En cárceles de Venezuela hay más comida que en el súper

En cárceles de Venezuela hay más comida que en el súper
Por:
  • martha_cotoret

Ana no es una mujer como las decenas de féminas que salen a las tiendas, mercados y súper en Caracas y pierden hasta cuatro horas en una fila para ver qué consiguen de comer. Ella tiene un centro de abastecimiento poco común: la cárcel. En la prisión de Tocorón, ubicada en el estado Aragua, al centro del país, donde está recluido su pareja desde hace cuatro años, ella consigue “de todo”: dentífrico, leche, aceite comestible, huevos.

“Mi novio, que está preso por ladrón, todos los fines de semana me arma un combo que incluye pasta de dientes, toallas sanitarias, leche, harina arroz, aceite, huevos, champú, carne y pollo. No tengo que salir de madrugada a ver si pesco algo en algún mercado. Aquí hay de todo. Incluso hago compras y les vendo a mis vecinos, que están desesperados porque no consiguen nada en el San Vicente de Maracay”, cuenta Ana al El Nacional, el único periódico independiente de Venezuela.

En Tocorón, uno de los centros carcelarios más poblados del país con aproximadamente 11 mil reos de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Prisiones, la práctica del bachaqueo —personas que venden alimentos en el mercado negro hasta en 20 veces el precio fijado por el Gobierno— es común.

La cárcel tiene puestos de venta informales y pequeños locales. “La mayoría de los productos ofrecidos provienen del robo de camiones con alimentos que transitan por la Autopista Regional del Centro, cuenta un reo. Hay conexiones entre pranes

—delincuentes que se encarga de establecer las reglas del penal— y piratas de carretera que operan en esa vía para someter a los conductores de esos vehículos y posteriormente los dejan abandonados”, reseña el rotativo venezolano.

“Hace dos meses vendieron bultos de leche a 18 mil bolívares (18 dólares). También ofrecieron harina al mayor, pero por órdenes del pran Niño Guerrero dejaron de vender los productos en grandes cantidades en días de visita para evitar que los buhoneros que venden aquí se aprovechen”, explicó el reo.

Las bolsas de comida distribuidas por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que reparte el Gobierno y que no llegan a los hogares en los que habitan personas disidentes al chavismo, también llegan al penal, pero son ofrecidas a los reclusos en cinco mil bolívares (cinco dólares), dos mil bolívares (dos dólares) más que en la calle.

“Nosotros llamamos a los consejos comunales. Ellos saben que deben traer los alimentos para acá. Cuando reciben la llamada de Tocorón tiemblan y todos los meses religiosamente envían las bolsas. Aquí no se pasa hambre, pero hay que tener real”, presume otro recluso.

De no ser por las armas largas y cortas que portan y exhiben quienes allí están detenidos, el ambiente es similar al de un mercado popular: en las caminerías del penal se aglomeran los consumidores cazando ofertas, pues los vendedores compiten para ver quién ofrece más variedad. “¡Llévese su paquetico de café!”, gritan los presos para animar a los compradores.

Algunos de los que venden la mercancía a la intemperie no son presos, sino otras personas que provienen de Maracay, Valles del Tuy, Villa de Cura, San Juan de los Morros, zonas aledañas al reclusorio, e incluso Maracaibo (a más de 600 km del recinto) que instalan mesas para colocar alimentos en exhibición.

“Vender aquí no es gratis porque debemos pagarle al pran la causa; es decir, el derecho de ofrecer los productos. A pesar de ello, las ganancias son millonarias. Los días de visita; es decir, los fines de semana, hago más de 100 mil bolívares (unos cuatro salarios mínimos)”, contó un vendedor informal que va al penal los sábados.

El diálogo con el Gobierno quiebra unidad de la MUD

Quince partidos de oposición rechazan sentarse a la mesa con el chavismo, en el proceso auspiciado por el Vaticano y exmandatarios

Por Ángel Sastre / mundo@3.80.3.65

La oposición se unió hace diez años para combatir a un enemigo poderoso, Hugo Chávez, hoy reencarnado en Nicolás Maduro, pero esa unión parece ahora resquebrarse, paradójicamente, con el diálogo. Ayer estaba prevista una reunión histórica entre la disidencia y el Gobierno a las 18:00 horas, en el Hotel Meliá Caracas, aunque en un principio se anunció en Isla Margarita.

La mesa de diálogo se instaló bajo el auspicio de los mediadores, pero no en el punto de encuentro anunciado inicialmente. Fue en el Museo Alejandro Otero, en La Rinconada, al oeste de la ciudad. Los expresidentes Martín Torrijos (Panamá), y Leonel Fernández (República Dominicana), así como el español José Luis Rodríguez Zapatero estuvieron presentes.

Otros de los acompañantes fueron el enviado del Vaticano, Emil Paul Tscherrig, y la delegación designada por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). El presidente Nicolás Maduro canceló su participación en la Cumbre Iberoamericana de Cartagena para acudir al encuentro con la oposición.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se comprometió anoche con el proceso de diálogo para intentar aliviar la crisis del país inició con la mediación del Vaticano entre su Gobierno y sus opositores, a quienes les tendió la mano.

“Quiero manifestar ante el representante del papa Francisco, como lo hice hace unos días en Roma, las gracias y mi compromiso absoluto como presidente de la República y líder del Movimiento Bolivariano y Revolucionario de Venezuela con este proceso de diálogo”, aseguró ayer durante la instalación del proceso de conversaciones.

Mientras, la Iglesia católica llamó a “respetar el compromiso” de iniciar conversaciones y evitar así un “espiral de violencia que suma en un mayor sufrimiento” a los venezolanos. “Es sólo el camino del diálogo junto con el respeto a la Constitución y las leyes, y no el de la perenne confrontación, el que puede permitirnos encontrar alternativas de solución”, señaló la Conferencia Episcopal Venezolana en un comunicado.