La 4T, un mundo raro

La 4T, un mundo raro
Por:
  • bibiana_belsasso

Hay tantas cosas que no se terminan de explicar en el mundo de la 4T, que nadie se debería de extrañar de la desconfianza con que se reciben muchas de sus informaciones.

Vamos por una que ha generado muchas suspicacias en las últimas horas: ¿por qué tardó una semana Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la Función Pública, en informar que estaba contagiada de Covid-19? Se podrá argumentar que tiene derecho a la privacidad, pero resulta que no: es una funcionaria pública, integrante del gabinete, que mantiene una actividad pública constante y que, por lo tanto, debe informar de su situación de salud en medio de una pandemia de características tan especiales como la que estamos viviendo.

Las cuentas son sencillas: si el periodo de incubación de la enfermedad es de dos semanas, un periodo en el cual no se tienen síntomas, pero sí se puede contagiar a otras personas, eso quiere decir que las personas que se hayan reunido con la señora Sandoval, en esas dos semanas, deberían, todas, resguardarse o, por lo menos, hacerse la prueba del Covid-19.

Ayer se divulgó la foto de una reunión que mantuvo Sandoval con el equipo de la Secretaría de Hacienda el 17 de abril en la que participan el secretario de Hacienda, Arturo Herrera; Victoria Rodríguez, subsecretaria de Egresos de la dependencia; la directora del Conacyt, María Elena Alvarez Buylla; el procurador fiscal, Carlos Rivero, y varios otros funcionarios de menor nivel. Según la información difundida hasta el 27 de abril, diez días después, la secretaria de la Función Pública supo que era positiva para Covid-19 el día 20, pero las pruebas tardan en promedio tres días en dar resultados. En otras palabras, ese día, el 17 de abril, estaba ya contagiada y podría haber contagiado a sus pares en ese encuentro donde, por lo que se ve en la foto, no hubo nada de sana distancia.

Es más, si la secretaria Sandoval se hizo la prueba el día 17, para que le dieran los resultados el día 20, tiene que haber tenido por lo menos síntomas leves de la enfermedad. La recomendación de la Secretaría de Salud es que, ante la sospecha, aunque sea por síntomas leves de la enfermedad, una persona se debe resguardar. Ese día la señora estaba en Palacio Nacional reunida con el equipo hacendario y otros funcionarios.

Es más, la secretaria, durante todos esos días previos a que se detectara la enfermedad, debe haber trabajado en sus oficinas con su propio staff. ¿Se le hicieron las pruebas a todos ellos?; ¿seguro que ninguno salió positivo?; ¿se hizo un seguimiento de toda la actividad pública, de todas las personas con las que estuvo la secretaria, como para identificar a cualquier otro posible contagiado? Que sepamos, nada de eso se hizo.

¿Habrá infecciones?

[caption id="attachment_1150899" align="alignnone" width="696"] En una reunión el pasado 17 de abril, la secretaria Sandoval (quinta de izq. a der., al fondo) se reunió con Arturo Herrera (segundo de izq. a der.) y la titular del Conacyt (al frente, segunda de der. a izq.) cuando ya estaba contagiada. Foto: Especial[/caption]

Pero incluso se puede ir más allá. La señora Sandoval es la esposa del conductor John Ackerman, que, entre otras labores, tiene un programa de televisión en Canal Once. ¿Se hizo Ackerman la prueba del Covid-19?; ¿le informaron a toda la gente que trabaja con él en el foro para que también se hiciera la prueba correspondiente? Hay que recordar que si el periodo de incubación es de dos semanas, muchas personas podrían ya estar contagiadas, incluyendo a Ackerman y su coconductora Sabina Berman, y no tener síntomas todavía, pero podrían estar contagiando a otras personas. Que sepamos nada de eso se ha hecho, y si se hizo, sería extrañísimo que ni uno solo de todos los que trabajan cotidianamente con la señora Sandoval o con su esposo, en ámbitos tan distintos, no tuviera Covid-19.

Que sepamos, el Presidente López Obrador tampoco se ha hecho la prueba e, incluso, como se recordó en estos días, hace ya un año que prometió que daría a conocer un informe sobre su estado de salud y no lo ha presentado. Pero recordemos que para el subsecretario López-Gatell, por alguna extraña razón el Presidente López Obrador “es una fuerza moral, no de contagio”, y no necesita hacerse la prueba del Covid-19. Es más, el lunes el subsecretario afirmó que la secretaria Sandoval, que está contagiada y supuestamente aislada, “goza de perfecta salud”, algo difícil de explicar en su condición.

Sandoval es la primera integrante del gabinete de la que se informa que está contagiada de Covid-19. Ha habido sospechas de otros casos, por funcionarios que llevan virtualmente desparecidos desde hace semanas. Pero ya ha habido tres gobernadores: Omar Fayad, de Hidalgo; Adán Augusto López, de Tabasco, y Francisco Domínguez, de Querétaro. Los tres informaron inmediatamente de su condición y fueron aislados y fue checado todo su personal. En el ámbito internacional son muchos los casos similares, quizás el más notable fue el de Boris Johnson, el primer ministro de Gran Bretaña, que estuvo incluso en terapia intensiva por la enfermedad. Todo se informó de inmediato. Incluso la pareja de Johnson, embarazada, dio positivo y también fue aislada.

Es extraño. Como lo es que no se puedan poner de acuerdo dos funcionarios que tendrían que ser tan cercanos, como López-Gatell y Claudia Sheinbaum, sobre la necesidad o no de utilizar cubrebocas, o que se explique que se han distribuido toneladas de equipo sanitario mientras los médicos y enfermeras siguen quejándose de que no cuentan con ello.

Y qué decir de la aseveración de que sólo hay una ocupación del 23 por ciento de las camas de hospital, cuando varios de los principales nosocomios privados del país anuncian que ya han llegado a un punto de saturación. O que funerarias como García López informen que tienen cinco veces más sepelios que lo normal y cuando crece exponencialmente, como lo demostró ayer el exsecretario de Salud José Narro, el número de fallecimientos por “neumonía atípica o influenza”.

Son cosas extrañas. Como que el Presidente López Obrador desconozca los acuerdos del Consejo Mexicano de Negocios con el BID Invest, que diga que ven al gobierno como un “florero”, que no le gustan “los moditos” con que se hizo ese acuerdo y que el propio secretario de Hacienda declare luego que no hay problema, que ya le explicó al Presidente que no se están usando en ello recursos públicos y que es una transacción entre particulares, no del Gobierno. Pero ayer, un día después, vuelve el Presidente a decir que esos acuerdos son una muestra de “corrupción” (sic) y volvió a advertir al Banco de México de que no use las reservas internacionales cuando ni el Gobierno financia nada de ese acuerdo entre particulares y muchos menos el Banxico usa sus reservas para ello.

El de la 4T es un mundo raro, donde todo parece estar cubierto por un velo que no permite saber a ciencia cierta de qué se está hablando ni quién lo dice.