáfrica mediante la conectividad de estaciones policiales.