Puede morir la izquierda francesa, dice Valls, su principal candidato

Puede morir la izquierda francesa, dice Valls, su principal candidato
Por:
  • jaume

Su candidatura para las primarias de la izquierda era un secreto a voces, pero hasta que François Hollande no decidió desmarcarse de la carrera presidencial no dio el paso. Ahora, el ya exprimer ministro Manuel Valls tiene que lidiar con sus hasta ahora ocho adversarios oficiales en lo que promete convertirse en una guerra civil de la izquierda francesa, que se encuentra más dividida que nunca. Con Arnaud Montebourg como representante del ala más izquierdista y otros dos outsiders, Jean-Luc Mélenchon y Emmanuel Macron, la batalla no se prevé sencilla y sigue alimentando el ascenso de la ultraderecha de Marine Le Pen.

¿Considera que las primarias de la izquierda servirán para reforzarla o para aumentar las divisiones internas? Tras el éxito de las primarias de 2011, después de las primarias de la derecha y el centro, ¿cómo vamos a prescindir de las nuestras? ¡Es impensable! Lo que yo les pregunto a la izquierda y a los franceses apegados a su modelo social es si desean el despido de 500 mil funcionarios, la jubilación a los 70 años, el no reembolso de los medicamentos, el desprecio a los sindicatos… Francia no necesita un “electroshock” conservador y liberal. Lo que necesita es una buena alianza entre la autoridad republicana y la justicia social, y esto sólo puede ofrecerlo la izquierda.

¿Pero no se arriesgan a perder aún más fuerza entre el electorado? No, si somos capaces colectivamente de crear dinamismo, de ofrecer una esencia y una visión. Confío en Jean-Christophe Cambadélis (primer secretario del Partido Socialista) y en nuestra formación política para organizar el proceso y apelo a los millones de electores de izquierdas para que participen.

¿Está preparado para tender la mano a Emmanuel Macron para que participe en sus primarias? Sí, por supuesto. Las primarias son modernas, ¡así que Macron debería inscribirse en ellas! Estoy convencido de que aquellos que han participado en el Gobierno de Francia desde 2012, incluso antes de esa fecha, con Lionel Jospin, conforman el espectro de la izquierda reformista. Reitero que lo que nos separa a Benoît Hamon, Arnaud Montebourg, a Emmanuel Macron y a mí es menos importante que lo que nos une. Repito: podemos ser pulverizados en la primera vuelta. Y aquellos que piensan que habrá un sobresalto en las legislativas, que, como en el pasado, podríamos regresar a un ciclo de oposición —con victorias en las elecciones locales, para volver a ganar en 2022—, se equivocan. La izquierda puede morir... Las primarias están ahí para zanjar el asunto y permitirnos ganar.

¿Y apela usted también a Jean-Luc Mélenchon? Mi mano está tendida primero a todos los electores de izquierdas. La izquierda debe reconciliarse consigo misma para poder reconciliarse con los franceses.

¿En qué punto se encuentra su relación con Hollande? Tengo una relación de respeto, amistad y lealtad con el presidente. Pero la lealtad no excluye la franqueza. El contexto cambió. La aparición del libro de confidencias Un presidente no debería decir eso ha creado un gran desasosiego en la izquierda. Frente a la angustia, la duda, la decepción, la idea de que la izquierda no tiene ninguna posibilidad, quiero acabar con esta dinámica que nos conduce a la derrota.

¿Presionó a Hollande para que no se presentara como candidato a las presidenciales? Éste es un momento serio e histórico. Cada uno debe ser consciente de eso. Meto presión sobre cada uno de nosotros.

Si Hollande hubiera sido candidato, ¿habría hecho campaña por él? La cuestión en este momento no es ésa. Una verdad: siempre he peleado por el progreso, la justicia social, la educación, la autoridad republicana. Continuaré haciéndolo.

¿Qué conclusión saca de los resultados de las elecciones primarias de la derecha? Han demostrado que nuestros compatriotas tienen una fuerte voluntad de participación. Quieren que su voz sea escuchada, desean elegir a sus representantes. También es una muestra de su rechazo a los modelos que les vendíamos hasta ahora o que se les imponía de antemano.

¿Cómo explica el éxito de François Fillon? Su elección se explica porque Fillon transmite una imagen de dignidad y de sangre fría. Es todo lo opuesto a Nicolás Sarkozy. Fillon supone un adversario muy serio para la izquierda, la cual ahora tiene la obligación de denunciar públicamente su programa ultraliberal y conservador. Fillon propone unas medidas muy duras con las rentas bajas y otras muy generosas para los ricos. Es un programa brutal, restrictivo y que no intenta unir a los franceses.

¿Por qué los electores de derecha eligieron el programa más radical? Lo que han hecho fue rechazar a Sarkozy, así como penalizar las ambigüedades ideológicas de Juppé. Fillon propone un programa poco actual, digno de los años 80, que no deja margen para la inflexión ni para ninguna recomposición política. Unirá a la derecha y solamente a la derecha, cuando lo que se necesita hoy en día, frente a los desafíos que se presentan ante nosotros —con el ascenso del populismo y la amenaza terrorista—, es unir a todos los franceses en torno a los valores de la República.

¿Juppé habría sido un adversario más cómodo para la izquierda? Está claro que Fillon es un rival muy serio para la izquierda. Pero, insisto, nos encontramos en un escenario político nuevo marcado por el tripartidismo: la derecha, la extrema derecha y una izquierda fracturada. La derecha y la izquierda se enfrentan a una extrema derecha que está muy fuerte, y las estrategias de ambos partidos van en la dirección de pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales contra el Frente Nacional para poder ganarle. Sin embargo, nadie dice que Marine Le Pen no sea capaz de ganar una segunda vuelta. Yo no quiero enfrentarme a ese escenario. Si no marginamos a la extrema derecha en la primera vuelta, eso será un gran «Big Bang» político, con grandes consecuencias para Francia.

¿Cómo interpretaría la izquierda ese resultado? Una vez elegido el candidato de la derecha, la cuestión es saber cuál será la fuerza política principal que se enfrentará a ella. En eso se pondrá el foco muy rápidamente. Me niego a pensar que será la extrema derecha, porque ¿podrá defender a las clases populares, a los jubilados, a los funcionarios? ¡No! Les pido a todos los progresistas, a la izquierda reformista y a toda la izquierda que se reponga. Es por eso que nuestras primarias no pueden reducirse a pequeños cálculos del partido. Deben dar un impulso, una esperanza, un camino. Hay que prepararse para el cara a cara. Yo estoy listo.