Obama afianza lazos con Japón, en último aliento

Obama afianza lazos con Japón, en último aliento
Por:
  • martha_torres

En Nueva York

Siete meses después de que el presidente Barack Obama visitase Hiroshima, ciudad donde terminó la Segunda Guerra Mundial con el lanzamiento de la bomba atómica, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se desplazó a rendir homenaje a la base naval de Pearl Harbor, cuyo repentino ataque provocó la entrada de Estados Unidos en el conflicto. Como hiciera Obama en la ciudad atacada junto con Nagasaki en 1945 por orden del presidente Harry S. Truman, se dejó claro que el premier japonés no pediría perdón.

Al menos tres primeros ministros nipones han visitado Pearl Harbor, pero el Gobierno japonés señaló que Abe es el primero en rezar por los muertos junto a un presidente de EU en el memorial construido sobre los restos del buque hundido USS Arizona.

El gesto bastó para subrayar el fortalecimiento de la alianza entre los dos países en un momento en el que les interesa tener una buena relación para contrarrestar el peso de una China cada vez más amenazante.

En los últimos días, la prensa oficialista de Pekín expresó sus reticiencias a la visita de Abe, que no dudaron de tachar de “espectáculo diplomático cuyo objetivo es ganar puntos políticos y reforzar la relación con EU”. Y es que para las autoridades chinas, “puede amenazar la estabilidad regional por promover la militarización de Japón”.

Desde la guerra, Washington y Tokio han construido una poderosa alianza que, aseguran, ha crecido más fuerte que nunca durante el mandato de Obama. Ahora sobrevuela la duda de si los lazos seguirán siendo tan potentes durante la era Trump. En este sentido, y ante lo prioritario para Japón, Abe no dudó en visitar al futuro presidente en la Torre Trump poco después de que ganara las elecciones. Fue el primer líder internacional en reunirse con el magnate en una visita en la cual se saltó al departamento de Estado y todo tipo de protocolos, algo poco frecuente en la ceremoniosa cultura japonesa.

Trump sugirió en campaña que Japón adquiriese armas nucleares para defenderse de Corea del Norte y demandó que debían pagar más a Washington si pretendían que éste mantenga su despliegue militar en su territorio.

En 2015 se firmó el Tratado Transpacífico entre ambas naciones, un acuerdo que Trump quiere abolir nada más llegar a la Casa Blanca. Asimismo, sus recientes declaraciones sobre el “aumento y expansión” nuclear de EU le han dado un nuevo significado a esta visita del primer ministro japonés a la base naval ubicada en Hawaii, archipiélago que se convirtió en el Estado 50 de EU el 21 de agosto de 1959.

El discurso de Obama de ayer en Pearl Harbor, que abordó una nueva incertidumbre y recordó los peligros de una carrera armamentística, encontró su audiencia en Florida —donde estos días Trump pasa sus vacaciones— más que en Japón y en el histórico puerto.

A pesar de todo, Obama y Abe se encontraron ayer en Honolulu, en Hawaii, estado en el que nació el presidente.Después visitaron el monumento en recuerdo del USS Arizona, uno de los ocho acorazados atacados, en el que murieron mil 177 soldados del Cuerpo de Marines el día del bombardeo.

Tokio y EU, alianza nacida del sufrimiento

El imborrable drama de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y las muertes de estadounidenses en Pearl Harbor no ha impedido que Japón y Estados Unidos sellen una de las alianzas más sólidas del mundo.

A pesar de la matanza sin precedentes, posterior a cuatro años de guerra atroz, los enemigos más feroces se han convertido, por así decirlo, en mejores amigos.

El contexto geopolítico en Asia, con la creciente potencia de China y las amenazas repetidas de Corea del Norte, está encaminado a consolidar la relación nipona-estadounidense.

Las tensiones no están totalmente ausentes. La crisis más fuerte fue en 1960 con las manifestaciones masivas contra una negociación de revisión del tratado bilateral de cooperación mutua y de seguridad. La protesta fue de tal magnitud que impidió la llegada prevista del presidente Dwight Eisenhower.

Las disputas comerciales en los años 1970 y 1980, con un Japón que superaba a Estados Unidos (en la electrónica, la robótica industrial, el automóvil), generaron una retórica de odio hacia el archipiélago insolente que habría ganado por medios económicos lo que no pudo conseguir por las armas.