Andrés Manuel, el líder

Andrés Manuel, el líder
Por:
  • eduardon-columnista

Que el Presidente tire línea a las bancadas de su partido en alguna de las cámaras que integran el Congreso de la Unión, es una práctica común –y hasta esperada– que se ha replicado sexenio tras sexenio en nuestro país, sin importar el partido gobernante.

Incluso, se da por descontado que los legisladores provenientes del partido en el poder operen como aliados políticos del Presidente, pues resulta fundamental la capacidad de éstos para respaldar e impulsar las iniciativas de ley del propio titular del Ejecutivo federal, para que su programa de gobierno resulte exitoso.

No obstante, lo sucedido esta semana entre López Obrador y la bancada de Morena en la Cámara de Diputados fue peculiar de varias formas, pues además de hacer notoria y vigente esta forma de hacer política, de nueva cuenta quedó de manifiesto que el quehacer de la actual administración gira en torno a la figura presidencial.

Andrés Manuel no solicitó a su bancada sacar adelante una ley, sino todo lo contrario. En medio del jaloneo por la rotación de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el Presidente tuvo que extender su brazo político hasta San Lázaro para frenar la iniciativa impulsada por Morena, que les permitiría retenerla por más tiempo del establecido.

Esto sucedió tan sólo tres días después de que López Obrador rindiera su primer informe de labores, en el cual celebró el fin de la usual intromisión del Poder Ejecutivo en las decisiones del Legislativo y Judicial. Sin embargo, bastó una sola declaración suya durante su conferencia mañanera del miércoles para que horas más tarde, Morena desistiera de sus intentos por aferrarse al cargo que reglamentariamente le corresponde al Partido Acción Nacional.

Y si bien resultó evidente que las pomposas frases pronunciadas por Andrés Manuel durante su informe de labores no son más que sólo eso, palabras, el hecho significó uno más en el que integrantes de su administración, de un momento a otro, han tenido que desdecirse –en esta ocasión, de forma adecuada– y sucumbir en sus intentos de actuar de forma contraria a los designios presidenciales.

Finalmente, también resaltó el enorme poder del modelo de comunicación política adoptado por López Obrador, con las conferencias mañaneras como el eje principal que le permiten dictar la agenda nacional, día con día, al inicio de la jornada. Muy diferente a lo que sucedía con las figuras presidenciales de los sexenios previos. Ya es tan cotidiano ver y escuchar a Andrés Manuel en medios, que el otrora pomposo y protocolario acto de rendición del informe de labores en esta ocasión resultó bastante descafeinado y dejó un sabor de “más de lo mismo”, pues no fue sino una conferencia matutina ampliada, y en un horario más amigable.

Éste será el sello de la actual administración, siempre atada a la figura de su plenipotenciario adalid. Pero ya se vislumbran las enormes disputas internas que habrá de enfrentar Morena, una vez que Andrés Manuel deje el poder y que su figura como líder moral desaparezca.