La Junta de gobierno del Banco de México (Banxico) decidió por unanimidad reducir la tasa de interés referencial en 50 puntos base para colocarla en 8.50 por ciento, lo que la ubicó en un nivel no visto desde 2022, en un entorno en el que la economía global muestra señales de debilidad.
En un comunicado, los miembros del banco central dejaron abierta la posibilidad de continuar reduciendo la tasa en una magnitud similar durante las próximas reuniones, aunque, explicaron, manteniendo una postura restrictiva.
- El Dato: primera vez que la tasa de interés baja a un nivel de 8.50, algo no visto desde el año 2022, cuando se ubicó al mismo nivel que este año, en el que la economía global es débil.
De acuerdo con los integrantes del banco central, en el primer trimestre de 2025 la actividad económica mundial habría crecido a un ritmo menor que el del trimestre anterior. Este comportamiento ha sido influido en gran medida por las tensiones comerciales entre las principales economías del mundo y un contexto de incertidumbre elevada, lo que ha llevado a una revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento global, particularmente para Estados Unidos.

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Otro factor que destacaron fue que el dólar se ha depreciado frente a otras monedas y las tasas de interés gubernamentales internacionales mostraron movimientos mixtos, tras haber registrado disminuciones importantes a lo largo de la curva.
En el comunicado, los directivos señalaron que entre los principales riesgos globales que se identifican actualmente están el posible escalamiento de las tensiones comerciales y el agravamiento de conflictos geopolíticos, amenazas que, aseguraron, podrían tener implicaciones significativas en la inflación, la actividad económica global y la volatilidad que actualmente impera en los mercados financieros.
En el mercado interno, mencionaron que a nivel nacional y desde la última decisión de política monetaria, se ha observado una disminución en las tasas de interés de los valores gubernamentales mexicanos, con reducciones más marcadas en los instrumentos de corto y mediano plazo.
Asimismo, mencionaron que la economía nacional continuó mostrando signos de debilidad: en el primer trimestre del año, el Producto Interno Bruto (PIB) apenas creció 0.2 por ciento en términos trimestrales ajustados por estacionalidad, después de una contracción en el trimestre previo.
Respecto a la inflación, los pronósticos inflacionarios también fueron revisados, particularmente para el corto plazo, debido a un incremento mayor al anticipado en la inflación del componente de mercancías.
“Se mantiene la expectativa de que la inflación general converja a la meta de 3.0 por ciento hacia el tercer trimestre de 2026. No obstante, estos pronósticos están sujetos a diversos riesgos”, destacaron.
En este sentido, coincidieron que, entre los factores que podrían presionar al alza la inflación, se encuentran una depreciación del tipo de cambio, disrupciones derivadas de conflictos geopolíticos o cambios en políticas comerciales, persistencia de la inflación subyacente, presiones en los costos de producción y afectaciones climáticas.
En contraste, los factores que podrían contribuir a una disminución de la inflación incluyen una actividad económica más débil de lo previsto, un traspaso menor de las presiones de costos y un traspaso limitado de una eventual depreciación del peso hacia los precios al consumidor.
El Banco de México consideró además que, aunque el balance de riesgos para la inflación sigue estando sesgado al alza, éste ha mejorado conforme algunos de los choques globales han comenzado a resolverse. Sin embargo, los cambios en la política económica de la nueva administración en Estados Unidos añaden incertidumbre al panorama y podrían generar presiones inflacionarias tanto internas como externas.