T-MEC y confianza

T-MEC y confianza
Por:
  • arturo-damm

Mucho se dijo que una vez aprobado el T-MEC se lograría recuperar la confianza de los empresarios, lo cual se traduciría en más inversiones directas y en mayor producción y, dado que la producción es la variable con la que se mide el crecimiento de la economía, en mayor crecimiento, que en lo que va del año ha sido cero.

Ya ratificado por el Senado mexicano falta que suceda lo mismo en Estados Unidos y Canadá, sin olvidar que hoy Jesús Seade Kuri, el subsecretario de Relaciones Exteriores, viajará a Washington por aquello de que, según lo señaló, “Estados Unidos quiere madrugar a México con su intención de establecer, vía una iniciativa legislativa, hasta cinco agregados a su embajada para que vigilen la implementación de la reforma laboral que está en curso en nuestro país”. Todo este asunto parece no tener fin.

Por lo pronto una pregunta pertinente es: ¿en qué sentido el T-MEC le dará a los empresarios, tanto nacionales como extranjeros, más seguridad y confianza para invertir en México que la que les brinda el TLC, todavía vigente? No encuentro ninguna diferencia esencial.

Hay que tener presente que, mientras no se sustituya por el T-MEC, o mientras Trump no decida sacar a Estados Unidos del TLC, este último sigue vigente, con toda la seguridad y confianza que les brinda a los empresarios, tanto nacionales como extranjeros, para invertir directamente en México y producir bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos, seguridad y confianza que no ha sido ni remotamente suficientes para contrarrestar las pésimas decisiones que, relacionadas con la economía, ha tomado AMLO, desde la cancelación de la construcción del NAICM en Texcoco, hasta la identificación de evasores fiscales con crimen organizado sujetos a la extinción de dominio, decisiones que han generado, entre la comunidad empresarial, inseguridad y desconfianza, con las consecuencias inevitables: caída de la inversión directa, de la producción de bienes y servicios, del empleo y del ingreso, con el efecto negativo sobre el bienestar de la gente.

Ni el TLC, todavía vigente, ni el T-MEC, de entrar en vigor, garantizan que el gobierno de AMLO no cometa más imprudencias de las que ya cometió y que frenaron en seco a la economía. Es por ello que la respuesta a la pregunta en qué sentido el T-MEC le dará a los empresarios más seguridad y confianza para invertir en México que la que les brinda el TLC es: en ninguno. Ese es el problema de fondo, que institucionalmente no existen instancias para evitar que se tomen decisiones que, como las mencionadas, afecten la confianza de los empresarios y, por ello, las inversiones directas, la producción, el empleo y el ingreso. Ni el TLC, ni en su caso el T-MEC, evitan que se tomen.