El avión, símbolo que cuesta

El avión, símbolo que cuesta
Por:
  • Carlos Urdiales 1

Números vuelan alrededor de la fallida venta del otrora avión presidencial, ahora promocionado como “la aeronave más emblemática del continente”.

Tras un año de exilio en California, a razón de 28 millones de pesos por mantenimiento y alojamiento, la nave del dispendio neoliberal intentó venderse incluso con ayuda de la ONU; y nada. El Boeing 787-8 Dreamliner regresa a lo que antes era el hangar presidencial, pero que en el futuro será la nueva Terminal 3 del AICM, a esperar que una oferta seria aterrice.

Cuando el Gobierno de México pactó el arrendamiento del TP-01, en 2008, el costo estimado fue de 218 millones de dólares; con la depreciación de rigor, el “José María Morelos y Pavón” tiene hoy un valor comercial de 130 millones de dólares.

Con cifras se argumenta que el costo de no usar el avión, más el que implica pagar vuelos comerciales, con las limitaciones que a la logística presidencial impone la incomunicación y la seguridad del mandatario, haber utilizado la aeronave habría costado lo mismo que tenerla a resguardo.

El Presidente López Obrador, con otros datos en la mano, afirma que no, que los insumos de cada desplazamiento del Boeing 787 son mayores. Andrés Manuel López Obrador jamás utilizará el dichoso avión (muy menor al que tuvo Obama o a los que utiliza Trump) y que, por diseño y esquema de arrendamiento, la venta de la aeronave es, y será, costosa para el erario.

No nos hagamos bolas: lo que cueste no usar o malvender un avión tan específico como para tener potencial comercial, será el costo que habremos de pagar por un símbolo político. La promesa de campaña de AMLO, de no usar “el avión machuchón”, será cumplida a cabalidad, cueste lo que cueste.

El avión presidencial fue para el Presidente mexicano, lo que el muro fronterizo para Trump: un posicionamiento, una declaratoria de estilo, forma y fondo.

No viajar como los de antes, al margen de qué tan necesario, útil y práctico resulte, vale lo que nos cueste a los mexicanos. Por eso, las cifras en dólares perdidos, o ahorrados, podrán volar sinfín alrededor del antes TP-01; pero asumamos que cualquiera que sea la cantidad será lo que el símbolo de “austeridad presidencial” nos costó.

Cierran la llave. Desde Puebla nos cuentan que una de las empresas que se encuentra en el ojo del huracán es Corporativo Kosmos, de Jack Landsmanas, y su filial de nombre Serel, que se embolsó, durante el gobierno de Rafael Moreno Valle, al menos mil 242 millones de pesos, al acaparar contratos de servicios de alimentos para los diferentes Ceresos del estado.

Ante esto, la administración de Miguel Barbosa, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo de Miguel Idelfonso Amézaga, decidió cerrarles la llave, cosa que enfureció a la familia de origen lituano, que ya accionó una demanda en contra de la propia SSP. Nos mantenemos pendientes del asunto.