Cocktail molotov de principio de año

Cocktail molotov de principio de año
Por:
  • horaciov-columnista

En el puñado de días que lleva 2019, ha sucedido una serie de acontecimientos políticos que llevan a uno de los arranques más accidentados de año y de sexenio. Algunos comentarios al respecto.

México ante el Grupo de Lima. No es ninguna novedad que para el lopezobradorismo, el asunto de Venezuela no es un tema sencillo ni cómodo. Pero no es lo mismo la simulación y ambigüedad que se podía tener en campaña electoral, a cuando ya se está al frente del gobierno y es necesario cumplir los compromisos internacionales del Estado mexicano. Si bien es un hecho que el no haber acompañado el pronunciamiento del Grupo de Lima no se traduce de inmediato en un reconocimiento a su gobierno, lo delicado de la crisis de la nación sudamericana no está para andar con lisonjas y simulaciones hacia los dictadores latinoamericanos. Tiene razón José Miguel Vivanco (Human Rights Watch), en que la decisión es “música para los oídos de dictadores como Maduro y Ortega y una bofetada para sus víctimas”. Se dirá que la diplomacia mexicana recoge uno de sus tradicionales principios (doctrina Estrada) y que México le apuesta a ser un mediador en el conflicto. Sin embargo, en las últimas décadas se reformó la Constitución para incorporar el principio de la promoción y protección de los derechos humanos como rector de la política exterior, a la par —y no por debajo— del principio de no intervención; y además, México ha firmado infinidad de tratados internacionales en la materia que podría estar incumpliendo. El ominoso mensaje que se manda es otro (y el mismo por el que el antiguo régimen hegemónico priista era tan adicto a la doctrina Estrada): no intervenimos en asuntos de otros países para que ninguno de ellos se atreva siquiera a opinar sobre los asuntos políticos de México.

Caso Puebla. Si bien la investigación tardará semanas o meses para concluir qué ocurrió en la tragedia de la Nochebuena de 2018, el manejo de la crisis sigue siendo pésimo. Mal hizo el Presidente en no asistir a los funerales de la gobernadora y el senador, y en mandar a su secretaria de Gobernación como cordero de sacrificio a soportar los (ciertamente desafortunados) gritos y aspavientos que todos oímos en la transmisión. Mal también los argumentos que dio para justificar su inasistencia: la presunta “celada” que se estaba orquestando en las redes sociales (¿no que eran “benditas”). De cualquier manera, ¿es que el Presidente ya sólo va a asistir a eventos a modo, en los que seguro le vayan a aplaudir? ¡Otro recuerdo del antiguo régimen hegemónico! Y para acabarla: para lo que sí tuvo celeridad el nuevo partido gobernante fue para anunciar que su candidato a la elección extraordinaria sería el mismo que perdió la elección que ganó la hoy difunta, lo que nunca quiso reconocer. Claro que Morena está en su derecho, pero, caray, qué falta de tacto político, de prudencia, de elegancia, de dignidad. Será que ésos los consideran “valores y conductas fifís”.