Demanda interna: animal bicéfalo

Demanda interna: animal bicéfalo
Por:
  • arturov-columnista

La demanda interna -clasificada en términos agregados como el gasto de las familias en consumo y las erogaciones de las empresas y del gobierno destinadas a la inversión productiva- ha tenido a lo largo de los últimos doce meses un comportamiento claramente asimétrico entre sus dos componentes.

Por el lado del consumo de las familias (64% del PIB), es clara una aceleración del gasto que está en línea con un escenario de reactivación económica. El consumo de las familias es impulsado por la compra de bienes no duraderos y semiduraderos; aunque es necesario precisar que las ventas de bienes duraderos continúan como el principal lastre al consumo, ello obedece a la caída en las ventas del sector automotriz. Si omitimos el segmento automotriz del consumo, se observa un mejor desempeño en la compra de otros bienes duraderos, como pueden ser muebles, aparatos eléctricos y electrónicos.

En general, las cifras de consumo son alentadoras y mandan claras señales de recuperación. A pesar de que indicadores como las ventas de automóviles tuvieron un pésimo desempeño en el año, considero que otras variables, apoyan un escenario de persistente recuperación en el consumo de las familias al final del año. Tal es el caso del incremento en las ventas al por menor reportadas por el Inegi, el gasto público y las importaciones de consumo no petroleras, así como el persistente crecimiento del salario real –apoyado por la menor inflación.

Por desventura, la otra cara de la moneda la constituye un elemento alarmante y de gran preocupación. El desempeño fallido de la inversión productiva en este año es el verdadero talón de Aquiles de nuestra economía. De acuerdo con cifras reportadas por el Inegi, la inversión bruta fija (clasificada en erogaciones de construcción y maquinaria y equipo) durante los tres primeros trimestres del año se ha reducido 6.5% respecto al mismo periodo del año anterior. Para aclarar un poco más este punto, imagine que, si la inversión hubiera sido la misma del año pasado, la economía en su conjunto hubiera crecido 1.4% y no cero como realmente ocurrió.

En particular, la caída en el gasto en construcción se ubica como uno de los principales lastres del actual crecimiento económico. El proceso de saneamiento de las obras en la CDMX, la caída en el gasto de inversión del gobierno, la incertidumbre en torno a la firma del T-MEC, altas tasas de interés y un gran escepticismo de la inversión privada en torno al desempeño gubernamental son los elementos que han coadyuvado de manera conjunta al profundo deterioro de la actividad de la construcción y de la inversión en general.

Por fortuna, hacia adelante existen señales de un mejor desempeño, pero no son suficientes para levantar el pesimismo existente. En particular, la ratificación del T-MEC puede levantar las expectativas e impulsar la inversión en los grandes sectores exportadores. Asimismo, el reciente acuerdo con la iniciativa privada para impulsar la inversión en infraestructura podría ser un impulsor del crecimiento.

A reserva de comentarlo con mayor detalle, considero que, a pesar de que las metas establecidas en el Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura son bastante ambiciosas (inversiones por 859 miles de millones de pesos para los próximos años), su concreción hoy, todavía se ve difícil de lograr. La falta de confianza de los productores y su escepticismo en torno al reciente proyecto de nación planteado son elementos que merman las decisiones de inversión. Esperemos que el nuevo acuerdo logre resultados plausibles en materia de crecimiento el próximo año.