Volver a Don Quijote

Volver a Don Quijote
Por:
  • carlos_olivares_baro

Regresar a las páginas de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, es retornar a la biblioteca de mi abuelo paterno en Guantánamo, donde tuve mi primer arrimo con el hidalgo escuálido, cobijado en aquella indumentaria anacrónica, encima de un jamelgo esquelético y acompañado por el campesino gordinflón, Sancho Panza, en funciones de escudero, montado en un borrico. Recorrido por las llanuras de la Mancha en busca de aventuras desatinadas. Aquí estoy ante las ilustraciones de Gustave Doré, absorto en un asombro que no cesa.

Me acompañan en esta lectura, que hago todos los años a mitad de febrero en mi cumpleaños: La ruta de Don Quijote, de Azorín; Don Quijote y sus fantasmas, de Alberto Manguel; Cervantes & Compañía, de Ignacio Padilla.  Descubro nuevos índices, camino por intersecciones, releo y subrayo otra vez. “Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos.”: Capítulo VI (“El escrutinio de la biblioteca. Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo). Aparece La Galatea, de Cervantes. El barbero hace una apología y el libro queda retenido (“...y entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre”, ordena el barbero).

“Este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun  la administración de su hacienda... [...] Se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera  que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles...”.  La literatura caballeresca  que hace perder la razón a Alonso Quijano hasta convertirlo en Don Quijote es una muestra de cómo la fabulación puede ser el reflejo de una realidad sustentada en lo mítico.

Entra un aire por la ventana de la habitación donde leo. Me detengo en el Capítulo XVI (De lo que sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él se imaginaba ser un castillo). Me brota una sonrisa untada de tristeza. Nuestro hidalgo viene de la ‘desgraciada aventura’ con los ‘desalmados yangüeses’ (Capítulo XV). La moza Maritornes en un diálogo con Sancho Panza inolvidable. “Caballero aventurero es una cosa que en dos palabras se ve apaleado y emperador: hoy está la más desdichada criatura del mundo y la más menesterosa, y mañana tendría dos o tres coronas de reinos que dar a su escudero”: Sancho a la asturiana “del un ojo tuerta y del otro no muy sana”. / Segunda Parte: el Caballero del Verde Gabán, la cueva de Montesinos, la ínsula de Sancho gobernador, retorno a la aldea, testamento del Quijote... La mañana me monta en su esplendor de transparencia. Mi abuelo me señala un dibujo de Doré. “Vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo”, dice Alonso Quijano en el lecho de muerte. Volver al Quijote. Siempre.

https://www.youtube.com/watch?v=NQlUPchUblE

Don Quijote de la Mancha

Autor: Miguel de Cervantes

Género: Novela

Editorial: Real Academia Española;

Edición conmemorativa IV Centenario Cervantes