¿Cómo es posible?

¿Cómo es posible?
Por:
  • arturo-damm

Muchos se preguntan cómo es posible que, en poco más de un año, la economía haya pasado del crecimiento al estancamiento, con las consecuencias negativas sobre la producción de bienes y servicios, que no ha crecido; sobre la creación de empleos que, al menos en el sector formal de la economía, ha decrecido considerablemente; sobre la generación de ingresos que, por depender de la producción, tampoco ha crecido.

En 2019 la cantidad de bienes y servicios producidos, y la cantidad de ingresos generados, resultó prácticamente la misma que en 2018, mientras que la creación de empleos, en el sector formal de la economía, resultó menor.

Lo anterior puede expresarse, para no entrarle a la discusión de si se trata de desaceleración, estancamiento o recesión, con la palabra “atorón”, que el Diccionario de la Lengua, de la Real Academia Española, define como “acción o efecto de atorarse”, siendo sinónimo de “atascarse” u “obstruirse”, todo lo cual equivale, según el mismo diccionario, a “dejar de funcionar” o, esto lo digo yo, a “dejar de funcionar como debería funcionar”, deber que puede definirse en función de algún fin que, cuando de la economía se trata, debe ser lograr el mayor crecimiento posible, medido por la producción de bienes y servicios, lo que se conoce como Producto Interno Bruto, producción de bienes y servicios de la cual depende, de manera directa, la creación de empleos y la generación de ingresos e, indirectamente, todo lo que depende del empleo y el ingreso: el bienestar.

Si analizamos el comportamiento del PIB, con los datos que tenemos hasta el tercer trimestre del año pasado, constatamos el “atorón” que enfrenta la economía mexicana, que ha dejado de funcionar como lo venía haciendo, funcionamiento que, sobre todo en materia de crecimiento, ha dejado mucho que desear desde 1983. Aquel año perdimos el crecimento elevado, que fue del 6.3 por ciento en promedio anual entre 1934 y 1982, para entrar a una época de crecimiento bajo, que ha sido del 2.3 por ciento en promedio anual de 1983 a 2018, y todo indica que, de no hacerse algo, la situación en materia de crecimiento puede empeorar, como pasó en 2019, y lo que debe hacerse es generar confianza entre los empresarios, de cuyas inversiones directas depende la producción de bienes y servicios, y por lo tanto el crecimiento de la economía, confianza que la 4T se ha dedicado a dinamitar con esmero, con acciones como la cancelación de la construcción del NAICM en Texcoco, hasta con dichos como los de Jaime Bonilla, gobernador de Baja California, quien hace algunos días dijo que los empresarios “chillan más que los puercos”, algo verdaderamente increíble.

El problema es que, si algo no saben hacer los de la 4T,  es generar confianza, ¡y no sólo entre los empresarios!