Moscú busca forjar de nuevo su poder en la era posguerra fría

Moscú busca forjar de nuevo su poder en la era posguerra fría
Por:
  • martha_cotoret

La firma de la renuncia de Mijaíl Gorbachov fue la confirmación del fin definitivo de la Unión Soviética (URSS). Un día después, el 26 de diciembre de 1991, el Soviet Supremo reconoció la extinción del bloque socialista. Para finales de año todas las instituciones soviéticas oficiales habían cesado sus actividades, y las repúblicas asumieron el papel del gobierno central.

Este episodio fue, sin duda, el fin de la derrota a la Guerra Fría que había librado con Estados Unidos (EU) durante décadas. Sin embargo, ese fracaso hoy no parece ser definitivo: la independencia de los países que hace 25 años abandonaron la órbita socialista no es tan evidente y el papel de EU, el país más importante del mundo, no es del todo claro.

El pasado 16 de diciembre el presidente Barack Obama prometió que Estados Unidos tomaría medidas contra Rusia por su supuesta intromisión cibernética en la elección presidencial, una acusación que el Kremlin niega insistentemente. Antes eran los políticos rusos los que se quejan de intervención de Washington.

“El balance de fuerzas ha cambiado. Ahora hay una superpotencia reacia a actuar, EU, y una potencia regional dispuesta a arriesgarse, confiada en que la población aguantará cualquier efecto secundario”, analiza El Mundo.

“Moscú está tratando de volver a forjar su poder global”, explica al rotativo español Dimitri Trenin, autor del libro ¿Debería Occidente temer a Rusia?, “pero el presupuesto puede resentirse y desestabilizar el país”.

Tras 25 años de “la mayor tragedia geopolítica del siglo XX”, como ha catalogado Putin a la desintegración de la URSS, Rusia se ha convertido en el gran ganador de la Guerra Fría, pero sus satélites la han traicionado mirando hacia la OTAN y la Unión Europea.

En 2014, Ucrania se alejó más de Rusia al ratificar su acuerdo de asociación con el bloque económico europeo que contempla, entre otros aspectos, una mayor autonomía a las regiones prorrusas del este del país. Una propuesta que para el gobierno ucraniano se traduce en una apertura a la descentralización, garantizando “la soberanía, la integridad territorial y la independencia” del país.

“La política de promover cambios de régimen puesta en marcha por EU con la llegada del nuevo siglo puso en guardia a Moscú: cayó el régimen talibán y también Sadam Hussein. Pronto Putin percibió que países como Georgia, Ucrania o Kirgizistán estaban en la lista de deseos de Washington. La caída de Hosni Mubarak, Muamar Gadafi, y el intento de derribar a Bashar al Assad confirmó que Washington iba a por todo mientras Rusia seguía lidiando con sus propios problemas. Ahora, Putin está logrando renegociar los términos de esa derrota de la Guerra Fría”, reseña El Mundo.

Ruslan Jasbulatov (Grozny, 1942), quien presidió el Parlamento durante aquel convulso 1991 en el que todo se derrumbó, cree que las tensiones modernas son más peligrosas que durante la Guerra Fría original. “No hay líderes fuertes como en aquellos años: se humillan”, lamenta.

Veinticinco años después, las encuestas muestran que casi dos tercios de la sociedad rusa querría volver a vivir en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. “Según los últimos datos, 56 por ciento quiere restablecer la Unión Soviética, a pesar de que la mayor parte de ellos considera que actualmente sería imposible”, dice Denis Volkov, sociólogo del centro Levada de estudios de opinión pública. “Este porcentaje es especialmente alto entre la gente que nació y vivió en la URSS”.

Según las encuestas de Levada, uno de los factores clave que hacen a Rusia añorar su pasado comunista es el rol que tenía de gran potencia respetada en el escenario mundial que solucionaba problemas internacionales. Otro factor es que muchos todavía se sienten engañados con el desmembramiento de la Unión Soviética y las posteriores reformas económicas que de la noche a la mañana hicieron pobres a millones de personas.

“Todo se hizo sin preguntar qué opinaba la gente. No entendíamos a qué venían todos aquellos cambios. Pensábamos que todo era para vivir mejor. Y en realidad los que ganaron fueron personas con dinero que usurparon el poder”, dice el pensionista Serguéi Nefedov.

Entre la gente joven el porcentaje de los que quieren que resucite la Unión Soviética no es tan elevado. “A los que les gustaría vivir en la URSS normalmente no saben de qué están hablando, porque hay una gran falta de información auténtica sobre el periodo soviético”, considera Volkov.

Hasta 2014, el número de los que añoraban la URSS caía paulatinamente. Sin embargo, en los dos últimos años se ha registrado un giro copernicano, en primer lugar relacionado con la anexión de Crimea, comprendida por la mayor parte de la población rusa como un paso hacia el renacimiento de la superpotencia.

Este cambio ha animado al propio Gorbachov a declarar en la antesala del 25 aniversario de la caída de la URSS que considera posible una “restauración voluntaria de la Unión Soviética con las mismas fronteras”.

Desde la desaparición del imperio comunista, su último presidente se mantiene en la fila de los políticos menos populares entre los rusos. “Muchos consideran a Gorbachov el verdugo de la superpotencia y el autor de la profunda crisis económica que siguió. Para los rusos tienen poca importancia las libertades que había garantizado Gorbachov”, dice Volkov.

El líder del Partido Comunista Ruso, Guennadi Ziuganov, está claramente en el bando de los nostálgicos: “Todos lamentamos la destrucción del país, todo el mundo comprende que precisamente en este suceso están las raíces de las desgracias que estamos viviendo hoy día”.

Otros tienen esperanza en el poder actual como creador de una nueva unión entre repúblicas. El ex miembro del Consejo de la Federación, Dimitri Mesentsev, confía en que la integración económica y defensiva sumará voluntades en el espacio postsoviético.

“Cuanto más nos alejamos de diciembre de 1991, tanto mejor comprendemos lo valioso del sistema de vínculos que existieron entre las regiones económicas de aquel colosal país desaparecido y entre las personas de distintas nacionalidades, del respeto a las tradiciones y de un modo de vida, que aunque salía perdiendo en la comparación ante los estándares occidentales, aunaba a casi 300 millones de habitantes de la Unión Soviética”, recordó Mesentsev en declaraciones a la agencia rusa Sputnik.