Vender lo imposible

Vender lo imposible
Por:
  • Carlos Urdiales 1

Ingresamos a lo más oscuro de este túnel global llamado Covid-19, domando la pandemia, quizá por eso se vislumbra un rayito de esperanza, destello luminoso desde lo que imagina escapatoria a esta oscura depresión.

Grave situación que determinará el futuro de la salud pública mundial. Crisis económica a pesar de notas atípicas; creció la recaudación en el primer trimestre y aumentaron las remesas a niveles no vistos desde 2001. En medio de la pandemia, el Gobierno mantiene la insana necesidad de vender lo imposible. Si países ricos fueron golpeados como sólo ocurría a naciones de miseria por doquier, México no tiene por qué ser excepción.

Pero insisten en frasear deseos, no realidades, y eso nos enreda. Cómo articular racionalmente la cantaleta de ser una sociedad avispada, étnica y culturalmente superdotada, cuando el pueblo golpea a médicas y enfermeros por verlos como vectores de contagio.  Cómo consagrar la palabra del zar anti Covid-19, Hugo López-Gatell, si hace un mes prometió el estimado de casos positivos que multiplicará la cifra oficial, mas no exacta, de contagios y no cumple; si su prestigio se usó para no legislar por falta de votos en la Comisión Permanente o si, en nombre de López-Gatell, se torpedean a gobernadores por contrastar la ventaja de actuar en lo local.

Cómo vendernos la idea que nos preparamos como nadie y antes que muchos, si atestiguamos compras de pánico con sobreprecios a través de asignaciones directas y enfadosas sospechas —mal llamada “guerra sucia”— que producen feos humores oficiales contra quien informa. Por cierto, los crematorios se congestionan, las fuenerarias, algunas, abusan. Si nadie estuvo preparado para esto, por qué marearnos con que nosotros sí. Si no. Entramos a lo peor y ya nos venden la reapertura. Vamos requetebién pero corremos a instalar hospitales en los pits del Autódromo Hermanos Rodríguez, a resguardar a personal de salud en Los Pinos, a poner Guardia Nacional en clínicas para evitar portazos y violencia.

Nos venden la salida y anuncian los venturosos planes DN-IIIE y Marina para apoyar desbordamientos sanitarios que aún no ocurren, pero ocurrirán. Nada obliga al Gobierno a hacer lo imposible, excepto su obsesión por vender una ideología legítima pero impertinente en escenarios como éste.

Historias cotidianas de cosas bien hechas al tiempo que otras desvelan la improvisación. Escenas heroicas y otras históricas por las corruptelas y abusos de siempre. De todo hay. Por tanto, vender la improbable santidad de Gobierno y gobernados no tiene sentido, racionalidad ni pertinencia.

Dejar de convertir todas las arenas en otras donde la 4T derrota al malvado neoliberalismo. Y cuando no, echarle culpa de yerros propios. Abonaría a aplanar la curva de la polarización que crece y crispa ánimos sociales.

La violencia sigue, la ignorancia estalla a diario, los mañosos también. Solidaridad y fraternidad caben y lucen. Nadie está obligado a vender lo imposible. Tampoco a comprarlo. Mejor apostemos por el realista equilibrio entre los esfuerzos, retos y logros.