Gastando mal

Gastando mal
Por:
  • Arturo Damm

Una y otra vez escuchamos, sobre todo en boca de políticos y demás gubernamentólatras (gubernamentólatra: dícese de aquel que idolatra al gobierno), que en México el gobierno recauda poco, sobre todo si nos comparamos con los otros países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE. En México la recaudación de impuestos no llega al 20 por ciento del PIB, del ingreso generado en la economía, mientras que el promedio de la OCDE es del 35, lo cual, efectivamente, nos ubica, ¡afortunadamente!, como un país de baja recaudación, algo que muchos consideran un defecto que debe corregirse, como si de un mayor gasto gubernamental dependiera un mayor progreso económico, un mayor bienestar de la gente.

¿Por qué escribo “afortunadamente”? Porque si se reconoce que, en comparación con los otros países de la OCDE, en México se recauda menos, entonces la petición, comenzando por la de los políticos, que son quienes gastan ese dinero, beneficiándose electoralmente de dicho gasto, será a favor de una mayor recaudación, a favor de que se ponga más dinero en manos del gobierno y menos en las de los ciudadanos, lo cual, mientras no se revise a fondo en qué, cuánto y cómo gasta el gobierno, dado que gasta en lo que no debe, razón por la cual gasta de más, y en muchos casos de mala manera (por ejemplo: subsidiando la oferta de algunos servicios y no su demanda), sería tanto como “meterle dinero bueno al malo”, algo que debe evitarse.

Un buen ejemplo de la mala manera que tiene el gobierno de gastar el dinero que, por la vía de los impuestos, saca del bolsillo de los ciudadanos, es la publicación de 8.5 millones, ¡sí: 8.5 millones!, de ejemplares de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, que llevó a cabo el Fondo de Cultura Económica, según lo apunta AMLO en su libro Hacia una Economía Mora. Lo cito: “Asimismo, se reimprimieron 8 500 000 ejemplares de la Cartilla moral, escrita por Alfonso Reyes.” Va de nuevo: ¡8.5 millones!

¿Qué es lo que pretende hacer el gobierno con todos esos ejemplares de la Cartilla Moral? Regalarlos para moralizar de los mexicanos, por lo cual nos está obligando a los contribuyentes, a regalar indirectamente, por su intermediación, un libro que, libremente, tal vez no estaríamos dispuestos a regalar. Y la pregunta más importante: ¿cuántos, de quienes ya recibieron regalada la mentada cartilla, ya la leyeron o la van a leer porque, si esto último no se consigue, todo lo demás resultó inútil?

La edición de 8.5 millones de ejemplares de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, supuso echarle dinero bueno al malo, muestra, ¡una entre muchas!, de cómo el gobierno malgasta el dinero extraído bajo coacción (por ello se llaman impuestos) del bolsillo de los ciudadanos. ¿Se vale?