La elección francesa marca rumbo a Europa

La elección francesa marca rumbo a Europa
Por:
  • larazon

Angela Merkel perdió en Francia, es decir, la alianza franco-alemana que encabeza actualmente a la Unión Europea no se mantendrá por la derrota de Nicolás Sarkozy; ganó la postura que separa a Francia de esta alianza, criticando la política de austeridad a ultranza propugnada por la Alemania de Merkel y apoyada en general hasta ahora por la Francia de Sarkozy.

El litigio de fondo en esta elección ha sido en torno no sólo al modelo económico imperante, sino a toda la política estratégica del país. Una mayoría del electorado francés está eligiendo un cambio en este sentido.

El candidato socialista, François Hollande, mantuvo claramente esta postura de cambio al sostener que para enfrentar la crisis hay otra alternativa a la política restrictiva y draconiana de Merkel, refiriéndose vagamente para sustituirla a una política de crecimiento que será impulsada por Francia en contra de Merkel y sus obsesiones de estabilidad macroeconómica.

Al parecer —porque no ha sido claro en este sentido— Hollande plantea una serie de medidas del viejo corte keynesiano: más gasto público, creación de dinero artificial aunque sea inflacionario y control de los mercados a través de los impuestos. ¿Cómo puede ser posible esto frente a los comisarios de la Unión Europea, manejados no tanto por Bruselas —sede de la UE— sino por Berlín? Y más, ¿es posible un keynesismo nacional si se pertenece a la Eurozona?

En momentos pareciera que la elección francesa se planteó entre dos infiernos: el de la austeridad o el de la inflación. Y quienes saben de qué trata la estabilidad en medio de la crisis más severa de las últimas décadas, ven como un canto de sirenas la ilusión vendida por los socialistas.

El barco puede encallar en las costas mediterráneas y Francia unirse entonces al grupo de países en debacle como Grecia, Portugal y España. Y todo por abandonar la alianza con el norte germánico, frío, duro, austero y protestante.

Y paradójicamente han sido sobre todo votos del segmento electoral que vota por el Frente Nacional, el que derrumbó la alianza franco-alemana como solución a los problemas europeos —vía entrevista por Pierre Drieu la Rochelle, aquel escritor visionario de los años 30 que llevó su postura al extremo de colaborar después equívocamente con los nazis—.

Y precisamente, tratando de conquistar votos en este segmento que apoya a la extrema derecha de Marine Le Pen —más de seis millones de electores—, Nicolás Sarkozy buscó sin el éxito necesario cortejarlos haciendo hincapié en su postura contra la emigración, particularmente la musulmana —el otro aspecto, además del rechazo al esquema de la Unión Europea, que motiva a estos electores—.

Los electores favorecieron finalmente a François Hollande, por 3.4 puntos, suficientes para que Sarkozy reconociera el triunfo de su adversario. No se dio el vuelco sorpresivo de última hora para salvarlo. Así pues, Angela Merkel está perdiendo a su principal aliado, lo que sin duda va a marcar el rumbo próximo de Europa.

Y mientras tanto las elecciones mexicanas han sido marcadas por un par de las campañas electorales más patéticas de que se tenga memoria: la del PAN y la del PRD. Se trata de la propaganda negra del panismo que confiesa así su fracaso completo al frente del gobierno —pues no puede exhibir ningún logro y tan sólo es capaz de denigrar al adversario—, y del engendro sibilino de la “República amorosa” de Andrés Manuel López Obrador, un político anacrónico que no supo leer las ansias de alternancia —del 67 por ciento de los electores según una encuesta de Mitofsky— ante la inoperancia panista y por eso se ha situado a su cola.

El litigio electoral en nuestro país gira únicamente en torno a la figura de Enrique Peña Nieto, quien se encamina hacia un triunfo facilitado por las limitaciones políticas del panismo y el perredismo.

Al comparar la calidad del establishment cultural francés con la del mexicano, me pregunto si no hay aquí una causa de que el debate electoral francés termine siendo de fondo, al contrario del aldeanismo mexicano responsabilidad principal de los adversarios del PRI sustentados de algún modo en la modorra y los lugares comunes de los intelectuales de la “transición” fallida.