Antonio Michel Guardiola

No asistir a la Cumbre de Las Américas 2022: ¿acierto o error?

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Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A un par de semanas de la Cumbre de las Américas 2022, la incertidumbre nubla la participación del presidente López Obrador, lo cual marcaría la primera vez en la historia que un mandatario mexicano no asiste a este foro. La condición que ha puesto es que el presidente Biden invite a los homólogos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha cambiado de parecer sobre excluirlos. La decisión de López Obrador ha sido criticada por alinearse con esos países en vez de evitar roces con nuestro principal socio comercial. Sería errónea si el objetivo principal del presidente fuera proteger la relación con Washington. El verdadero propósito del presidente mexicano puede ofrecer otra arista para entender si fracasa o, en realidad, obtiene lo que anhela.

La Cumbre de las Américas reúne cada tres años a los Jefes de Estado y de Gobierno del hemisferio para discutir los temas políticos y económicos más relevantes en la región. Inició en 1994 con un gran impulso del expresidente Bill Clinton. Desde entonces, ha perdido contundencia internacional, pero México podría aprovechar la coyuntura para darle un giro a su pertenencia a este mecanismo. La política exterior de este gobierno mira hacia el sur; quiere posicionarse como un líder en América Latina y una de sus consignas migratorias ha sido promover el desarrollo económico en Centroamérica para disuadir los flujos. La edición de 2022 abarcará desde mecanismos de financiamiento para la recuperación económica hasta la migración regional, en donde México debería liderar la discusión y promover sus intereses.

Por otro lado, Estados Unidos es el país anfitrión, con un presidente que anunció como pilar de política exterior acercarse a sus contrapartes latinoamericanas y, como prioridad de política nacional, resolver la crisis migratoria. Es mucho más fácil avanzar en ambas metas si México colabora. A su vez, México no puede prescindir del vecino del norte, al ser el principal socio comercial y compartir la frontera más transitada del mundo. En ese sentido, la participación del presidente López Obrador en este evento sería conveniente. ¿Por qué López Obrador amenaza con faltar?

López Obrador siempre ha dicho que la mejor política exterior es una buena política interior. Los viajes, los encuentros, las participaciones en foros y las alianzas internacionales que realice se planearán en función de los intereses políticos de su gobierno. Él sabe que Biden es un presidente mucho más institucional que su antecesor Trump, así que no teme que irritaciones de este tipo dañen sustancialmente la relación. No obstante, condicionar su asistencia a la cumbre a que invite a todos los países latinoamericanos le representa muchos puntos positivos para su ideología política, sus aspiraciones y el reconocimiento tanto de sus seguidores como de los líderes de los países no invitados.

No es coincidencia que el anuncio se haya emitido a la par de la gira del presidente mexicano por Centroamérica. López Obrador siempre ha dicho que la mejor política exterior es una buena política interior. Si durante la visita a Honduras hace unos días rompió el protocolo y para apoyar la reforma eléctrica de la actual presidenta es porque refrenda su propia narrativa en la materia. Condenar en Cuba el embargo que ha impuesto Estados Unidos a ese país refuerza su ideología política. Exigir a Washington que invite a todos los países, cuando el anfitrión es quien decide, no es una decisión de política exterior, es una acción de discurso político.

No es la primera vez que un país no es invitado a una cumbre de este tipo. En 2009, Obama pidió a Trinidad y Tobago no invitar al entonces presidente de Cuba. En 2018, Perú retiró la invitación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. En ambas ocasiones, así como en todas las ediciones anteriores, el presidente de México participó, sin importar los demás asistentes. No hacerlo este año traerá consecuencias: incrementar la tensión con nuestro principal socio comercial, perder la oportunidad de recuperar liderazgo en el foro y ser identificados con regímenes no democráticos. Determinar si esas consecuencias son pérdidas o ganancias dependerá del objetivo real que tenga el presidente.