Claudia Sheinbaum, Álvaro Uribe y la consulta

Claudia Sheinbaum, Álvaro Uribe y la consulta
Por:
  • bernardo-bolanos

Ya electa, le preguntaron a Claudia Sheinbaum a qué ciudad del mundo le gustaría que se pareciera la Ciudad de México.

Respondió que le gustaba la experiencia de Medellín por ser una ciudad que entró en un proceso de innovación en materia de política pública: “Pusieron en el centro la educación y la cultura y entraron a un modelo de participación ciudadana que permitió a la ciudadanía rescatar su urbe y reducir la delincuencia.”

Fue la argumentación de una mujer inteligente, más allá de la lógica política del amigo/enemigo, izquierda/derecha. Sheinbaum pudo haber respondido con un cliché: París, la “ciudad luz”; Houston, porque la gobierna un afroamericano, o la Habana porque sí. Recordemos que Alfonso Durazo mencionó como modelo de seguridad a ¡El Salvador, uno de los países con más alta tasa de homicidios en el mundo! Adujo que ese pequeño país, gobernado por la izquierda, “habría logrado recuperar la tranquilidad perdida por décadas, mediante un acuerdo de paz”. Absurdo y preocupante, querido lector, estoy de acuerdo con usted.

El mérito de la Dra. Sheinbaum no sólo es que no adopte un cliché, sino ir contra un cliché. Antioquia, donde está Medellín, es cuna del uribismo. El expresidente Álvaro Uribe encarna la derecha conservadora y violenta de Colombia, vinculada con grupos paramilitares, la que trató de impedir la firma de los acuerdos de paz. “¿Por qué no se elige una ciudad de izquierda?”, ya reclaman algunos. Respuesta: es el método científico. En cultura, movilidad y seguridad pública, Medellín ha funcionado.

Sheinbaum pretende instalar teleféricos y escaleras eléctricas en los cerros y busca promover un nuevo modelo de participación ciudadana, como en Medellín. Ahí, el narcotraficante Pablo Escobar había formado un ejército de más de dos mil jóvenes pobres a partir de 1981. Durante la narcoguerra, se llegó a principios de los 90 a una tasa de homicidios de 390 por cada 100 mil habitantes; pero en 2014 había disminuido a 27, gracias, entre otras cosas, al incremento progresivo del presupuesto al Consejo Municipal de la Juventud, luego Secretaría de la Juventud.

Según el comentócrata antififís Hernán Gómez, no podemos debatir adecuadamente si no aclaramos nuestras preferencias ideológicas. Me recuerda la lógica amigo/enemigo que defendía el jurista del Tercer Reich Carl Schmitt. Verse presionado a exhibir una etiqueta es peligroso, porque el pensamiento político es y debe ser complejo. Se pueden admirar las políticas de los alcaldes uribistas de Medellín sin admirar a Uribe.

El 24 y 25 de noviembre habrá una nueva “consulta” acerca de varios proyectos de infraestructura. Votar sin discutir no es democrático. La democracia participativa, sin deliberación, es acarreo.

En los estados autoritarios se sabe guiar a la mayoría cómo pronunciarse. Así fue el plebiscito de 1929 en Italia, el referéndum de 1934 en Alemania y otros ejemplos bajo gobiernos populistas no fascistas, pero sí guiados por la peligrosa lógica amigo/enemigo.