Terrorismo resta puntos a Merkel, pero no la derrota

Terrorismo resta puntos a Merkel, pero no la derrota
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  • ruben_g._del_barrio

Setenta años después de la caída del nazismo, Alternativa para Alemania (AfD) ha desmontado los mitos de la nueva extrema derecha alemana. Su electorado ya no sólo proviene de los estratos inferiores. En el caso de Helen, una contadora retirada, no oculta su indignación ante la llegada de tantos musulmanes y teme la pérdida del bienestar social del que presume su país.

“El problema son los árabes”, asegura a La Razón. “No estoy en contra de cualquier inmigración, pero sí de los miles de musulmanes que han llegado y que son totalmente contrarios a nuestra idea de cultura y país”, continúa.

El antiislamismo es uno de las mayores banderas de esta formación política. Una circunstancia que arraiga por su postura contraria a los refugiados y que la impulsó hasta la primera línea con el voto de castigo a la política de acogida promovida por Angela Merkel. Después los atentados islamistas catapultaron sus expectativas entre una ciudadanía alarmada y desorientada.

El Dato: Según encuestas, AfD logrará entre un 8 y un 11 por ciento de los sufragios, con lo que se convertiría en el primer partido ultraderechista que accede al Bundestag desde 1945.

Atrás queda esa formación creada por economistas y otros académicos que se articuló frente al rescate de Grecia. Hoy, las estadísticas demuestran que la fortaleza de AfD se construye con la captación de un electorado transversal que se retroalimenta de votantes que cubren toda la bancada parlamentaria germana, así como de abstencionistas o que irán a las urnas por primera vez.

“Hay un fracaso de la política en Alemania”, declara a este periódico el líder de AfD en Sajonia-Anhalt, André Poggenburg. “Somos la única formación capaz de llevar a cabo las reformas que el país necesita”. Para ello, no han escatimado en una dialéctica netamente ultraderechista que aúna a una multitud de votantes que desde la burguesía hasta las clases más bajas mantienen un denominador común: el miedo al futuro o el escepticismo respecto a la actual clase política.

Asimismo, muchos votos virarán desde la socialdemocracia o desde el partido de la canciller. Conservadores decepcionados por el giro social de Merkel o por su abandono de la doctrina más tradicional y que, según este trasvase de electores, ya no les representa. Una esfera cuyo último segmento se completa con aquellos que se sienten marginados por el resto de partidos, y que lejos de abstenerse nuevamente, han sucumbido al mensaje directo de la formación populista.

Sin embargo, en plena cuenta regresiva para la cita con las urnas, todas las encuestas siguen arrojando un triunfo de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que lograría encadenar su cuarto mandato consecutivo. La publicada ayer por el periódico Bild estima que la formación conservadora contaría con un respaldo del 36 por ciento de los electores (un punto menos que hace una semana).

Por su parte, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) sube dos puntos hasta el 11 por ciento, superando como tercera fuerza política en el Parlamento a La Izquierda (Die Linke), que se queda con un 10 por ciento; al Partido liberal (FDP) con un 9 por ciento, y a Los Verdes, que se anotan un 8 por ciento. AfD se convertiría en el primer partido ultraderechista que accede al Bundestag desde 1945.

Alemania se pregunta: ¿quién gobernará con quién? Para algunos analistas, repetir la gran coalición sería la opción más estable para el país, aunque para Schulz supondría un rotundo fracaso, tal y como ha dejado claro durante la campaña. Los socialdemócratas dan por hecho que reeditar esta fórmula les debilitaría aún más como partido, y de ahí que su líder, por lo que pueda pasar a partir del domingo, ya dejó claro este pasado fin de semana que someterá a votación de las bases, un posible nuevo acuerdo con el partido de la canciller.

UE pide eliminar los controles fronterizos

Los estados de la Unión Europea no deberían ampliar los controles extraordinarios en la zona de libre circulación de pasajeros del bloque, porque la crisis de refugiados está en retroceso, dijo el jueves el máximo responsable de inmigración de la UE.

La UE permitió que Austria, Dinamarca, Alemania, Suecia y Noruega, que no forma parte del bloque pero sí del espacio Schengen, ampliasen los controles de pasaportes en sus fronteras. Estas naciones defendían que era una medida necesaria por razones de seguridad, y en Alemania se han convertido en un asunto destacado en la campaña electoral.

Aunque los controles estaban justificados, los motivos para ponerlos en marcha “ya no existen”, explicó el comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulos. “Creo que este es el momento de regresar al funcionamiento normal del espacio Schengen”, afirmó en referencia al programa de libre circulación de pasajeros vigente en Europa.

Los controles de pasaportes sistemáticos están prohibidos en la zona Schengen, que incluye a 26 naciones de dentro y fuera de la UE. Los países aplicaron los controles adicionales en 2016 después de la llegada a Europa de alrededor de un millón de migrantes el año anterior.

Angela Merkel es partidaria de mantener los controles policiales.