Inversiones, mal

Inversiones, mal
Por:
  • arturo-damm

En el último Pesos y Contrapesos apunté que el Índice de Confianza Empresarial, ICE, de octubre de 2018, se ubicó en 50.4 unidades (confianza) para, un año después, en octubre pasado, ubicarse en 49.8 puntos (desconfianza), y pregunté cuál ha sido el efecto del paso de la confianza a la desconfianza sobre las inversiones directas, que son las que llevan a cabo los empresarios para producir bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos.

El INEGI publicó el comportamiento de la inversión fija bruta, IFB, para agosto, que es la que se realiza en instalaciones, maquinaria y equipo, parte importante de la inversión directa. Hay dos noticias, la buena y la mala. La mala: en términos anuales, la IFB en agosto decreció 3.3 por ciento. La buena: en julio, un mes antes, decreció más, 9.1 por ciento. En agosto la IFB decreció (malo), pero menos (bueno).

Durante los primeros ocho meses de 2018, en términos anuales, y en promedio mensual, la IFB creció 1.7 por ciento. Un año después, entre enero y agosto pasados, decreció 4.7 por ciento. ¿Por qué? Por la desconfianza de los empresarios, resultado de varias decisiones, injustas e ineficaces, tomadas por AMLO, responsable por las mismas.

Si del ICE general, mencionado en el primer párrafo, pasamos al ICE relacionado con la pregunta de si el actual es un buen momento para invertir directamente en el país, tenemos lo siguiente. En octubre del año pasado dicho índice se ubicó en las 38.7 unidades (desconfianza). Un año después, en octubre pasado, se ubicó en los 32.7 puntos (mayor desconfianza), y allí están las consecuencias: mayor desconfianza menos inversiones directas, y menos inversiones directas menor crecimiento de la economía, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, que depende de las inversiones directas, que dependen de la confianza de los empresarios, que depende de que el gobierno no haga tonterías.

Al final de cuentas está sucediendo lo que la lógica indica. La cancelación del NAICM, más otras medidas injustas e ineficaces, como la de definir a la evasión fiscal como delincuencia organizada, han afectado la confianza de los empresarios, lo que se ha traducido en una importante contracción en las inversiones directas, lo que ha dado como resultado el estancamiento en la producción de bienes y servicios, variable con la que se mide el crecimiento de la economía, con los efectos que ello tiene sobre la creación de empleos y la generación de ingresos, de los que depende el bienestar de las familias.

Y en esas estamos, esperando que el gobierno le haga caso a la lógica, a los principios básicos de la economía, algo que, desafortunadamente, no está dispuesto a hacer. Así nos está yendo y peor nos puede ir.