China revive maoísmo que dejó 10 millones de asesinados

China revive maoísmo que dejó 10 millones de asesinados
Por:
  • veronica_mondragon

“El color rojo de China nunca cambiará”, declaró el actual presidente del país asiático, Xi Jinping en 2013, para aludir a la perpetuidad de los valores que sustentaron la Revolución Cultural de Mao Zedong, la cual inició el 16 de mayo de 1966.

El actual gobierno busca rescatar la ideología de un movimiento que dejó 10 millones de muertos y devastó la economía, vigente hace 50 años. El espíritu de Mao es un pilar del régimen, según analistas consultados por La Razón.

Hace cinco décadas, Mao aprobó una directiva secreta que declaraba la guerra a la burguesía y daba inicio al movimiento que planteó “purificar a la sociedad” para erradicar del país los valores capitalistas y los de la China tradicional.

El 17 de mayo pasado, el Diario del Pueblo, el órgano oficial del Partido Comunista de China (PCCh) se pronunció sobre la Revolución Cultural Proletaria.

“No es posible que se repita una revolución. La década de calamidades causó un daño severo y dejó un dolor permanente en muchos chinos”, reza la publicación titulada “La sociedad rechaza firmemente la Revolución Cultural”.

Sin embargo, el artículo evitó señalar directamente a Mao como el responsable de las acciones y las consecuencias de esa década.

“La historia ha demostrado completamente que la teoría y la práctica de la Revolución Cultural fueron equivocadas. No eran ni podían ser una revolución o un progreso social en ningún sentido”, subraya el artículo difundido también en el periódico Global Times, la edición en inglés del órgano informativo del régimen.

Además, eludió cifras sobre las víctimas, los detenidos y los desaparecidos del régimen.

Para Priscilla Magaña, maestra en estudios de Asia y África, con especialidad en China, este pronunciamiento representa una nueva interpretación que se le da al movimiento que ocurrió de 1966 a 1976.

“Por primera vez, desde la apertura, se reconoce que es un periodo histórico denostable, y que éste es la excepción a la trayectoria lineal del partido cuyo objetivo es desarrollar al país”, dijo en entrevista a

La Razón.

EL MOVIMIENTO. De acuerdo con el Diccionario Histórico de la Revolución Cultural China (editado por Rowman y Littlefield), Mao movilizó a las masas en una batalla contra lo que él consideró la burguesía, según el reglamento del PCCh.

Entre 1966 y 1976, eso se transformó en un daño sin precedentes a la cultura tradicional y a la economía de la nación.

No obstante, la secrecía invade este episodio de la historia.

En los Archivos Municipales de Beijing, la información relacionada con la Revolución Cultural ocupa sólo 16 volúmenes de los 21 mil 568 que conforman el acervo.

Esta información ha sido desclasificada en cuatro ocasiones, en 1996, 1997, 2001 y 2009, la cual compila datos del país asiático que van de principios del siglo XX a 1978, según consignó el periódico español

El País.

De acuerdo con cifras recopiladas en el portal statista.com, en 1960, había 499 mil personas recluidas en campos de trabajo forzado.

Esta opacidad se mantiene en el gobierno de Jinping.

De acuerdo con el Índice de Apertura Presupuestaria, elaborado por Transparencia Internacional, la nación reporta 13 puntos en una escala del cero al 100.

“El culto a la personalidad del líder es muy presente con la figura de Xi”, agregó Magaña.

“Muchas de las políticas que adoptó el gobierno post-Mao, incluso ahora, siguen siendo entendidas como consecuencia de las políticas radicales de la Revolución Cultural”, según el Diccionario Histórico.

Asimismo, como si se tratara del Libro Rojo, Xi ha vendido sus escritos.

Desde septiembre de 2015, cuando fueron lanzados, se han vendido más de 3 millones de ejemplares de la recopilación de discursos y escritos de Xi, La gobernanza de China, y se la ha traducido a cinco idiomas, según la agencia Bloomberg.

“El país es cada vez más fuerte y el nivel de vida del pueblo es más elevado”, sostuvo la publicación del Diario del Pueblo.

Este mes, la agrupación política que cuenta con 86 millones de afiliados recomendó “unirse en torno a (el actual presidente) Xi Jinping” para “realizar el sueño nacional, que es el rejuvenecimiento del pueblo chino”.

“La era de la Revolución Cultural se acabó. Nadie tiene más temor al caos ni desea la estabilidad más que nosotros”, concluyó el órgano oficial de comunicación del partido.

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El caudillo que quiso sustituir a Confucio

era conocido como Gran Timonel y Sol Rojo; quiso destruir a la cultura tradicional y a la burguesía

Por Martha Rojas

martha.rojas@3.80.3.65

Fanático de la limpieza, calculador, habilidoso en la escritura y el lenguaje, Mao aspiró a ser “el intérprete del presente en la historia”. Con apenas 45 años de edad, Zedong ya se había consolidado como el líder supremo del Partido Comunista de China (PCCh)

A la manera confuciana, el Gran Timonel daba instrucciones y fijaba los tiempos de la construcción de la nueva sociedad. En pocos años, Mao “pasó del jefe al teórico, y de ahí al sabio” aseguró el internacionalista e investigador del CIDE, Ugo Pipitone, en el artículo titulado “Los daños del rey sabio: Mao y China”.

“Todo impecable y argumentado con sobriedad hierática. El pecado real no era la arrogancia sino la indisciplina”, agregó.

El Sol Rojo creció dentro de un partido amoldado a su homólogo soviético pero se convirtió en un estudioso de la historia de los líderes antigüos, de las tradiciones milenarias y de las virtudes del pasado imperial, elementos que marcaron de manera natural el legado histórico de una personalidad “compleja y contradictoria”.

“Un ideologismo suprahistórico que mucho se parece a los aforismos de Confucio. El método que sustituye el análisis fue sintetizado por Mao en 1943”, añadió Pipitone.

Como Confucio, Mao creía que el buen gobierno, el cuidado de la tradición el estudio y la meditación eran las máximas virtudes de una sociedad próspera que sólo se conseguiría si mantenían sus relaciones en plena armonía.

“En la China imperial era virtud esencial para la élite cortesana la cautela en tomar decisiones. Ser callado obsequiosos y ambiguo fueron formulas de supervivencia en el vértice”, detalló el experto.

Según el Diccionario Histórico de la Revolución Cultural China (editado por Rowman y Littlefield), en el asunto interno, la Revolución Cultural fue la respuesta de Mao a las diferencias ideológicas y conflictos entre él y otros líderes veteranos del PCCh.

La revolución fue “cultural” porque Mao  imaginaba los términos marxistas como la revisión de las esferas ideológicas. Esto fue lo que ayudó a erradicar los valores y educar a la población. “El conocimiento estaba en la mora porque estaba permeado por educación “no proletaria”.

Mao rompió con los esquemas de hacer política socialista a la manera rusa, impuso sus propios preceptos y estableció condiciones que determinaron el rumbo de un país.

“Rechazo toda inmoralidad, rechazo la conciencia, rechazo cualquier responsabilidad hacia los demás (…) Soy absolutamente egoísta y no me importan los sentimientos de la gente”, así se autodefinia Mao en un texto que escribió a los 24 años.